Es difícil imaginar el retorno de Juan Carlos en un féretro sobre un tílburi arrastrado por corceles negros, sin percibir la gran humillación recibida al pueblo español.
Basta echar una mirada al mapa de geopolítico los 80 para llegar a la conclusión de que aquel día el monarca y la monarquía sobre todo se salvaron a sí mismos.