Construir con un lenguaje de paz, esperanza y solidaridad

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Nuria Saavedra
Nuria Saavedra
Activista feminista y LGTBI+, trabajadora social y profesora en un instituto de Xixón.

Escuchando los medios de comunicación y a quienes nos gobiernan podríamos pensar que nos encontramos en una guerra. Pero ¿estamos en guerra? Si buscamos en los diccionarios se entiende por guerra a una lucha armada entre dos o más bandos, donde se rompe la paz por una enemistad hostilmente declarada y donde quienes se enfrentan están dispuestas a morir. Si además le incluímos el adjetivo biólogica introducimos el armamento biológico como instrumento de ataque. Personalmente creo que es un error de comunicación utilizar un lenguaje de guerra o postbélico, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento, porque para el personal civil ese lenguaje nos genera psicológicamente más incertidumbre y miedo. Entiendo que el equipo de coordinación que está gestionando esta crisis sanitaria esté formado mayoritariamente por militares – fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado – y reconozco que sus interlocuciones son amables, claras y cercanas, incluso afectivas. Pero se ha ido introduciendo, en las expresiones de las y los políticos y en los medios de comunicación, un lenguaje de guerra que dista de los gestos del lenguaje – verbal y no verbal – de las y los profesionales que construímos día a día la sociedad con solidaridad y empatía.

Utilizar un lenguaje propio de tiempos de guerra nos puede situar en un espacio de miedo colectivo

Otro ejemplo de estos últimos días es la utilización del término “Plan Marshall” (1948-1952). Este Plan fue iniciativa de EE.UU. para ayudar a los países europeos, devastados tras la Segunda Guerra Mundial, con la recuperación mediante ayudas económicas. Pero, España nunca fue receptora de este Plan. Recordemos la película de Bienvenido Mr. Marshall (1953). Sin embargo, sí se firmó, en 1954, un acuerdo entre España y EE.UU. que se llamó la “Ayuda Social Americana” que beneficiaría a España con la contraprestación de la instalación de bases militares en territorio español y que, gran parte de la ayuda, se destinaría en la construcción de dichas bases. El lenguaje es muy importante porque da significado a la construcción del imaginario colectivo, genera pensamiento y promueve conductas. Utilizar un lenguaje propio de tiempos de guerra nos puede situar en un espacio de miedo colectivo con efecto boomerang. Por eso, recapacitemos y recurramos al lenguaje para reforzar la reconstrucción postcrisis hacia una sociedad con valores de solidaridad y compromiso, especialmente hacia las personas, colectivos y zonas más desfavorecidas y heridas por las consecuencias del virus.

Recordemos, además, que estamos en una situación de emergencia climática. Cada vez más nos necesitamos porque somos interdependientes. Durante estos días somos conscientes de las graves consecuencias de esta crisis sanitaria y que afecta a la salud. La emergencia climática también se sitúa en un espacio temporal aunque más alargado en el tiempo y quizás, por ello, no se perciba de una manera tan urgente. Ya hemos visto que podemos y sabemos actuar frente a situaciones de emergencia. Ya hemos visto que otras formas de consumo disminuyen los efectos del cambio climático. Y hemos aprendido que quienes sufren más en una crisis son las personas más vulnerables y menos protegidas. Hoy el Estado, que somos todas y todos, está más valorado. Hemos entendido que es necesario y que la ciudadanía tenemos que solidarizarnos para que todas y todos podamos sobrevivir lo mejor posible, con calidad y humanidad. Sabemos cuál es el camino y de nosotras y nosotros depende hacia dónde queremos ir.

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