Una oportunidad para recuperar la ribera del Nalón y reinventar Langreo

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Pablo García
Pablo García
Es sociólogo, vecino de Llangréu y activista del Conceyu pola Transición Xusta.

La creciente presencia de las energías renovables en el mercado eléctrico viene demostrando la obsolescencia del carbón como fuente energética en el siglo XXI. El apagón de las siete plantas que han dejado de estar operativas desde el pasado 30 de junio es un punto de inflexión en la lucha contra la emergencia climática, proceso del cual forma parte la central térmica de Lada, Langreo, que también dejó de estar operativa pero podrá seguir disponible hasta contar con la autorización de cierre del Gobierno.

El sistema energético centralizado donde unas zonas abastecen a otras a costa de altos impactos ambientales ha tocado fondo. Un nuevo modelo energético diversificado, basado en fuentes renovables y con cada vez mayor presencia del autoconsumo se está abriendo paso. Un proceso de transición que debe garantizar un futuro de bienestar y prosperidad para las Cuencas por todo lo aportado a lo largo de más de siglo y medio al progreso al conjunto del país.

Pero el cierre de la central térmica de Lada también debería ser concebido como una oportunidad para impulsar la transición a un nuevo modelo urbano y de ciudad. Así, en el informe del Indurot de 2019 sobre “Propuestas para la regeneración de baldíos industriales y espacios degradados en el municipio de Langreo”, señala que “En la actualidad, el anunciado cierre de la central térmica de Lada vendrá a incrementar la ya extensa superficie de los baldíos de la ciudad, pero al mismo tiempo esto puede suponer una ocasión para reconfigurar la trama urbana recuperando el río y sus funciones ambientales, al tiempo que se generan espacios de oportunidad para nuevos usos tanto sociales como productivos”.

Térmica de Lada. Foto: Iván G. Fernández.

En este sentido, el espacio hoy ocupado por la Central y los terrenos de la antigua Nitrastur (propiedad también de Iberdrola) representan una oportunidad histórica para transformar urbanística y ambientalmente el corazón de Langreo. Una transformación que genere espacios para el desarrollo económico y el empleo; que potencie la función residencial y que sirva para reconfigurar la imagen de zona en declive por otra de ciudad saludable, sostenible e innovadora. Tal y como defendemos como prioridad en el Conceyu pola Transición Xusta.

Puesto que la lógica de la localización de las empresas no está sujeta, como antaño, a la disponibilidad de materias primas en el espacio próximo, sino que las empresas dotadas de una fuerte capacidad técnica apuestan por zonas valoradas en términos ambientales, sociales y de innovación. Mientras que las pequeñas empresas sujetas al mercado local dependen de la evolución del medio urbano del que forman parte y de la fijación de población a la que proveen de bienes y servicios. Todo lo cual hace de la planificación urbana un elemento estratégico de la Transición Justa, con el objetivo de revertir la imagen estigmatizada de Langreo y las Cuencas.

Y es que, como dice Manuel Castells en su “Sociología del espacio industrial”, la ciudad ejerce una doble atracción sobre las empresas. Una atracción sobre las empresas punta por el prestigio de ciudad industriosa y por la existencia en su seno de focos de innovación. Una atracción sobre las empresas más pequeñas por la demanda ligada al mercado urbano local. Una perspectiva que en cualesquiera de los casos -y esto es lo importante- inserta la iniciativa empresarial en relación con las condiciones urbanísticas del espacio.

El actual marco de la Transición Justa abre una oportunidad de establecer un diálogo entre Iberdrola, la administración pública estatal, autonómica y local y los agentes sociales para afrontar el reto de rehabilitar y recuperar el corazón urbano de Langreo. Ahora que el Ministerio de Transición Ecológica ha dado un giro de timón y ha adoptado un enfoque netamente participativo, es preciso que todas y todos rememos en la misma dirección, apostando por una planificación que aúne transformación urbanística, modernización económica y potenciación de la función residencial. Como tantas veces ocurrió en el pasado, las Cuencas aún tenemos la oportunidad de escribir nuestra propia historia.

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