“Bakunin decía que Marx perdía el tiempo tratando de convertir a los obreros en razonadores, yo en cambio sigo creyendo en la vigencia de la vieja idea de que hay una alianza entre la razón, el conocimiento científico y el movimiento obrero y emancipador”. Para Francisco Erice, profesor de historia contemporánea de la Universidad de Oviedo, las pasiones siempre cumplen un papel en cualquier movimiento político, pero no pueden ser la base de un proyecto de cambio, tal y como reprocha a un sector de la izquierda, al que acusa de haberse echado en brazos del irracionalismo y del relativismo cultural, olvidando que “la razón es una herramienta emancipadora”. El historiador asturiano presentó ayer en Oviedo su último libro, “En defensa de la razón. Contribución a la crítica del postmodernismo” (Siglo XXI, Madrid, 2020), un voluminoso ensayo, escrito según su propia confesión, “con pretensión polémica”, en el que el repasa críticamente la obra de autores como Foucault, Derrida, Deleuze, Laclau o Mouffe, rastreando su huella no solo en el ámbito de la historiografía, sino también de la izquierda actual. Para Erice, pese al carácter académico y a menudo muy oscuro, casi críptico, de estos pensadores, su influencia cultural, aunque sea de forma diluida, ha sido muy notable a partir de la crisis de las izquierdas en los años 80 y 90. Y es que aunque este es, en principio, un libro sobre historiografía, el autor no oculta su motivación política para escribirlo: “me preocupó mucho la aparición de nuevas fuerzas de izquierdas que desafiaban a lo que yo entiendo como una izquierda racionalista”. En la introducción del acto, celebrado en el Manglar, el presidente de la Asociación La Ciudadana, anfitriona de la presentación, Ignacio Loy, fue más explícito, aludiendo a las vinculaciones de una parte de Podemos con el universo postmoderno.

Tanto el índice como la bibliografía de “En defensa de la razón” son de una exhaustividad que dan idea de lo concienzudo de un trabajo que analiza a fondo la historia y el pensamiento postmodernos. Erice reconoce haber sufrido por momentos leyendo a autores con los que comulga muy poco, y que aunque siguen teniendo de algún modo un pie en la izquierda, se van alejando, en su opinión, de lo que debería ser una deseable izquierda racional que no renuncie a entender la realidad, más allá de los relatos. Una izquierda que para Erice debe estar ligada a un marxismo abierto y renovado que ayude a comprender el mundo y así transformarlo. No por casualidad, el origen de este libro está en unas jornadas organizadas por la Fundación de Investigaciones Marxistas del PCE. El historiador cree que a pesar de la hegemonía que el postmodernismo llegó a alcanzar en los años 80 y 90, cuando la crisis de la izquierda dejó un vacío que fue ocupado por esta corriente, el pensamiento crítico de raíz marxista, representado por autores como Jameson, Eagleton, Bensaïd, Harvey, Anderson o Federici, no ha dejado de producir, debatir y avanzar, “sigue muy vivo, más incluso que la alternativa política”, con respecto a la que se muestra bastante más pesimista.
Me parece muy bien descrita la posición defendida en la conferencia. Comprendo que es difícil sintetizar las intervenciones del público que fueron muy interesantes.