Hubert Ogasa: un piloto alemán capturado por los antifascistas asturianos

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Entre octubre de 1936 y octubre de 1937, Asturias, como todo el Frente Norte, fue uno de los principales objetivos de la Legión Cóndor, la unidad de aviación que los nazis enviaron a España para ayudar a Franco. Entre octubre y diciembre de 1936 y agosto y octubre de 1937, la región asturiana sufrió bombardeos continuos por parte de los cazas y bombarderos alemanes. Ciudades y pueblos como Gijón, Avilés, Trubia, Cangas de Onís, Colunga, Infiesto, Llanes, Ribadesella fueron destrozadas por las bombas de los conocidos como “negritas”, por el color de los aviones. Estas incursiones nazis jugaron un papel fundamental del avance de las tropas sublevadas por el Frente Norte y acabar con el mismo, con la toma de Gijón, el 21 de octubre de 1937.

Aviadores nazis enviados a España.

Conocidos y estudiados son los episodios del destrozo por la Legión Cóndor de ciudades como Guernica o Durango, en el País Vasco. Sin embargo, en Asturias han sido poco los trabajos realizados sobre esta cuestión, a pesar de que la región padeció también la barbarie aérea nazi. Además, también hay también historias interesantes para contar ocurridas en estas fechas. Una de ellas es la de Hubert Ogasa, piloto alemán capturado por el Ejército republicano el 7 de octubre de 1937.

Noticia en el periódico socialista asturiano “Avance”.

Estaba a punto de caer el frente del Norte en manos de los sublevados. Concretamente, quedaban dos semanas para que eso pasara. Ya se había producido la batalla del Mazuco, en Llanes, en la que la Legión Cóndor jugó un papel fundamental para la victoria y el avance de las tropas franquistas. Ya habían bombardeado sobre el Puerto de Gijón y Avilés, el aeródromo republicano de Carreño. El día anterior, había bombardeado Cangas de Onís. Este pueblo se le puede conocer como el “Guernica asturiano”, por el destrozo total que sufrieron sus edificios y monumentos por parte de los aviones nazis. Era cuestión de poco tiempo que cayera toda la región. Sin embargo las tropas republicanas seguían resistiendo y atacando a la aviación alemana.

Cangas de Onís tras el bombardeo de la aviación alemana.

Ese día los famosos bombarderos Heinkel 111 atacaron los aerórdromos de Carreño y Villaviciosa. También sobre las baterías de la costa de Ribadesella. Los Ho.70 y los Do.17 hicieron lo mismo en posiciones en Arriondas. En este pueblo también tiraron bombas dos ju-52, que era uno de los aviones favoritos de Hitler, y que llegaría a utilizar para su uso personal.

Uno de estos dos no regresaría al aeródromo que los sublevados ocupaban en Pontejos (Cantabria). En el pueblo de Torre, en el concejo de Ribadesella, un oficial y tres soldados de Intendencia, que transitaban por la carretera, dispararon con tiro de fusil al avión y lo derribaron. Los cinco tripulantes del avión se tiraron con paracaídas al suelo. Según la prensa republicana, los “cazas facciosos” tiraron con ametralladoras hacia los que estaban cayendo. Tres de ellos, cayeron muertos al suelo. Otro huyó por el monte y se hicieron pesquisas para apresarle. Uno de ellos fue detenido. Cerca de Onís, las tropas republicanas también derribaron dos cazas nazis. La prensa republicana, desde ABC y La Vanguardia, hasta los periódicos socialistas como Avance y Nuestra Lucha o periódicos como La Libertad, se hicieron eco de estas hazañas. Explicaron que ese día, el Ejército Republicano había provocado “más de 500 bajas” a los sublevados. En los subtítulos se remarcaba el prisionero que habían logrado. Esa jornada se había realizado un “esfuerzo heroico”.

Vivienda destruida por las bombas en Cangas de Onís.

Sin embargo, ni los nombres de los pilotos muertos y del capturado aparecían en las noticias. Gracias a la documentación encontrada en el Archivo del Aire y del Archivo Histórico de Asturias hemos conseguido realizar una reconstrucción mayor de los hechos, con los papeles de la Legión Cóndor y de los mandos militares republicanos. Los nazis llevaban un registro pormenorizada de sus acciones, incluso de los aviones que utilizaban y las bombas que tiraban. Aunque casualmente sobre este hecho no llegan hablar en sus papeles. Sin embargo, en la lista que tiene de los pilotos de la Legión Cóndor muertos en combate, aparecen tres nombres que murieron justo el 7 de octubre en Asturias: Rudolf Hartig, Karl Uhrmeister y Heinrich Stallman, en acciones de bombardeo.

Este último, teniente, era uno de los jefes del alemán prisionero, Hubert Ogasa, que fue trasladado hasta Gijón para ser interrogado. Nacido en Hinderburg el 21 de noviembre de 1912, era suboficial de las Fuerzas Aéreas Alemanas, perteneciente a la 7ª escuadrilla del Grupo de Combate Boelcke, estacionada en Delmehoret, cerca de Bremen.

Soldados nazis en Gijón.

Antes de entrar en el Ejército alemán, había sido electricista. Su padre, calderero, había muerto en 1919. Tenía dos hermanos y dos hermanas. Su familia era pobre. Por eso, tras entrar en el servicio militar en 1934, decide quedarse y probar suerte en la aviación, haciendo un curso de un año en Bremen, ya que la mayoría del tiempo de civil había estado sin trabajo. No pertenecía a ningún organización política, no estaba en el NSDAP (Partido Alemán Nacional Socialista, el Partido Nazi) aunque su jefe Stallman, si lo estaba.

En septiembre de 1937 le ofrecen la oportunidad de venir a España. Acepta por dos cosas: por conocer el país y por el salario. En Alemania cobraba 75 marcos y en nuestro país cobrar “600 pesetas al mes”, pudiendo llegar hasta un sueldo de 1200 marcos para un subteniente. Por eso, como explica la investigadora Stefanie Schüler-Springorum en su libro La guerra como aventura, sobre las actuaciones de la Legión Cóndor en suelo español, la mayoría de soldados que venían, no lo hacían por entusiasmo o de forma voluntaria, sino por las condiciones materiales. De hecho, los informes de los oficiales se quejaban de que a España “no se había mandado al mejor personal” y que algunos de ellos habían sido suspendido por sus actitudes.

La localidad vasca de Gernika fue arrasada por las aviaciones alemana e italiana.

A finales de septiembre salió de Munich en tren para Italia, donde voló en un Junker hasta Sevilla. Tenían que ser lo más discretos posibles. Tras dos días, continuaron el viaje hasta Santander, también en avión. De hecho en su travesía tenía que ir de civil, ya que el régimen nazi no podía tener ese tipo de armamento que poseían, por el tratado de Versalles.

Desde el aeródromo de Pontejos hacían sus incursiones en Asturias (los sublevados tenían otros dos aeródromos en su poder cerca de la región, en León, que fue de los primeros que utilizaron para sus ataques en el Frente Norte y en Navia). En dicha estación hacía tres escuadrillas de bombaderos, dos de trimotores y una de bimotor. Cada escuadrilla eran nueve aparatos. El jefe del lugar era un español “cuyo nombre desconocía” y el jefe de su escuadrilla era el capitán Hoffman.

Despedida de la Legión Condor en Vigo. Mayo de 1939. Foto: Hugo Jaeger.

El vuelo en el que le derribaron era el segundo que Hubert hacía en nuestra región. Actuaba como 2º piloto. Junto a su avión había tres cazas, de acompañamiento. Su misión era bombardear sobre la línea del Sella. Fueron derribados porque se le rompió el mando de profundidad al avión, fruto de los impactos recibidos. El aparato llevaba bombas de 50 kilos, aunque llegó a transportar de 250 kilos. Podía soportar una carga de hasta 1000 kilos. Su velocidad media eran 200 km/h. Y además, iba armado con dos ametralladoras.

Milicianos asturianos. Foto: Constantino Suárez/Museo del Pueblo de Asturies.

No sabemos qué paso con Hubert después del interrogatorio. Ni tampoco los nombres de los soldados republicanos que derribaron el avión. Sin embargo, los datos que da el prisionero nos dan datos muy interesantes sobre el funcionamiento de la Legión Cóndor, las motivaciones de los soldados alemanes para venir a luchar junto a los sublevados en nuestro país y la actuación de la aviación nazi en la región asturiana.

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