Superar el “síndrome energético”, recuperar la soberanía alimentaria

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Eduardo Menéndez
Eduardo Menéndez
Es geólogo y miembro de Ecoloxistes n´Aición d´Asturies.

A lo largo del siglo XX la presencia en Asturias de una industria pesada y de una importante minería del carbón imprimió un sello especial al desarrollo regional cuya característica fundamental fue el monocultivo industrial del acero y del carbón: siderurgia y producción de energía en centrales térmicas. Sin embargo, este modelo comenzó a resquebrajarse a partir de los años 80 del pasado siglo con las fuertes reestructuraciones que, por necesidades del capital y no por razones medioambientales, se llevaron a cabo. El cierre negociado de la minería, debido a su baja rentabilidad y pactado por patronal y sindicatos, fue una de las consecuencias más significativas. Es decir, las empresas del sector asumieron el objetivo de adaptarse a las condiciones del mercado y no seguir recibiendo subvenciones. Los efectos sociales no se apreciaron en ese momento, pues el dinero procedente de los denominados fondos mineros financió generosas prejubilaciones y un buen número de actuaciones que garantizaron el mantenimiento del consumo en la región durante un cierto tiempo. En aquellos momentos desde el ecologismo social se cuestionó con insistencia el destino de esos fondos que, sin ninguna planificación, se invirtieron en proyectos de dudoso beneficio social, algunos con elevado impacto ambiental y que solo sirvieron para comprar “paz social” pero no para construir un futuro para Asturias.

Pozu Nicolasa. Foto: Iván G. Fernández.

Las condiciones pactadas en su momento para el cierre de la minería culminarían en 2018 con la obligación de cerrar todas las explotaciones que habían recibido ayudas para ese cierre o bien de devolver ese dinero, nada que ver con cuestiones ambientales.

Desde hace pocos años, casi superado el negacionismo impuesto por determinados sectores económicos y ante la ya acuciante necesidad de luchar contra el Cambio Climático, las leyes europeas obligan a una serie de compromisos, entre ellos el de adaptarse a las directivas comunitarias en materia de emisiones, teniendo que adaptar sus instalaciones con la incorporación de técnicas de desulfuración y desnitrificación. La mayoría de las centrales térmicas de carbón asturianas a excepción de la central de Aboño1 han decidido cerrar sus instalaciones porque no les compensa económicamente ante el aumento del precio de la tonelada de CO2 emitido.

Térmica de Lada. Foto: Iván G. Fernández.

Desde organizaciones del ecologismo social como Ecoloxistes n’Aición d’Asturies (EnA) siempre hemos defendido que en este proceso de transición energética en el que las reestructuraciones se han de realizar por interés general, ninguna persona puede quedar abandonada por la desaparición del sector en el que trabaja. Las políticas laborales son decisivas para lograr una transición justa, y un elemento fundamental es el reparto del trabajo y la reducción de la jornada laboral. En una sociedad cada vez más tecnologizada, con capacidad para producir más en menos tiempo, no puede concebirse que no exista una reducción del tiempo trabajo, salvo que esa disminución de los tiempos de producción redunde exclusivamente en beneficio de los inversores.

En una sociedad con capacidad para producir más en menos tiempo resulta fundamental el reparto del trabajo y la reducción de la jornada laboral

Ante el oscuro panorama que tenemos por delante, debemos establecer los pilares de un nuevo sistema productivo encaminado a satisfacer las verdaderas necesidades sociales y, al mismo tiempo, hacerlo en un nuevo marco que nos permita caminar hacia una solución a la crisis ecológica. En este proceso no valen propuestas aisladas ni ocurrencias, como las ya ensayadas con los fondos mineros, aunque estén pintadas de verde, sino que ha de diseñarse la nueva estructura económico-productiva y social.

En este contexto, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) inicia a finales de 2019 un proceso de participación pública, el Plan de Acción Urgente para las comarcas de carbón y centrales en cierre 2019-2021, dirigido a aquellas comarcas y regiones que están pasando por un proceso de cierre de su industria y/o minería y que en Asturias repercute directamente en los municipios del suroccidente y de las cuencas del Nalón y del Caudal. En el proceso han participado 83 agentes en la comarca del Nalón y 87 en la del Caudal. El documento del ministerio incluía un diagnóstico, un análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) y unas preguntas relevantes relacionadas con el presente y futuro de esas comarcas. Los resultados de esta primera etapa del proceso se han hecho públicos recientemente2 y resultan muy interesantes ya que a las cuestiones que propone el Ministerio los participantes han añadido numerosas propuestas que son de vital importancia para el futuro de esas zonas.

En nuestra opinión, tanto el planteamiento del proceso como sus primeros resultados tienen aspectos positivos y negativos. Como aspectos positivos del planteamiento resaltamos el impulso a la participación pública, y en cuanto a los resultados consideramos relevante el papel que se da a la regeneración urbana como elemento fundamental para hacer de estas zonas lugares atractivos para vivir eliminando infravivienda y recuperando baldíos industriales y terrenos contaminados, a la mejora de las comunicaciones en la zona metropolitana con el tren de cercanías como modo predominante, y a la agricultura, ganadería e industrias asociadas a estos sectores primarios. Consideramos aspectos negativos el hecho de que no se haga un planteamiento holístico del horizonte al que se quiere llegar y que, como consecuencia de ello, surjan proyectos desconexionados e incoherentes, con poco futuro a medio y largo plazo y que supongan un despilfarro añadido al de los desaprovechados Fondos Mineros. En cuanto a los resultados, nos parece preocupante el papel que se le está dando al sector energético con propuestas que o bien no son sostenibles, como la biomasa en grandes cantidades, que implicaría la importación de madera, o bien todavía están fase de investigación, como el Hidrógeno, tal parece que Asturias no puede tener futuro si no es generando energía como en el pasado. Hemos de desprendernos de ese “síndrome energético” pues las energías renovables en Asturias no pueden jugar el mismo papel que en el pasado tuvo el carbón: la solar fotovoltaica solamente será importante en el autoconsumo, especialmente el industrial, la eólica terrestre no debería incrementarse mucho más, dada la limitada zona con posibilidades de instalación, el Occidente asturiano, debiendo priorizarse la “repotenciación” de los más antiguos; otros escenarios, como la eólica marina, con una escasa plataforma costera, sometida, además, a diversas limitaciones hace que, en este campo, las esperanzas estén en la eólica flotante, que está aún en una etapa muy inicial de desarrollo. También juzgamos negativa la nula referencia a la regeneración fluvial que debería ser el eje vertebrador de esas comarcas, la recuperación del río en los tramos urbanos enriquecería la calidad ambiental del valle, permitiría crear lugares para el disfrute lúdico y sostenible del río y contribuiría a mejorar la calidad de vida de la población.

Las energías renovables en Asturias no pueden jugar el mismo papel que en el pasado tuvo el carbón

Frente a la visión conservadora, presente políticamente no solo en la derecha, que se niega a asumir los cambios y no concibe un futuro diferente al pasado, planteamos la necesidad de impulsar cambios profundos en nuestro modo de producir, de consumir y de alimentarnos. Producir y consumir no cualquier cosa que genere empleo sino aquello que sea socialmente necesario, y producirlo, si es posible, en la cercanía, lo cual es aún más trascendental si nos referimos a la alimentación. En Asturias cada vez se usa menos tierra “nuestra” y más tierra de fuera hasta el punto de que nuestra base alimentaria se encuentra a varios cientos e incluso miles de kilómetros de aquí. Recuperar el mundo rural y con él la Soberanía Alimentaria ha de ser un objetivo prioritario de cualquier política de transición a una sociedad más justa y sostenible. Mundo rural en las alas, y en la costa, pero también en el Área Metropolitana ya que por sus características de policéntrica y discontinua, se configura con amplios espacios rurales entre los intersticios que dejan las principales poblaciones del centro (Oviedo, Gijón, Avilés, Mieres, Langreo), en todo este mundo rural están parte de las soluciones a muchos de nuestros problemas ambientales y sociales.

1 Mantendrá dos grupos activos, uno funcionando con gas del alto horno y el otro a la expectativa de ser necesario para garantizar el suministro.

2 Convenio de Transición Justa del Valle del Caudal y del Valle del Nalón. Plan de Acción Urgente para comarcas de carbón y centrales en cierre 2019-2021. Informe preliminar del proceso de participación pública.

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