Una fiebre recorre Asturies. Es la fiebre de las plantas de asfalto. El fenómeno tiene poco que ver con lo natural y mucho con lo económico, más concretamente con la crisis de la construcción. La baja demanda de materia prima para la edificación privada y la obra civil obligan al sector cantero a diversificar su negocio. La construcción de plantas de hormigón y asfalto en las instalaciones de las canteras es una buena alternativa para las empresas en tiempos de contracción del mercado. Ese es el objetivo que se persigue en Priorio, Las Caldas, en el concejo de Oviedo/Uviéu, donde la oposición vecinal y política ha impedido de momento el proyecto. Es también el problema al que ahora se enfrentan los vecinos y vecinas del valle de Llera, Grao. Saben que lo tienen difícil, que un vecindario rural de gente trabajadora parte con una enorme desventaja frente a una empresa líder en el sector y bien relacionada políticamente, pero no por ello se dan por vencidos. De momento ayer colapsaron el Ayuntamiento de Grao registrando 410 alegaciones contra el estudio de impacto ambiental presentado por la empresa propietaria de la cantera, Pavitek. Alegaciones recogidas puerta a puerta, que demuestran el músculo del movimiento vecinal del valle. “Mucha de la gente que vive aquí son trabajadores jubilados de las principales fábricas asturianas, es injusto que después de toda la vida respirando mierda, tengan que volver ahora a hacerlo de mayores” señala María que desde el desconfinamiento ha llamado a todas las puertas para explicar a sus vecinos el peligro de vivir junto a una fábrica de asfalto.

El valle de Llera está en el concejo de Grao. En coche son tan solo 20 minutos del centro de Oviedo/Uviéu. María y Xurde, cansados de la ciudad decidieron hace cinco años trasladarse a vivir a una casa en la aldea de Somines. “Veníamos escapando del asfalto y nos lo pusieron debajo de casa” bromea María. Aurora, otra urbanita afincada desde hace algún tiempo junto a su marido en el valle señala que lugares como Llera, por sus buenas comunicaciones, tienen un enorme potencial para atraer a nuevos vecinos y vecinas: “hay que cuidarlos y hacerlos atractivos para toda esa gente que con la pandemia se está pensando en irse al pueblo a vivir y teletrabajar“. A pesar de su cercanía a la autopista o a la subestación eléctrica de Grao entrar en el valle de Llera es sumergirse en un paisaje típicamente rural asturiano, especializado en usos ganaderos y forestales. Únicamente la cantera de Pavitek y su planta de hormigón rompen la armonía de un rincón en el que con el día despejado se contemplan unas vistas imponentes de la sierra del Aramo.

“La cantera debieron hacerla cuando yo tenía 15 o 17 años. Íbamos allí con les vaques a pacer. Antes llamábamoslo La Peña. Parte eran praos comunales, lo otro fincas de particulares” recuerda José María, que señala que la cantera siempre ha dado problemas al pueblo, tanto por las nubes de polvo o el tráfico pesado de camiones y maquinaria como sobre todo por las explosiones irregulares: “tiraban los tejaos, tiraban la de Dios”. Poco a poco la lucha vecinal logró que los empresarios tuvieron que asumir algunos controles, así como indemnizar a vecinos como Lolo, al que una de las voladuras le causó enormes daños en su casa. A día de hoy aún así siguen las quejas sobre la actividad de Pavitek como la falta de vallado o la cercanía de la explotación a las casas. La instalación de la planta de asfalto supondría no obstante un paso más allá. Toda una declaración de guerra a la vida rural en el valle, sobre todo a las casas más cercanas, para las que las cosas serían muy difíciles de llevar. No obstante, señalan, “esto también va con la gente de la villa de Grao y del resto del concejo y del área de la planta. Es veneno que el aire va a llevar a todas partes”.

Aunque como apunta Lolo, “entre cincuenta siempre sale algún torcío”, la cohesión del vecindario contra la planta de asfalto es muy alta. Por eso han logrado reunir tantas alegaciones y pudieron organizar el noviembre pasado una manifestación de varios centenares de personas en Grao. Algo a favor de la lucha vecinal: la empresa genera muy pocos puestos de empleo y solo uno en el valle. Al gobierno local, de IU, le piden que si realmente se opone a llenar de malos humos el concejo se moje más con ellos. Fuentes del equipo de gobierno consultadas para este reportaje señalaron que por su parte no tienen ningún interés en que salga adelante el proyecto, pero que tendrán que acatar lo que digan los técnicos de medioambiente del Principado. El movimiento vecinal confía en hacer descarrilar el proyecto en esta primera fase de alegaciones. A pesar de sus escasos recursos han logrado contratar a una abogada para que les asesore. También se mantienen en estrecha coordinación con los vecinos y vecinas de Las Caldas, a escasos kilómetros, y con los que comparten el mismo problema. ¿Algo positivo? “Estamos más unidos, nos conocemos más” indica María. De la lucha ya ha salido una nueva asociación vecinal y cultural. Se llama “Faxera Verde”, como el arroyo que discurre por el fondo del valle. El objetivo de momento es seguir peleando contra la planta de asfalto, pero también hacer más cosas. Esto solo acaba de empezar.