“El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios…Pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar de pasión”.
“El secreto de sus ojos” de Juan José Campanella.
Los veranos de los años 80 los pasábamos jugando al fútbol en la calle Luarca. Era donde estaban los almacenes de las bobinas de papel del diario El Comercio. También había más naves industriales que albergaban empresas como Vulcanizados Trancho.
Cuando éramos pocos, utilizábamos uno de los portones de las naves como portería y hacíamos dos equipos. El portero rifaba la pelota lanzándola de espaldas a nosotros y comenzábamos a jugar. Durante años, en uno de esos portones se mantuvo una pintada: “Aquí paró de todo Bonello”.
Los dos jugadores que todos queríamos pedirnos eran siempre los mismos: Maradona y Quini
Cuando ya éramos suficientes para hacer dos equipos en condiciones ocupábamos toda la calzada y hacíamos dos porterías cuyos postes señalizábamos con ropa o si había suerte, algún ladrillo.
Las aceras marcaban los límites del fuera de banda y cuando pasaba algún coche parábamos, recogíamos los postes, lo dejábamos pasar y volvíamos al juego. No pasaban muchos coches y recuerdo que los que pasaban esperaban tranquilamente a que recogiéramos los bártulos. El tiempo transcurría de otra manera.
Los dos jugadores que todos queríamos pedirnos eran siempre los mismos: Maradona y Quini.
En el verano del 86 se disputó el Mundial en México. Pique era la mascota. Un chile verde con sombrero de mariachi y un balón de fútbol. Me tocó uno en un huevo Kinder.

Debido a la diferencia horaria los partidos se retransmitían de madrugada.
Mi hermano y yo nos levantábamos para verlos en el salón con mis padres y nuestros vecinos de puerta. Recuerdo a mi padre gritando gol a las tantas de la mañana cuando España venció 1-5 a Dinamarca. Era la España que siempre se quedaba en cuartos. Y así ocurrió frente a Bélgica. En los penaltis.
En aquel Mundial hubo un partido muy especial. No recuerdo si llegué a verlo en directo. Creo que sí. La Argentina de Maradona se enfrentaba a la Inglaterra de Shilton y del gran Gary Lineker. Había algo de revancha en ese partido. El desastre de la guerra de Las Malvinas cuatro años antes aún estaba presente. En mi casa se iba con Argentina. Tanto en la dichosa Guerra como en aquel partido. De hecho, teníamos familia allí. Uno de los hermanos de mi abuelo huyó a las américas escapando de la guerra civil. Se instaló en Buenos Aires y nunca más volvió. Lo llamábamos Pibe.
Poco se puede contar de aquel partido que no se sepa. Los dos goles de Maradona son los dos goles más recordados de la historia de los mundiales. En el primero, “la mano de Dios”. Un gol ilegal subió al marcador. Injusticia divina. En el segundo, Maradona marcaría uno de los mejores goles de todos los tiempos. Justicia divina.

Argentina acabaría ganando aquel campeonato. En la final contra Alemania Maradona no marcó. Pero la albiceleste se impuso por tres goles a dos a la todopoderosa Alemania de Rummenigge.
Había que llamar a Pibe para felicitarle.
Diego Armando Maradona fue un personaje controvertido, polémico, amado hasta la locura y odiado hasta la sinrazón.
Venerado en su Argentina como un dios terrenal, referente de los niños hijos de las clases populares a lo largo y ancho del mundo. Desde Bangladesh hasta Tierra de Fuego.
En el Nápoles recuperó el orgullo de los pobres del sur de Italia frente al poder hegemónico de los ricos del norte.
Berlusconi intentó llevárselo al Milan. Habló con el representante de Maradona y le ofreció el doble de dinero si fichaba por su equipo. Esa misma noche, cuando Guillermo Coppola, representante del Pelusa, le trasladó la propuesta, Claudia, la esposa de Maradona le dijo…”Diego, vos nunca te vas a poder ir de aquí”.
Berlusconi intentó llevárselo al Milan. Habló con el representante de Maradona y le ofreció el doble de dinero si fichaba por su equipo.
Galeano se refirió a Maradona como el ‘dios sucio’. Ese dios sucio con el que las clases populares se identificaban precisamente por todos sus defectos. Calamaro lo describió como “un hombre pegado a una pelota de cuero”. Manu Chao le escribió “La vida Tómbola”. Sorrentino cuenta como Maradona le salvó la vida:
“Desde que tenía 15 años que le pedía a mi papá que me dejara ir a ver un partido de Maradona y el Napoli de visitante. Sólo me dejaban verlos de local. Cuando en aquel septiembre del año 86 mis padres me dijeron que teníamos que ir a pasar unos días a nuestra casa en Roccaraso, les rogué que me dejaran ir a Empoli, donde jugaba de visitante el Napoli. No sé por qué pero ese día me autorizaron. Ellos se fueron y yo me quedé en casa. Al otro día sonó el timbre. Era el portero del edificio. Con los ojos llorosos me comunicó que mis papás habían muerto durante la noche en nuestra casa de veraneo. Hubo una fuga de gas y fallecieron mientras dormían. Yo salvé mi vida gracias a mi amor por Maradona”
Maradona y Havelange.
Joao Havelange alcanzó la presidencia de la FIFA en 1974. Antes de Havelange, la FIFA era algo pequeño. Con Havelange se convertiría en un trasatlántico que movería ingentes cantidades de dinero al convertir al fútbol en el moderno espectáculo de masas que hoy conocemos. La estrategia de Havelange para tener a todo el mundo contento era simple. Agasajarlos con todo lo que fuera necesario. A Pelé lo tuvo siempre a su lado. Pero no a Maradona. El astro argentino siempre rechazó a Havelange. “Tenemos orígenes diferentes. La relación es imposible, por más que Havelange diga que me quiere como a un hijo, como a un nieto, o como a un bisnieto”.
En el Mundial de México 86 Maradona se puso en pie de guerra. Los horarios de las televisiones obligaban a jugar partidos en horas donde el calor era insoportable para los jugadores. Maradona se plantó y amenazó con la huelga. Aquella vez la sangre no llegó al río.
Tras la derrota en la final del Mundial del 90, Maradona volvió con la albiceleste al Mundial de EEUU en el 94. El fútbol en EEUU carecía de tirón y se utilizó el reclamo de la figura del Pelusa para promocionar el campeonato. Maradona llegó en un estado de forma excelente, la albiceleste tenía un gran equipo e iniciaron el campeonato intratables. Argentina volvía a ser de las favoritas . Pero un control antidopaje dejaría a Maradona fuera del torneo. Positivo por pseudoefedrina. Abel Balbo, jugador de aquella selección argentina lo contaba así años después: “Como lo fueron a buscar y lo llevaron de la mano, armaron todo un teatro. Fue la única vez en la historia que una enfermera va a buscar a un jugador adentro de la cancha. Después con el tiempo nos dieron la razón, en la FIFA estaba todo bastante sucio”. Balbo también añadió: “ Todo lo que pasó con Diego fue un boicot, Argentina molestaba y no podían permitir que saliera campeón del mundo en el último año de la presidencia de Havelange y menos con Maradona como capitán. Era todo muy raro, Diego siempre fue muy sincero con nosotros, él estaba haciendo las cosas bien”.
Maradona tomó un producto legal llamado Ripped Fast que se vendía con dos envases: uno con pseudoefedrina y otro no. Gente cercana a Cerrini, nutricionista de Maradona, afirmó que hubo un error en la compra del producto. “Lo terminó pagando Diego y la AFA”.
En el Mundial de México 86, al jugador de la selección española Calderé, dando positivo con la misma sustancia, le sancionaron con un partido de suspensión. Con Maradona, Havelange quiso que el castigo fuera ejemplar.
En la rueda de prensa tras conocer la sanción, Diego afirmaría lo siguiente: “Me cortaron las piernas”.
Con Maradona, Havelange quiso que el castigo fuera ejemplar
Años después , ya con Havelange fuera de la FIFA estallaría el escándalo de los sobornos. Havelange y la gente de su entorno habían cobrado sobornos multimillonarios de la empresa que comercializó los derechos audiovisuales del Mundial hasta su quiebra en el año 2001.
La otra cara de Maradona.
El lado más oscuro del dios sucio de Galeano también es conocido por todos. Su presunta relación con la camorra, su adicción a la cocaína, las acusaciones de maltrato, pedofilia…

No es cuestión de justificar ningún acto injustificable. Pero quizás sí es oportuno preguntarse qué pudo pasar con aquel niño pobre de Villa Fiorito, hijo de Don Diego y Doña Tota que asombró al mundo por haber nacido con un don. El don de dominar absolutamente una pelota de cuero. Una simple pelota de cuero. Lo que no cabe duda, es que a diferencia de Havelange, a Maradona siempre se le tuvo en el punto de mira.
Ha muerto el mayor genio de la historia del fútbol. Y no sólo por su don. Antes que Maradona ningún otro tuvo tanta difusión mediática ni logró llegar a tantos millones de personas a lo largo del mundo.
Una pesada carga a la espalda de aquel niño pobre de Villa Fiorito que soñaba con jugar en su selección y ganar un Mundial.
“El fútbol es el deporte más lindo y sano del mundo. Yo me equivoqué y pagué. Pero la pelota no se mancha”
Diego Armando Maradona