Hay que tener gafas de sol para días de lluvia, tan ovetenses, y otras para las fiestas, caso de LibrOviedo. Vamos dejando las mascarillas a un lado, el vacunómetro brinda oxígeno, levantamos la vista, acumulamos sobredosis de esperanza tras el triste encierro y, al tacto, el milagro absoluto, todo el horizonte pleno, la página escrita del libro que vamos a comprar. ¿Estamos mejor o peor en la ciudad con nuestra feria literaria?, he aquí el asunto. En cualquier caso, lo primero es soplar las velas, 27 años de encuentro entre público lector, libreros y editores. Una gran trayectoria ejemplar.
¿Qué dura 27 años en esta perra vida? Pocas cosas. La alegría de Mar Prieto, actual directora del evento, igual más. La política cultura se mide por lo lleno y no por lo vacío; iniciativas de éxito, al microscopio, vemos cómo no pararon ni un año. El motivo es mantener la llama. La ilusión es no tirar la toalla. El secreto, siempre, y ahora entramos en manteria, deber ser renovarse. Lo vemos con los Premios Princesa de Asturias: cuarenta años a piñón. Lo vemos con el Niemeyer avilesino: paró dos años con Cascos, y aun sufre la fatiga. Continuidad. Trabajar y no pensar. Apoyo social e institucional. Ganas, amigos, todas las del mundo. Nuestra ciudad lo pide.

Junio, 2021. Una pandemia pesada a cuestas y, por la que entre otras cosas, hemos perdido casi el sesenta por ciento de nuestras expresiones faciales, además de a lo más importante, familiares y amigos muertos. No nos duelen las manos de los aplausos, eso jamás. Vamos venciendo al monstruo. Seguimos también perdidos como el senderista atolondrado en un bosque espeso de vegetación, horror y niebla. Damos tumbos pero, de la incertidumbre, se renace. LibrOviedo es un campeón, ha superado palos en las ruedas: Whatsapps sin contestar hasta el último momento, cambios repentinos de ubicación y fechas, varios y variados regímenes de vientos, sirocos violentos, huracanes negros, borrascas en poniente y levante, etc. Finalmente, con venda pero sin herida, ya pestañea y gorjea en el cogollo del Antiguo, plaza Porlier, a la vista del viajero de Úrculo que, cuando no lo miras, guiña un ojo y quiere escaparse al Campillín a tomar vitamina D.
Otro escenario aroma el ambiente. Veremos casetas, guirnaldas, algo de vermú, canciones de autor y, lo crucial, por fin: la vida al aire libre. El público lector siempre pide más y pequeña feria jamás fue un fiasco. Los debates están abiertos: pedimos mayor presencia editorial, el apoyo a las editoriales ovetenses y asturianas, tal vez una caseta para ellas como ocurre en otros eventos, por supuesto la organización o supervisión del conjunto a través de la imprescindible Red de Bibliotecas Públicas, quienes generan auténtica comunidad lectora en barrios y distritos, por medio de sus clubs de lectura y un sinfín de actividades programadas ex profeso. Un beso para Chelo Veiga, que se desvive en el asunto, y a veces se desespera cuando no puede hacer todo cuanto sueña.
Las casetas, un diez. Echo en falta más música o actividades complementarias. ¡Habéis acertado! Una especie de Semana Negra en Oviedo, donde uno puede tomarse algo y el maridaje de letra y música es clásico. También algo de secano, maravillosa meseta castellana, donde soy tan feliz, ferias como la Urueña, con más librerías que bares y, lo que aquí importa, actividades coordinadas entre ambos. Sumar esfuerzos, en definitiva. Jorge Salvador, editor dicharachero y guasón, siempre es partidario de meter en la cesta de libro todo lo que se pueda. Estoy de acuerdo: la cultura no es un compartimento estanco, se abre y abraza a todo cuanto viene a sumar y no restar, nada peor que la especialización racial.

Puestos a soñar y, dado el emplazamiento al aire libre, cabría un cine de verano, películas, extender nuestro maravilloso Radar o Saco a estos menesteres. Si seguimos soñando, es un plató espléndido para desarrollar iniciativas como la del Bono Cultural, donde en otras ciudades (Bilbao, Santander, Barcelona) pagan la compra a pachas ayuntamiento y usuario. Al coincidir con la Semana del Arte, no cabe fiesta más inclusiva, cara a performances, exposiciones de todo tipo, coloquios o talleres a especificar. ¿Y cómo telón de fondo? Además del premio literario Luis Estrada, no estaría mal otros de diversas categorías y géneros. Llevarían el nombre de Concha Quirós y Alberto Polledo, por la apuesta segura que hicieron desde sus librerías por la cantera local. Por último, todo el subrayado que se haga de ciudad literaria (Avello, Clarín, Ayala, Medio…) es poco. ¿Y por qué no también algo nocturno, desafiar a nuestros cantautores a batirse con nuestros poetas? Las sed de libro es también la del disco o cd.
Festejo, de veras, el arranque y regreso de “LibrOviedo, 2021”. Todo cuanto se trabaje en la renovación, sin nepotismos ni vetos, es poco. Nuevo menú. Novedades, otros desafíos. Sin complejos. Mantener la llama. Muchas veces el cortoplacismo, las miras bajas y el abandono son la peor pandemia posible. Y entonces, ya da igual las gafas que te pongas, porque todo es de noche. Y de noche, no. Claro que no. ¡De noche no podemos ir de estreno! ¡Un beso muy fuerte para todas y todos! Este periódico Nortes, invita a otra alegría juvenil, porque como dice mi amigo Miguel Ángel Aguilar: “muchas veces estamos informados de todo y sin enterarnos de nada”. Gracias.