Yo ya no pido perdón, me da igual lo que esas personas machistas piensen.
Esto es lo que dice algún cartel en las marchas feministas, marchas multitudinarias que recorrían el territorio estatal. Llegó el Covid y nos tuvimos que quedar en casa aunque nos sobraban razones para seguir saliendo. Para seguir gritando con una sola voz que el machismo mata, que la sociedad patriarcal en la que vivimos nos asesina y nos menosprecia sin ninguna o mínima consecuencia.
Se sigue consintiendo que un maltratador pueda ver a sus hijos e hijas, llevárselas de fin de semana y mantener con los y las menores una relación de «aquí no pasa nada», solo porque es su padre. Que haya maltratado a la madre da igual, él es un «buen padre».

Seguimos incorporando el SAP (Síndrome de alineación parental) como si fuera la panacea de las separaciones, cuando sabemos que es ilegal, que es la invención de un hombre machista para que las mujeres madres no puedan ver a sus hijos e hijas. Tenemos recientemente el caso de una mujer, Irene Costumero, madre de una niña que en el proceso de separación el departamento de Asuntos Sociales de la Diputación Foral utilizó el SAP para quitársela…¡Asuntos Sociales de una diputación! ¿Qué podemos esperar las mujeres del resto de la sociedad, de los hombres, de la judicatura, de la policía, de los servicios médicos cuando ellos mismos son los que utilizan un argumento que NO ES VÁLIDO? ¿Qué defensa tenemos? Parece ser que la autodefensa.
Lo que también debemos hacer como sociedad es pedir responsabilidades, esa persona que ha valorado ese criterio y lo ha llevado a sus últimas consecuencias no puede estar trabajando en esos departamentos que son tan sensibles para las mujeres. Esos departamentos a los que las mujeres acuden en busca de auxilio.
En palabras de una amiga y compañera que sufrió malos tratos, y que yo comparto al 100%, el sistema de protección no funciona. Por favor, ¡revísenlo, no funciona!

Somos nosotras las que tenemos que soportar toda la mierda misógina de la sociedad (que incluye policía, servicios sociales, judicatura, etc.). Que el 016 no basta. Que somos nosotras las que tenemos que ir a casas de acogida y separarnos de todo, de toda nuestra vida, de todos los seres que forman parte de ella, incluidos nuestros animales. Que somos nosotras las que tenemos que llevar protección, la orden de alejamiento, las pulseritas, etc. Que nos siguen diciendo que denunciemos, pero no nos dicen que vamos a vivir un infierno. Un infierno delante de la policía, un infierno delante de la judicatura, un infierno en los servicios sociales. Siempre explicando. Que al final hay que elegir entre varios infiernos: la denuncia, el de volver con el maltratador, el silencio o el suicidio. ¿Qué es lo que nos queda?
Esta amiga tiene treinta y pocos años y en su joven vida ya ha sufrido estas relaciones de maltrato en su familia. Lo lleva viviendo desde que era pequeñita. No la ayudó nadie y menos el Estado que se supone protector de la ciudadanía. Ese Estado que se gasta millones de euros en armar al ejército pero no en enseñar y educar a la policía, jueces y demás departamentos para que puedan entender qué es la Violencia Machista, como tampoco les enseñan a tener empatía con esa mujer que lo ha perdido todo, que ha decidido denunciar y que quiere seguir cuidando de sus menores sin tener que entregarlos al maltratador.
Pienso que hay que señalarles, con el dedo acusador, a ellos. ¡YA! Sus caras, dónde trabajan, quiénes han sostenido y participado de la violencia, etc. Que sean ellos los que lleven escolta para no violar ni matar, que sean ellos los que tengan que irse de las casas.
Lo que se está haciendo no es suficiente y estamos viendo como en los últimos años socialmente se ha ido para atrás negando la violencia machista que sufrimos y señalando a las mujeres como si fuéramos nosotras las culpables de la forma de actuar de los hombres machistas.
Sé que queda camino para seguir afrontando el problema que tenemos toda la sociedad en su conjunto. Pero, también creo, que hay que señalar a los culpables. No somos nosotras. Las mujeres no somos culpables de la violencia machista, son los hombres. Es la sociedad patriarcal en la que fuimos y somos educados.

Si hacemos caso a hombres y mujeres de diferentes partidos políticos que niegan esta violencia, que la minimizan, que la esconden, que la blanquean, que la ocultan detrás de otros tipos de violencia estaremos fracasando como sociedad. Estaremos dándoles herramientas a los hombres asesinos machistas para que sigan igual ya que esos partidos políticos los protegen.
Por esto, desde aquí, desde esta tribuna, que es un medio de comunicación, me gustaría pedir que Ministerio de Igualdad se reúna con urgencia con los ministerios que están involucrados: Interior, Justicia, Educación, Asuntos Sociales y Sanidad. Y reúnanse también con las mujeres que viven en las casas de acogida, las que han denunciado, las que han sufrido violencia. Pregunten, con empatía, qué les ha pasado, por qué han tenido que abandonar su casa. Escúchenlas, ellas son las que saben y ustedes las que tienen que actuar. Estamos en alerta y el Estado tiene que asumir su responsabilidad le guste a los otros partidos o no.