Ecoembes: 25 años incumpliendo la legislación española sobre reciclaje

Las grandes campañas publicitarias de la empresa contrastan con la realidad de los malos datos sobre regogida selectiva de envases.

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Pablo García
Pablo García
Es sociólogo, vecino de Llangréu y activista del Conceyu pola Transición Xusta.

Ecoembes, Ecoembalajes España S.A., es una empresa privada y el sistema integrado de gestión (SIG) que se encarga de la gestión de los residuos de envases ligeros desde el año 1996. Su consejo de administración lo forman empresas envasadoras y de la gran comercialización como Coca – Cola, Nestlé, Mercadona, Carrefour, El Corte Inglés, Pascual o Procter & Gamble.

En tanto que SIG constituido por envasadores y comercializadores, Ecoembes tiene la responsabilidad ampliada de cumplir con los objetivos de reducción, reutilización y reciclado y “la recogida periódica de envases y residuos de envases, en el domicilio del consumidor o en sus proximidades”, según establece el art. 7 de la Ley de Envases 11/1997, trasposición a nuestra legislación nacional de una directiva europea anterior.

Para hacer frente a dicha responsabilidad ampliada, Ecoembes se financia mediante la aportación por los envasadores de una cantidad por cada producto envasado. Una aportación que luego se traslada al precio que paga el consumidor. A su vez, Ecoembes decide cuánto destinar a los ayuntamientos para financiar la colaboración en la recogida separada.

A semejanza de lo que ocurre con el oligopolio eléctrico, un factor adicional que favorece el poder de Ecoembes es la mezcla de inoperancia e inapetencia con la que los poderes públicos – Ministerio, comunidades y ayuntamientos – contemplan lo que acontece con los residuos domésticos.

De ahí que Ecoembes haya conseguido que ninguna administración le pida explicaciones y, mucho menos, que se le apliquen sanciones por el incumplimiento “sistemático” de lo establecido en el art. 7 de la Ley de Envases: “Estos sistemas integrados de gestión garantizarán, en su ámbito de aplicación, el cumplimiento de los objetivos de reciclado y valorización, en los porcentajes y plazos establecidos”. Esto es, “antes del 31 de diciembre de 2008, y en años sucesivos, se reciclará entre un mínimo del 55% y un máximo del 80% en peso de los residuos de envases”.

“Ecoembes sólo recoge el 25% de los envases”

Y es que Ecoembes sólo recoge en el contenedor amarillo el 25% de los envases puestos en el mercado, y recicla aún menos. Mientras el 75% de los envases acaban en la bolsa de basura mezclada, o en calles, plazas, parques y en el medio natural, según el informe de Greenpeace “Maldito plástico”.

Quizá por ello Ecoembes dedica importantes recursos económicos a financiar cátedras universitarias, periódicos, radios, televisiones, asociaciones de periodistas y campañas de publicidad que nos dicen que se recicla mucho y bien. Mientras los poderes públicos dejan hacer al consorcio, algunos políticos encargados de la gestión de residuos culpabilizan a los y las consumidoras por las grandes cantidades de envases que acaban directamente en el vertedero.      

Alberto Vizcaino apunta en su libro “Contenedor Amarillo S.A.”, que parece que Ecoembes gestiona sin datos. ¿Cuántos envases se ponen en el mercado? ¿Cuántos se recogen? ¿Cuántos se reciclan? No se sabe. Si nos fiamos de algunos titulares de prensa se están reciclando el 80% de los envases. Sin embargo, estudios independientes acreditan que no se llega al 30% y Greenpeace lo rebaja incluso al 25% de los envases.

Otro tanto se puede decir en cuanto a la colaboración ciudadana en la recogida separada. Parece como si Ecoembes gestionase sin conocimiento de la realidad y los hábitos de las personas consumidoras, y sobre todo sin hacer la más mínima investigación social.

¿Es el grado de acuerdo con la recogida separada la variable que explica la colaboración ciudadana? ¿Están más de acuerdo con la recogida separada los vecinos y vecinas de Gijón que depositan 20 Kg. de envases por habitante al año que en Mieres donde depositan la mitad, 10 Kg/hab/año? ¿Están más de acuerdo con la recogida separada los y las habitantes de Sobrescobio que depositan más de 18 kg/hab/año que la población del vecino concejo de Caso que deposita diez kilos menos, unos 8 kg/hab/año? ¿Y qué ocurre en Cangas del Narcea donde sólo se depositan poco más de 3 Kg/hab/año? ¿Será verdad que los y las pamplonesas que depositan 26 Kg/hab/año de envases están más de acuerdo con la recogida separada que los y las asturianas que depositamos 16 Kg/hab/año, diez kilos menos?

¿O será la distancia de los contenedores al domicilio la variable que explica la mayor o menor colaboración de la población? De ser así, incrementar los porcentajes de recogida separada en los concejos que menos separan, para que se equiparen a los que más separan igual es tan sencillo como invertir más en contenedores o algo mucho más eficiente: implantar la recogida separada “puerta a puerta”.

¿Y qué decir del Sistema de Deposito, Devolución y Retorno (SDDR) basado en el incentivo económico? Un sistema que reembolsando a los y las consumidoras la cantidad previamente cobrada por el envase, logra porcentajes de recogida separada por encima del 90%, con lo cual se solucionaría el problema del 75% de los envases que no van contenedor amarillo. Un sistema al que Ecoembes se opone con todos los medios a su alcance, incluida la creación de un sucedáneo llamado “Reciclos”, que sustituye el incentivo económico por un incentivo “social” o por entradas para el cine, viendo la inevitabilidad del retorno del envase al comercio por imperativo europeo.

“el sistema de incentivos económicos logra porcentajes de recogida separada por encima del 90%”

Junto al sistema puerta a puerta, la proximidad de los contenedores al domicilio y el incentivo económico, diversos estudios sociológicos destacan las campañas de información como tercera variable relevante a la hora de impulsar y mantener la participación en la recogida separada. Pero más y mejor información que la publicidad engañosa que financia Ecoembes. Un caso paradigmático de ello son los anuncios en los que se afirma que depositando 6 latas en el contenedor podemos contrarrestar la contaminación que emite un tubo de escape durante 10 minutos. Cuando las emisiones de tubos de escape son un flujo contaminante que no tiene nada que ver con los envases de usar y tirar. Como señala Vizcaino en su libro, es como si tienes tos y te rascas un pie.

Evidentemente las personas consumidoras necesitamos información sobre los beneficios que se van alcanzando con nuestro esfuerzo y sobre cómo mejorar nuestra separación de residuos, pero sin olvidar que antes del reciclaje, están la reducción y la reutilización, y en eso Ecoembes tiene un serio problema de credibilidad social puesto que su negocio es que se produzcan muchos envases de usar y tirar.

Así están las cosas, Ecoembes incumple con la responsabilidad ampliada sobre los envases puestos en el mercado; recicla menos de la mitad de lo que la normativa establece; las zonas rurales se ven discriminadas en la recogida separada porque cuesta más que en las concentraciones urbanas; se opone al reembolso a los y las consumidoras de la cantidad previamente cobrada por retorno del envase al comercio y se gasta el dinero de todas las personas consumidoras en campañas de desinformación y en evitar que salga a la luz pública la realidad de su gestión contra sostenible.

Como consecuencia, frente a las 16.111 toneladas de envases recogidas para reciclar, Cogersa enterró más de 35.000 en el vertedero el pasado año 2020. Materias primas que en el futuro se pretenden convertir en Combustibles Sólidos de Residuos (CSR) para su incineración en la Central de La Pereda u otros hornos industriales. Destruyendo miles de toneladas de recursos que deberían ir destinados a la fabricación de nuevos envases, incrementando las emisiones de gases que agravan el cambio climático y poniendo en riesgo la salud pública.    

La cuestión es que a todas y cada una de las personas este modelo nos cuesta mucho. El importante presupuesto anual de Ecoembes, que se estima supera los 500 millones de euros, sale del punto verde que pagamos cada vez que compramos un producto envasado. A lo que hay que añadir las tasas por la recogida de residuos y el tiempo y esfuerzo que dedicamos muchas personas consumidoras a separar y depositar los residuos en el contendor correspondiente ¿No tendríamos derecho a recibir información clara y veraz? ¿No deberíamos poder decidir sobre un modelo que financiamos y se sustenta en nuestra colaboración?

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