Carpetazo discreto del PSOE al AVE hasta Xixón. Al igual que anteriormente con el AVE del cantábrico, del que llegó a hablarse con insistencia en los años de Zapatero y la burbuja inmobiliaria, el partido socialista ha optado por un progresivo y silencioso abandono de un proyecto que ya todo el mundo da en privado, y cada vez más en público, por imposible. En otras palabras, no habrá alta velocidad más allá de Lena. Aunque todavía en marzo del año pasado Adrián Barbón insistía en que el AVE llegaría a Uviéu y Xixón, en junio el ex ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos cuestionaba públicamente la necesidad de una inversión de más de 1.600 millones de euros para ahorrar unos 15 minutos. Hablamos de más de tres veces lo que el Estado ha presupuestado para mejorar todas las cercanías asturianas, lo cual da una idea de cómo la apuesta por la alta velocidad se ha hecho en detrimento de la red que más viajeros transporta al día. Esta semana, la sucesora de Ábalos al frente del ministerio, Raquel Sánchez, daba a entender, tras una pregunta del diputado de Foro Isidro Martínez Oblanca, que se buscarían alternativas más baratas para mejorar las comunicaciones entre Lena y las principales ciudades asturianas: “Hay que ser honrados con los recursos públicos y no dar esperanzas a esa propuesta”. Los planes que se barajan ahora pasan por una serie de mejoras en la vía convencional que reduzcan en unos 9 minutos el trayecto Lena-Xixón, que está ahora en torno a los 45 minutos. El coste rondaría los 208 millones de euros, y de estas reformas, como la eliminación de la curva de Villabona, se beneficiarían también los cercanías, el servicio ferroviario más popular. El viaje Lena-Xixón en tren de cercanías podría pasar de 1 hora y 10 minutos a unos 50 o 55 minutos, una duración de trayecto ya capaz de competir con el coche privado.
Foto: Iván G. Fernández.
Admitir que llevar el AVE hasta Xixón era un derroche de recursos públicos irrealizable constituía algo poco menos que un tabú hasta hace muy poco. Sin embargo, el tiempo ha dado la razón a las organizaciones ecologistas, sindicales y políticas, Podemos, Ciudadanos e IU, que desde hace años se vienen mostrando muy críticas con respecto a un proyecto, que según Diego Álvarez, de la CGT, era “echar dinero a un pozo sin fondo para ahorrar muy poco tiempo”. En opinión de Francisco Barros, de la UGT, y presidente del comité de empresa de RENFE Operadora, los gobernantes se han dedicado durante demasiado tiempo a “regalar los oídos a la gente”, con un proyecto muy caro que suponía más de 17 kilometros de tuneles para acortar apenas 12 o 15 minutos en el tiempo de los viajes. Según este ferroviario, con esos 1.600 o 1.800 millones de euros, “podríamos reformar todo y tener las mejores cercanías de Europa”. El presidente del comité de empresa considera que las tres reformas imprescindibles para garantizar la buena salud del ferrocarril asturiano son: la inversión en algunos puntos concretos que hagan más fluido el tráfico ferroviario, las obras del metrotren para llevar los servicios de cercanías hasta Cabueñes y la renovación completa de FEVE. Para Barros muchos usuarios han ido dejando el tren “quemados por los retrasos y las averías”. “Estamos oyendo todo el día hablar del reto demográfico y se deja morir el transporte de los pueblos” denuncia Barros. Los sindicatos denuncian que apenas se han ejecutado los 580 millones de euros presupuestados en el Plan de Cercanías aprobado en 2017 por el Gobierno de Mariano Rajoy, y asumidos por el de Pedro Sánchez.