El poliamor como apuesta política contra el sistema

En una sociedad que convierte a las personas en objetos, tratar a todos y todas con cuidado y respeto, es, desgraciadamente, un acto antisistema.

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Laura Rozalén
Laura Rozalén
Laura Rozalén Piñero es doctora en Historia Contemporánea y miembro del consejo de redacción de la revista Realitat (https://www.realitat.cat/)

Una herramienta potencialmente revolucionaria

Cada vez se oye hablar más del poliamor y cada vez salen más concepciones erróneas sobre lo que significa. De hecho, se ha acusado al poliamor de ser una tentativa más del capitalismo y del patriarcado para romper los vínculos entre nosotros y potenciar el mercadeo de cuerpos y aprecios en la sociedad. Este artículo pretende, justamente, demostrar que el poliamor puede ser lo opuesto y, a la vez, esclarecer algunos de las dudas más comunes sobre este tema.

Explicado de forma muy rápida y sintética, el poliamor es un paraguas que incluye diferentes maneras de relacionarse, siendo estas alternativas a las relaciones monógamas. En conjunto, rompen con la idea de que el amor romántico es el único auténtico, siente la resta pasatiempo o probaturas para encontrar “la pareja definitiva”. También ponen en cuestión la idea que las relaciones sexoafectivas monógamas, a largo plazo, son las únicas con validez vital para construir un futuro con otras personas. En realidad, el poliamor viene a dar un giro radical a preceptos clásicos que ya se han venido superando de hace años gracias al feminismo: que si hay que encontrar en el amor de tu vida, que si esta persona será quien te complemente en a pesar de que te aporte el que necesites… Vendría a ser una vuelta de tuerca más respecto al lema tan conocido de “no necesito una media naranja, yo ya soy una naranja entera”.

“En realidad, el poliamor viene a dar un giro radical a preceptos clásicos que ya se han venido superando de hace años gracias al feminismo”

Las personas tienden a la monogamia porque, desde pequeñas, se ha dado por hecho que esta es la forma correcta, socialmente aceptable, de relacionarse. Y lo damos por hecho igual que también, desgraciadamente, mucha gente todavía cree que las personas tienen un género asignado antes de nacer, o que “lo normal” será que sean heterosexuales. Pero hay personas que, desde hace muchas décadas, están buscando otras maneras de relacionarse entre ellas fuera de la norma. Y como todo cambio, se puede percibir como una amenaza o, incluso, como una imposición que tiene que asumir la mayoría. Y nada más lejos. Esto pasa porque el capitalismo y el patriarcado ponen una fuerte presión porque no haya formas diferentes de relacionarse. Porque el poliamor es una herramienta que, bien empleada, es potencialmente revolucionaria. Además, se la puede aplicar todo el mundo, aunque decida solo relacionarse sexoafectivamente con una sola persona para el resto de su vida.

Los cuidados, para todo el mundo, ya sea tu amor o tu vecina

Y a mí, que soy una persona monógama convencida, ¿qué me puede aportar esto? Os preguntaréis. Pues el primer mito que tenemos que romper al hablar de poliamor es el de creer que solo nos referimos a tener diferentes relaciones sexuales o sexoafectivas a la vez, por lo que puede enseñarnos cosas a todos. En realidad, de lo que habla es de poner el foco en cómo construimos nuestras relaciones personales, cuidándolas por el que son por nosotros y por el que ofrecen, y reconociendo el valor que tienen en nuestra vida. Y no crear jerarquías entre aquellos con quienes nos vayamos a la cama, aquellos de quien nos enamoramos, quienes apreciamos, la familia o los amigos. Desde esta perspectiva, tú eres el centro de aquello que vives y las personas pasan por tu vida y comparten contigo aquello que pueden darte, sin poner tanto peso en que no pueden ofrecerte, abrazándolos tal como son y agradeciendo aquello que te aportan en cada momento. Hay que entender que el poliamor se basa en el respeto, la confianza, el diálogo constante, la sinceridad y la responsabilidad hacia uno y respecto al resto de personas con las cuales te relacionas, sean del tipo que sean, sin distinción: cuidas a tu madre, tus amigas y tus amantes sin establecer diferencias entre estas personas por el tipo de vínculo que tienes con ellas. No hay vínculos que sean mejores o peores y que merezcan un trato diferencial en cuanto a los cuidados que debes que ofrecer o recibir.

Ilustración: Elena Morales

Y es que poner el foco en cómo se construyen nuestras relaciones personales, replanteándonos qué papel juegan en nuestras vidas y qué lugar les damos, y por qué, pone en cuestión las bases fundamentales del patriarcado y le da la vuelta a toda tu vida y a todas tus relaciones interpersonales, no solo las sexoafectivas. Se defiende que los cuidados hacia las otras personas no tienen que depender del tiempo que compartas con tu vínculo: sea una persona de una noche o una compañía de años, tu amiga de toda la vida o un conocido, el tiempo que comparta contigo no tiene que condicionar los cuidados que ejerzas hacia el otro.

“El patriarcado, en su alianza criminal con el capitalismo, marca de manera clara la importancia de los vínculos que tenemos y, así, ordena la sociedad y la prepara para la producción y reproducción controlada”

Es, sin duda, mucho más revolucionario. El patriarcado, en su alianza criminal con el capitalismo, marca de manera clara la importancia de los vínculos que tenemos y, así, ordena la sociedad y la prepara para la producción y reproducción controlada: primero la familia, que tiene un tinte sagrado; después, la pareja, que es la estructura a partir de la cual se construye una nueva familia; y, finalmente, los amigos, que son una suerte de complemento terciario para soportar todo el resto. Y aquí, también, entran en juego los roles de género, está claro: si una pareja es de dos y es exclusiva, se reparten los roles que se espera de estas personas para cumplir con los preceptos sociales establecidos. El poliamor, visto así, no tiene tanta relación con el hecho de tener muchas parejas o echar un polvo con más de una persona. De hecho, espóiler, se puede ser poliamoroso teniendo solo una pareja sexoafectiva o no teniendo ninguna. El poliamor habla de establecer redes sanas, fuertes y nutridas sobre las cuales sostenernos, a las que cuidar y con las que poder afrontar el mundo de forma colectiva, poniendo de relieve una serie de valores más justos y responsables entre nosotros, con ética y honestidad.

Y, a estas alturas, diréis: ¿Cuándo hablará de tener más de una pareja a la vez? Ahora viene. Bajo este planteamiento y siempre, ¡siempre!, desde el consenso entre todas las partes que participan, no es lógico entender que deba haber obligatoriamente una exclusividad sexoafectiva. Puede haber personas que practiquen una monogamia consciente y ética, llegando al acuerdo de compartir la vida de forma exclusiva con otros, y puede haber personas que sientan que pueden establecer redes con más personas con quienes salir y tener sexo. Y dentro de esta segunda opción hay un sinfín de posibilidades. Hay, por ejemplo, relaciones abiertas, donde dos personas mantienen una relación estable y deciden tener relaciones sexuales con otras personas, llegando al acuerdo de explicarlo al otro (o no) lo que hacen. También hay diferentes tipos de relaciones poliamorosas donde entran en juego varias personas, que se suelen clasificar según los acuerdos que tengan entre ellas. Por ejemplo, está el poliamor jerárquico, donde hay una relación que se prioriza y se pone por encima de las relaciones secundarias. Por el contrario, también existe el poliamor no jerárquico, donde las personas se relacionan con otras dándole el mismo valor en todos los vínculos, sin discernir. La anarquía relacional habla, además, de abrirse al hecho que las relaciones que se establecen evolucionen con el tiempo, sin poner expectativas iniciales sobre ellas, dando un espacio a su devenir y, además, sin querer jerarquizarlas. Después, están las “triejas”, la polifidelidad… En realidad, hay tantos tipos de poliamor como relaciones establecen y acuerdan las personas entre ellas. Las etiquetas ayudan para explicar las cosas, pero también limitan una realidad plural y en constante cambio, mucho más compleja.

Es menos “Sodoma y Gomorra” y más “muchas conversaciones incómodas y necesarias”

Esto no significa que las personas poliamorosas están libres del “pecado original” del patriarcado. Todas las formas de relacionarse mencionadas anteriormente se construyen a base de destruir el patriarcado que llevamos adentro, y esto quiere decir que puede ser difícil, aunque merezca la pena. De hecho, el amor libre puede ser genial si todo el mundo está en la misma página. Si no, hay gente que está siendo engañada y se puede hacer mucho daño. Todo el mundo tiene que ser consciente del tren que coge y cuánto le puede costar el trayecto. Tener diferentes parejas puede implicar una inversión de tiempo y energía importante que, además, está en constante movimiento, puesto que las relaciones evolucionan. Seguir esta filosofía de vida es un trabajo diario donde hay que desmontar lo que se ha aprendido desde niños. Pero hay que tener cuidado, porque el hecho de introducirse en el mundo del poliamor y continuar reproduciendo los esquemas patriarcales -porque venimos de aquí y es difícil deshacerse de esto-, es algo muy diferente de otro tema, que son las personas que dicen ser poliamoroses y que, en realidad, solo han encontrado una excusa alternativa y moderna para hacer el que los dé la gana sin esperar tener responsabilidades.

La respuesta patriarcal ante el poliamor es centrar el foco en las relaciones sexuales y decir que las relaciones poliamorosas son, en realidad, un mercadeo de los cuerpos, un consumo de relaciones con otras personas, que se convierten en algo desechable. En ellas, según esta óptica, solo existe lo que le importa al individuo, que se convierte en el centro: su deseo no tiene freno y no tiene que tenerlo, y no tiene que atender a nadie más. La idea viciada que nos han vendido de lo que es el poliamor se representa bien con la frase “estamos en una relación abierta y puedo hacer el que quiera”. No, Antonio, no puedes tirarte a todo lo que se menea sin dar explicaciones a nadie, esto no es ético y no tiene nada que ver con el poliamor. Hay gente que se aprovecha del poliamor, como hijos sanos del patriarcado. Aprovechados hay en todos los movimientos y no podemos considerarlos como representantes de nada, ni han de ser excusa para anular al resto.

Ilustración: Elena Morales

Me gusta pensar que los poliamorosos quieren cuidar de las necesidades de sus vínculos, sea cual sea el papel que tengan en su vida, por lo cual supone afecto, trabajo, conversaciones y espacios compartidos. Y ser poliamoroso no significa ser una persona segura necesariamente: el patriarcado pinta esta manera de relacionarse casi como si se viviera en Sodoma y Gomorra, con los unos y las otras a la vez, seguido y todo el rato. Pero las personas que se relacionan de este modo lo que quieren son relaciones más libres e igualitarias y, para ello, están dispuestas a pagar el precio de luchar contra sus inseguridades, contra lo que se espera de ellas, a afrontar situaciones dolorosas donde no se tienen demasiados referentes y donde la mayoría de las personas no entenderán por qué narices alguien decide meterse en estas movidas. Y lo hacen porque les compensa explorar otras maneras de vivir que sienten más honestas y afines en sus deseos. Por lo tanto, a veces sienten celos, envidias e inseguridades y, como hijos e hijas del patriarcado, estas situaciones se pueden gestionar mal. La cuestión no es negar la posibilidad que esto suceda, sino gestionarlo cuando sucede, hablándolo abiertamente. La clave es vivirlo desde la responsabilidad afectiva y esforzarse para hacer bien a los otros y a un mismo.

“El otro importa, siempre, y es importante como se sienta, que esté cómodo, que le guste el que esté sucediendo”

Hablábamos antes de como el foco se suele poner en el sexo, puesto que el análisis se hace desde la perspectiva de la monogamia, del amor romántico y desde la moral católica. La exclusividad sexual es el punto de ataque fácil que se puede hacer desde el sistema patriarcal, puesto que hace que las personas se asusten ante esta opción relacional: ¿Mi pareja puede tener más parejas?; ¿Dónde quedaré yo en este cuadro?; ¿Me seguirá queriendo?; ¿Se irá con otra persona? El mensaje cala deprisa porque atenta contra la base de nuestras inseguridades, produciéndonos mucha angustia de entrada. Si acaso, podemos plantear estas preguntas desde otro punto de vista: ¿La monogamia puede hacer que el otro no se enamore de alguien más, que no marche nunca?; O, más concretamente, ¿Queremos atrapar alguien con un contrato que haga que se quede a pesar de que no sea feliz? Tu pareja puede quererte y tener más parejas, y quererlas también, porque el amor no es un jarrón de agua que se agota. Tu pareja es libre de elegirte cada día, porque no tiene una limitación social que haga que no pueda marchar porque, entonces, la estructura creada se hunde. Se pasa de relaciones verticales y jerárquicas a un amor que teje una red espesa de complicidad y cuidados donde niños y adultos, familiares, amigos y amores, forman parte de un todo, sin ser compartimentados y limitados por categorías de afectos.

Querernos bien, bonito, recíproco y el tiempo que sea

En una sociedad donde existe la capitalización de los vínculos, la jerarquía entre ellos y el hecho de convertir las personas en objetos de uso y consumo, tratar a todos con respeto y cuidado es, desgraciadamente, un acto antisistema. Por lo tanto, aunque la otra persona solo esté contigo una noche o toda la vida, la responsabilidad afectiva y sexual tiene que estar ahí y es un deber de ponerla en práctica, porque es esto el que realmente rompe con el sistema patriarcal. La ternura y los cuidados no tienen que estar determinados por la temporalidad. El otro importa, siempre, y es importante como se sienta, que esté cómodo, que le guste el que esté sucediendo. Y es importante asegurarse de esto antes, durando y después de compartir tiempo conjuntamente. Cuidarnos nos hace más fuertes, crea una sociedad más segura y feliz, más confiada en su propia habilidad de superarse y mejorar, y más preparada para luchar en el día a día contra el sistema y las opresiones que nos pesan y marcan. Repetimos: contra el patriarcado que despersonifica y que premia el consumo de cuerpos, las curas son revolucionarias y antisistema. Y de esta revolución puede participar todo el mundo y nos podemos beneficiar todos.

El poliamor no es para todo el mundo, igual que no lo es el matrimonio, la soltería o la monogamia. La cuestión es que cada cual encuentre donde se siente mejor sin dar por sentado qué manera de relacionarse es la que se tiene que tener. Habría que plantear todas las opciones desde que somos pequeños para que se pueda elegir desde el conocimiento y la normalización, de forma que no haya personas que se pasen toda una vida sufriendo porque su manera de relacionarse no las hace felices. Hay personas que creen, todavía, que nombrar opciones de vida fuera de la norma significa adoctrinar u obligar a los niños o a los jóvenes al hecho que sean todos poliamorosos a la fuerza: no caigamos en argumentos conservadores y de derechas como estos. Se trata, en cambio, de dar libertad a las personas para elegir vivir de forma ética y responsable, dentro de la sociedad y de nuestro mundo. Aunque lo poliamor no sea para ti, bien seguro que te puede plantear dudas y dilemas que todos tenemos que reflexionar. Y, al final, sea la opción sexoafectiva que sea la que prefieras, no olvidamos que la cuestión es querer bien, bonito y de forma recíproca el tiempo que tenga que durar, así no sea por siempre jamás.

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2 COMENTARIOS

  1. Mis pareja son poliamorosa
    Son seres especiales
    Con él todo está apunto, llega el final de la monogamia
    Creo que elles son capitalistas

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