Asturias tiene que volar hacia España y hacia Europa, pero no podrá levantar ese vuelo sin sus dos alas, Oriente y Occidente, repletas de un enorme valor ambiental, cívico, cultural, económico, pero que hoy están vaciándose de personas. Este es uno de los principales retos políticos de nuestra tierra que aún tiene que encontrar su lugar en este acelerado siglo XXI. Debemos decidir cuanto antes si convertirnos definitivamente en una pequeña región europea, siempre lastrada por insuficiencias o cambiar de época para ser una comunidad cívica y política plenamente equilibrada territorialmente que sea un espacio de dinamismo y progreso de referencia en toda Europa. Tenemos capacidades que muy pocas regiones del mundo albergan, contamos con una Universidad que tiene solera y altura intelectual, somos una sociedad con cultura, conocimiento e informada, venimos de un pasado industrial que ha configurado nuestro ser y nuestro porvenir, tenemos cultura, educación y envidiables joyas ambientales. Somos una sociedad abierta, plural y conectada con la modernidad porque fuimos vanguardia de su conquista para toda España. Es decir, albergamos las condiciones necesarias para tener éxito. Sin embargo, entre nuestros déficits más persistentes se encuentra una actitud de renuencia a adoptar los cambios estructurales problemáticos pero indispensables para cambiar de época. La desigualdad territorial de Asturias es quizás el cambio más importante que permanentemente postergamos. Seguimos anclados en los paradigmas psicopolíticos de finales del siglo XX. De ahí la justificada percepción que tienen las alas de Asturias de no estar siendo aprovechadas en todo su potencial, de la inexistencia de una estrategia política específica para ellas. Es inaplazable construirla o Asturias será tierra vaciada y envejecida también en el centro.

Es lógico y muy positivo que de la indignación de la ciudadanía de las alas asturianas, debida a la carencia de infraestructuras, servicios de atención primaria, transporte público, políticas ganaderas y forestales y otras políticas básicas, puedan surgir movimientos sociales protesta y reivindicativos. Lo que ya no es un acierto es que sobre ese sustrato tan benéfico para una sociedad se construyan alternativas políticas que ofrezcan el simplismo y una nueva forma de “particularismo agraviado” como solución mágica a todos los problemas. Esta es la fórmula de las autodenominadas listas apolíticas, o directamente anti-políticas, de los territorios vaciados que ofrecen soluciones parciales a problemas globales convirtiéndose en grupos de presión con representación institucional. Esto es una grave perversión del sistema democrático pues la generalización de estos lobbies por todo el territorio impediría la más elemental gobernabilidad incluso la de los ayuntamientos. Se puede hacer otra afirmación que es tan cierta como la que titula este artículo: sin una política para toda Asturias ninguna de sus partes podrá, al final, progresar. Sólo el bienestar global es la garantía para que cada territorio avance hacia el bienestar. La proliferación de listas particularistas que no tengan una concepción global sobre toda Asturias llevará a un mayor colapso político e ineficacia de la administración en los territorios de oriente y occidente. Por otra parte, es muy cierto que el mantenimiento de una política inercial como la actual, que impide atender las reivindicaciones de las zonas rurales asturianas, llevará al estallido social y al descrédito de la administración autonómica como instrumento capaz de mejorar la vida de las personas. Asimismo, es necesario tener claro que esas las listas “vaciadas y apolíticas” de las que hablamos pueden ser promovidas por sectores muy políticos en busca de su propio interés, bien sea el de partidos extremistas que buscan el desgaste de la democracia, el políticos descatalogados que buscan pasar facturas a sus antiguos partidos o políticos a punto de quedar sin partido que buscan un nuevo hueco. Y es que a partir de ahora no todas esas listas “vaciadas” surgirán como “Soria Ya!” o “Teruel Existe” que lo han hecho desde el más genuino movimiento social solidario y como grito desesperado ante un Estado que los ha ignorado. No obstante, un análisis detenido del aterrizaje de estas nuevas expresiones electorales territoriales en la gestión de lo público nos indicará que cuando el particularismo, incluso el más benéfico, se incorpora a lo político hay muchísimas posibilidades de que genere una dinámica centrada en sí mismo que, necesariamente, obviará la suerte de otros territorios. Las pulsiones populistas en los propios electorados serán insoslayables y se traducirán en una demanda cada vez mayor de satisfacción de las propias necesidades por encima de cualquiera otras y por tanto en una dificultad insuperable para explicar pactos, concesiones, renuncias o insatisfacciones que son el día a día de un funcionamiento democrático saludable. La presión del propio electorado, al que defraudar significa perder, llevará al abandono de la lógica del bien común. La política es el arte de la renuncia a parte de los propios objetivos para armonizarlos con los de otros debido a la escasez de recursos y esto sólo se puede gestionar desde el acuerdo y el equilibrio global.

Por todo esto la respuesta a la sensación de abandono que tienen las alas de Asturias sólo puede ser eficaz desde la generación de una buena política, es decir desde un proyecto que reconozca la actual insuficiencia de un sistema bipartidista clásico que no ofrece respuestas públicas ágiles y suficientes para los territorios vaciados de Asturias, oriente y occidente principalmente pero también el medio rural de toda la Comunidad, pero que crea en la política como medio para lograr la justicia social y territorial para toda Asturias. Una iniciativa que conjugue la diversidad con la unidad de propósito para lograr el bienestar de todas las tierras asturianas y que entienda que la solución a los problemas graves es siempre compleja y nunca simplificadora.
Izquierda Unida mira hacia su propia génesis como instrumento plural de cambio y realiza un Convocatoria para que muchas gentes diversas y distintas, pero no distantes, sumemos fuerzas para lograr un cambio de época que permita que en el próximo parlamento asturiano haya voces del medio rural que hoy están silenciadas y que reclaman un nuevo pacto social del que se beneficie toda la sociedad asturiana. Empezamos en el Occidente asturiano una tierra que padece el despoblamiento y la carencia de servicios e infraestructuras básicas. IU quiere dialogar con el mundo de trabajo, con el mundo asociativo y cultural, con el mundo político de esa zona y trabajar en un planteamiento común de cambio que nosotros sólo entendemos desde la perspectiva progresista. No habrá equilibrio territorial sin un sistema fiscal justo y progresivo, sin una sanidad pública que llegue a los pueblos, sin unos servicios sociales avanzados, sin una política ambiental. Es en los valores de la izquierda clásica en los que se alberga el cambio real. No obstante, la izquierda cuando es inteligente fertiliza zonas que van mucho más allá de ella misma y se acompaña de pensamientos plurales, no establece una relación jerárquica con otras personas y colectivos políticos, sino dialéctica y abierta. Las Convocatorias para sumar esfuerzos no serán propiedad de nadie sino de todos los que quieran construirlas.
Asturias no volará sin sus alas y parece que es en ellas desde las que puede surgir un impulso renovador de una política asturiana esclerotizada por los partidos mayoritarios y las dinámicas más convencionales. Parece posible que sea desde las alas hacia el centro la forma en la que se romperá esa inercia que ha llevado a Asturias a permanecer anclada en ese eterno final del siglo XX al que antes aludíamos. Es hoy en las alas donde surge un pensamiento crítico y el dinamismo político. Como en todo momento de transformación es necesariauna fuerte teoría política para que no se generen los monstruos de la insolidaridad, el egoísmo y el oportunismo que luego siempre terminan en la decepción ciudadana. La solución reside únicamente en que la democracia funcione, que el parlamento sea útil, que la administración sea eficaz y eso no pasa por menos política sino por más. Y como decíamos antes, la política es entendida como el arte de la búsqueda del equilibrio social y territorial que es una dimensión de la solidaridad, es decir del cemento que hace viable el edificio social.