El sótano de Fruela

Al tiempo que en el hemiciclo el trémulo sopor de una larga jornada se hacía más espeso, en la calle  gritaba y explotaba petardos la clase obrera.

Recomendados

Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

Las bombas de Putin no dejan de estallar sobre el cielo de Odessa. El eco atraviesa el Nieper y va llegando hasta España en forma de lamento de viuda y miles de refugiados. Mallada ha exigido a Barbón que sea más contundente y se ponga a trabajar a destajo, mientras España fortalece su vínculo atlántico y envía más soldados a Letonia. A la presidenta del PP sólo le ha faltado pedir que venga Sánchez al sótano de Fruela a dar explicaciones de por qué estamos atrapados en una guerra que ha convertido el trigo en oro y la sangre en petroleo.

Pablo González y Teresa Mallada. Foto: Iván G. Fernández.

El Presidente, entre planes y fondos, se convierte día sí, día también, en un dirigente hueco, sin programa ni legislatura, pero firme e implacable, se diría que en plena forma retórica,  asumiendo que después de la pandemia, su mandato se sumerge en una guerra. Tan sólo le queda fajarse ante los golpes a la entrepierna que le lanza la inflación declarandose pacifista pero también ha respondido como lo habría hecho Feijoo: «estamos donde estamos y hacemos lo que hacemos». Después anunció las primeras 549 plazas de acogida a refugiados gracias a la solidaridad de algunos ayuntamientos y ONG´s. Asturias también se prepara para su oleada de madres cargando con sus hijos, haciendo acopio de alimentos, albergues y pisos. No podemos hacer política con el dolor humano y tendrá consecuencias que nos van a afectar recordaba por la mañana el Presidente. Vendrán tiempos duros y díficiles, dijo Barbón, malos tiempos para la lírica, así que ya está pensando en enchufar la regasificadora. Del mismo modo que Felipe González le silbó a Jordi Évole que se entendía muy bien con Feijóo, el presidente asturiano reclamó estabilidad al suyo: «un gobierno serio y con rigor. Unidad en la cámara,y menos política barata».

“Vendrán tiempos duros y díficiles, dijo Barbón”

Unos mintuos antes, Adrián Pumares seguía empeñado en bajar los impuestos. Pablo González propuso al hemiciclo que Asturias compita en la bajada como ya lo hace el Madrid de Ayuso, santigüandose como un liberal democristiano que cree en la virgen de la competencia y de la prosperidad y rehuye como alma que lleva el diablo de los mercados regulados. Luis Ramón Huerga, Rafael Palacios y Ángela Vallina han hecho frente común desde la izquierda. Como Quevedo, defendieron los tributos a los más ricos para garantizar los recursos de la sanidad pública. Deberían aprender de los clásicos y leer “El chitón de tarabillas”, donde el cojo espadachín justifica la sangradura para cabalar las cuentas de un imperio que no podía pagar a tantos arcabuceros, allí donde no se ponía el sol.

Concentración de trabajadores de Mittal. Foto: Iván G. Fernández.

Al tiempo que en el hemiciclo el trémulo sopor de una larga jornada se hacía más espeso, en la calle  gritaba y explotaba petardos la clase obrera, movilizada por el comité de empresa de las CCOO y de CSI en ArcelorMittal. El obreraje exigía la implantación del contrato relevo sobre los adoquines que pisó Leopoldo Alas mientras en el atrio Daniel Ripa, con el jubón de la fábrica, le recriminaba al Consejero de Industria que la descarbonización en Asturias está sostenida con pies de barro. «Asturias será verde pero su futuro es negro» le espetó en una tarde eterna y mortecina. Se pregunta el diputado de Podemos si el gobierno no ha exigido ninguna condición al magnate indio después de haberle entregado 500 millones de euros hace unos meses. Enrique Fernández, desacreditado, aún confía en la empresa y en la negociación. «No soy tan triste como cree. Yo también podría ponerme esa funda, pero he venido a buscar soluciones, no a buscar notoriedad».

Daniel Ripa con el mono de ArcelorMittal. Foto: Iván G. Fernández

La guerra ha apaciguado a los partidos. Solo rugen los trabajadores, aunque las estadisticas soplen como un viento a favor de la Ministra de Trabajo. El poder se fortalece con las guerras y debilita las democracias, aunque sólo sea porque en el hemiciclo se formularon 27 preguntas. Ninguna de ellas servirá para que los réprobos dejen de ocupar su despacho ni los letrados abandonen las sopas de letras. Un diputado me pregunta cuántas leyes se han aprobado en esta legislatura. Nunca son suficientes, ay.

Actualidad