Abraham Boba o David Cobas mantiene un discurso poético que trasciende más allá de la industria del indie. El cantante y compositor de León Benavente promociona junto a su banda su último disco ERA, un LP muy coherente, casi conceptual, que integra 10 canciones donde el paso del tiempo, la nostalgia sin melancolía, la ironía y hasta cierto punto la flagelación propia, construyen un discurso poético que no renuncia a explorar nuevos sonidos, nuevas dramaturgias, sin perder la coherencia de un proyecto musical llamado León Benavente. Al último disco de la banda, se suma el primer libro de Cobas /Boba: Esto no es una canción, lo que nos permitirá a lo largo de una charla distendida abordar su acercamiento a la palabra poética y su distanciamiento de la música, hasta qué punto son diferentes territorios o espacios de tránsito, sin renunciar a genealogías, tradiciones, escenas. El próximo sábado, día 2, presentarán en el teatro de La Laboral, ERA.

Es emocionante descubrir en el que primer tema de ERA, Líbrame del mal, hay una hermosa cita a Rafael Berrio. Es cierto que en vuestra manera de componer, hay una poética común, existen nexos.
Creo que sí, hay una conexión. Los dos nos hemos dedicado a hacer canciones otorgando la misma importancia tanto al contexto musical como a la propia lírica de cada composición. En ese sentido, sí creo que hay concomitancias. Pero creo que Rafa realmente era un poeta. Yo tiendo más a diferenciar el lenguaje poético del musical, las palabras que están concebidas para construir un poema de las que forman parte de las melodías de las canciones. Aunque son lenguajes muy cercanos que pueden compartir muchos puntos, para mí son muy distintos. Por el contrario, creo que para Rafa eran la misma cosa, el mismo mundo. Hay canciones suyas que si las sacas del contexto musical, funcionan como poemas perfectamente y no sé hasta qué punto tantas canciones mías funcionan de esa manera. Rafa tenía una forma de acercarse a las canciones más poética.
¿Por qué Rafa se ha redescubierto como un gran compositor y poeta después de muerto? Hace unos días, en La Laboral, Quique González nos sorprendió interpretando una canción suya, Considerando. Tú también tienes otra magnífica versión de Niño Futuro. Es como si su figura comenzara a resplandecer o fulgurar.
Este fenómeno es un clásico. Ha pasado constantemente en la historia de la música. Es verdad que Rafa siempre fue un outsider, nunca le gustó la fama, se sentía más cómodo manteniendo un nexo con los círculos pequeños de la música y, aunque fuera un gran escritor, creo que nunca buscó ni tampoco esperó grandes audiencias. Cuando alguien ya no está para hacer más canciones, se le empieza a reivindicar de otra manera diferente a cuando estaba en vida. El ser humano tiene esa extraña capacidad de hacer estas cosas.
En Era, como en discos anteriores, hacéis uso de una manera deliciosa de la ironía para reíros de la nostalgia. Pienso en temas como Di no a la nostalgia o Viejos rockeros viejos.
Es una manera de reírse de uno mismo. Parece mentira, pero ya hay una generación de público y de músicos que nos ven así. Es verdad que hay un hilo conductor en las diez canciones del disco que tiene que ver con el paso del tiempo, que se manifiesta de diferentes formas y es verdad que ambas canciones se pueden referir a la nostalgia. Una de un modo más irónico, más caricaturesco, que es Viejo rockeros. Después está Di no a la nostalgia que tiene ese componente de profecía autocumplida, de advertencia anunciada a uno mismo y que conecta con la gente de nuestra generación que guarda cierto apego a momentos de épocas pasadas, También es lógico que esto suceda porque se tiene la sensación de un momento de la vida que ha agotado ya la mitad de su batería y uno siente la tentación de echar la mirada atrás. Pero para nosotros, como grupo, es fundamental seguir mirando a lo que hay a nuestro alrededor, seguir investigando, sorprenderse y ponerse a componer canciones nuevas. En ese sentido, está bien tener el pasado como fuente de conocimiento, pero no como una norma que nos obligue a volver a él continuamente.
“viejos rockeros viejos es una canción irónica porque hay una generación de público y de músicos que nos ven así”
Siguiendo con la ironía, en Mítico la ejerces contigo mismo. Hay un punto de autoflagelación y crueldad cuando te la cantas a ti mismo.
Sí. También puede ser alguien distinto quien te la esté cantando a ti. Es una canción bastante peculiar porque quizá…yo creía que Viejos rockeros era la canción que se iba salir más de la línea del disco, pero al final acabó siendo esta otra que fue un tema que gustó bastante y que, en el fondo, también tiene que ver con el paso del tiempo y con la tendencia a repetir los mismos errores que tenemos todos los seres humanos a medida que vamos avanzando en la vida. Parece que hay cosas que somos incapaces de aprender, siempre tropezando con la misma piedra. A nivel musical, es una canción que pasó por varias versiones. La que está en el disco la grabamos prácticamente los últimos dos días de estudio. Las estrofas eran bastante distintas y el corte se quedó como un puente en el disco que pienso que siempre es muy necesario. En el directo está siendo una maravilla tocarla
Se me hará raro escucharla en La Laboral sentado y no poder bailarla.
Está permitido bailar. Es legal [risas].
Supongo que es porque estos dos años han sido complicados.
Fueron conciertos difíciles los de este verano, sentados, pero también aprendimos cosas nuevas. Al final, las emociones las recibes. Hay una forma de acercarse a los conciertos en la que estás percibiendo la escena y la música, en un auditorio. Ya digo, es legal levantarse.
Siguiendo con Mítico, además de tener algo de fustigamiento personal, no consigue ocultar tu vocación de crooner, que es intensa.
Sí. Me interesa ir hacia lo íntimo pero tratando de encontrar la conexión con el público. Por mucho que la canción proceda de un sentimiento de culpa, nos influyen muchas de las decisiones que tomamos en nuestra vida. Está bien partir de ahí, pero hay que tener un poco de mano y no quedarse sólo en eso. La canción tiene que acompañar a la persona que la está haciendo suya. Ese cantar algo que nace de mi es algo característico de mi mismo, pero me interesa que la canción comunique y se haga expansiva. Si no sucede eso, es que la canción ha fallado.
A diferencia de otros trabajos, en ERA encuentro un componente más dramático. En varios temas irrumpes con una voz distorsionada, grave, siniestra. Me refiero a Mítico o a Cómete mi corazón que interpretas junto a Triángulo de amor de bizarro. ¿Es quizá una capa nueva que aporta una dramaturgia o la posibilidad de dramatizar una canción?
-Yo las interpreto en el directo de otra manera. Pero creo que viene un poco de atrás. Tengo en cuenta referentes que han tenido cierta dramatización de sus textos, en ocasiones una puesta en escena, en algunos casos más excesivos, en otros menos evidentes. En cualquier caso, no deja de ser una forma de representación que siempre me ha interesado. La canción y el discurso del disco tiene mucho de narración cinematográfica. Y me ha interesado que los lenguajes se alimenten unos a otros, igual que escribir un libro de poesía me ha servido para componer canciones de otra manera. No sabría decirte ahora en qué, pero mi relación con el cine o el teatro u otras disciplinas siempre ha influido en mis canciones.
-La música es en ocasiones un volcado de muchas referencias culturales, procedentes de otras disciplinas artísticas. Encuentro ciertos paralelismos en ese fenómeno de la reinterpretación y la reapropiación. Pienso en la carrera de Bowie y la tuya. Quiero decir que apuntan a poéticas con pretensiones muy similares, incluso en esa vocación de crooner, de integrar textos ajenos, referencias y sobre todo, principalmente, por la vocación de crear discos con un carácter más conceptual.
Cierto. Y con esa capacidad camaleónica no sólo estética sino musical encuentro una pauta común. Hay diferentes etapas a lo largo de las décadas en las que Bowie parece un artista distinto. Y no me refiero a los primeros discos, sino a aquellos en los que hay una necesidad por experimentar. Su figura es similar a la de David Byrne. Yo lo he visto en el directo antes de la pandemia con su último show, American Utopia y era una de las propuestas más novedosas a sus casi 70 años. Desde otro lugar, Radiohead creo que será otro grupo que hará cosas nuevas a largo de lo años. Está guay. Curiosamente, siempre vi un referente más claro y cercano en Leonard Cohen. Pero luego me di cuenta que mi intención no era ir cambiando específicamente. Aunque evolucionó, su primer disco no tiene nada que ver con el último. También creo que estuvo haciendo la misma canción durante años. A veces no hay forma de salir de ahí, o simplemente, en el caso de Cohen, era lo que le gustaba. Creo que una cosa no es ni mejor ni peor que otra, aunque yo prefiero ir renovando los muebles de la casa cada cierto tiempo.
No sé si desde un punto de vista íntimo te has planteado responder qué es León Benavente, quién es Abraham Boba y quien es David Cobas.
Sí, me lo he planteado. León Benavente son mis amigos, mi famlia. Eso a nivel humano y a nivel artístico ha sido y es la posiblidad de desarrollar una propuesta musical que estaba en mi mente y en mi corazón desde hacía muchos años. Todo lo anterior a León Benavente tenía musicalmente que ver con un cantautor más o menos clásico. Esa energía que logramos crear cuando estamos los cuatro tocando no la había tenído antes y eso es lo más valioso que puedes encontrar musicalmente. Encontrar una conexión generacional es una de las cosas más dificiles para una banda. Todos estemos más o menos en un mismo punto en el que todos tenemos ganas de seguir avanzando, investigando y aprendiendo. Creo que ese es el motor que hace que se mueva el grupo. En cuanto a Abraham Boba y David Cobas, no hay gran diferencia. Mi objetivo ha sido una carrera artistica o creativa. Para mi, Boba y Cobas forman parte de lo mismo. Hace muchos años comencé a utlizar un pseudónimo al que me he acostumbrado y que ya no suena nada especial. No hay diferencia.

Esto no es una canción es tu primer libro de poesía, que nace como una obra que trata de indagar en un lenguaje, un registro que, en alguna sesión de spoken word, se arrima conceptualmente a tus canciones.
Yo siempre he tenido en mente escribir un libro de poesía, no un libro de poemas, sino un libro que desarrollase un lenguaje poético que no estuviese tan ligado a la escritura de la canción, al acompañamiento armónico y melódico de la música. Siempre me impuso mucho respeto porque conozco gente que sí son poetas y se dedican a la poesía desde hace años y tienen una relación con el lenguaje más cercana. Por eso nunca quise escribir un libro de poemas, me interesaba mucho más desarrollar un lenguaje que, de alguna manera, me permitiera utilizar las palabras como herramientas que con las canciones no podía. La temática me permitía acercarme a una intimidad de una manera más clara que con las canciones. Desde luego, las canciones también parten de uno mismo, pero también deben de ser representativas del grupo. Todo esto que te digo, tenía muchas ganas de hacerlo. Nace de ahí y de Belén Bermejo, que fue mi editora de Espasa, quien me animó a que le enviase algo cuando no fueran canciones. Y fui a dar con este libro, se lo envié, le encantó y de ahí que esté publicado y no guardado bajo una carpeta, en un cajón.
Tanto José Luis Argüelles, periodista y uno de los poetas asturianos más importantes. como yo mismo creemos que la palabra poética ya dispone de una armonía, una melodía, una rítmica que los versos de una canción no contienen necesariamente y que explican o justifican, por esa misma razón, su arrope musical.
No especialmente. pero creo que todo aquel que escribe tratará inconscientemente de llevar una musicalidad a los poemas. Pienso en Thomas Bernhard. Cuando lees sus novelas, tienen mucha rítmica, parece esa figura de los beats que se asimilaba al jazz, desarrollando el tema, saliéndose de él para ir a otros lugares y después volver.
Este libro tiene ese experimentalismo de Burroughs,
Claro. Lo usaron mucho y creo que Bernhart, a su modo, de una manera más clásica, también lo hizo.
Incluso Dylan usó de esa técnica
Desde luego. En ningún momento pensé a la hora de escribirlo ni en la rima ni en la métrica, ni en nada por el estilo, mayormente por desconocimiento. La poesía que me interesa viene de otro lugar. El libro, me doy cuenta después que encierra mucha musicalidad.
Regresando a Niños futuros de Rafael Berrio, me gustaría decir que es una versión que tiene todo el sentido del mundo cuando la cantas tu, podría haber sido tuya. Por otra parte, es muy gallega, con una prosodia muy celiana, entre coimas, izas o rabizas.
Ojala la hubiera escrito yo.
Retomo Niños futuros porque en la canción, como en otras canciones de León Benavente o en otros poemas tuyos, hay un elemento clásico que predomina casi como un denominador común. Son las letanías que sirven para jugar con el ritmo de las palabras y su significado. Si a eso le sumamos esa plétora de palabras esdrújulas se consigue una sincronía entre los versos.
La letanía en el fondo, es la forma que da más resultado en mi poética. La primera canción de León Benavente que se hizo famosa, Para ser brigada, la hice porque quería desarrollar una narrativa que la melodía no me permitía. Pretendía ser una especie de road movie cantada. Si fuera cantada, como una canción más, me habría comido mucho de esa narrativa. Para mi esa canción fue una liberación que al final se ha convertido en una especie de estilo hasta el punto de que la gente lo identifica con León Benavente y hace que se pregunte si no voy a cantar nunca una canción.
Bueno, yo suelo decir que esa manera de interpretar genera un clima muy telúrico y siniestro, hasta el punto de ser lynchiano, convirtiendo el escenario en un territorio de tránsito entre el cantante y el poeta, casi una dislocación muy interesante: el músico y el poeta ocupando un mismo cuerpo y un mismo espacio.
“Yo siempre he tenido en mente un libro que desarrollase un lenguaje poético”
En el fondo yo lo entiendo como mundos distintos. Es lo que hablábamos al principio de Rafa Berrio. A él sí lo considero un poeta-músico. Creo que en Rafa no había tanta disociación. En mi forma de componer sí hay un poco más. Me refiero a mi manera de acercarme a las canciones. Intenta tener algo de poético pero con algo más de lo que encierra una poesía. A mi me resultaría muy difícil adaptar un libro de poemas como en su día hizo Serrat o Paco Ibáñez.
En ese dilema entre canción y poema, creo que, salvadas excepciones, Cohen, Ibáñez, Serrat o Lagartija Nick, versionar una poema conduce al fracaso. Volvemos a la musicalidad de la palabra poética. Es añadir música a la música y eso provoca una redundancia. Funciona en muy contadas ocasiones.
Sí, lo comparto. Quiero pensar que también hay una técnica. Son canciones válidas pèro a mi me chirrían por algun lado.
Si hubiera que rastrear tradiciones y genealogías poéticas no sé hasta que punto la cultura pop se convierte en la sustancia poética de tus versos.
Hay un poco de todo. Esto no es una canción es un texto bastante pegado a la tierra. Los poemas de Raymond Carver, han sido una gran influencia. Luego hay otros más experimentales que beben de la influencia de Anne Carson, que por supuesto tiene un dominio de la cultura clásica que yo no tengo, pero su manera de sumergirse en el poema me resulta muy atractiva. También está Violeta Gil o María Salgado, poetas contemporáneas mías con discursos muy inspiradores.