Ayer quedaron inaugurados los “Alcuentros Nortes”, un nuevo espacio itinerante de encuentro y debate entre el diario digital Nortes y su comunidad de lectores y lectoras. Su arranque estaba previsto desde hacía meses, pero las restricciones sanitarias impidieron programarlos hasta esta primavera. Con los Alcuentros el medio asturiano pretende recorrer la geografía asturiana a través un ciclo anual de actos, que de un modo distendido e informal, permitan abrir un debate público sobre los más variados temas de la realidad social, política y cultural. El lugar escogido para el debut de este nuevo formato fue El Caricós de Pola Siero, referencia cultural del concejo, y tras el que está la asociación El Llavaderu, una de las 17 entidades asturianas que colaboran como “socias colectivas” de Nortes, aportando una cuota anual de apoyo. Su colaboración económica es esencial para que este proyecto comunicativo salga adelante.



El tema de este primer Alcuentro Nortes fue Ucrania, y el ponente Tino Brugos, historiador, especializado en Europa del Este, y colaborador habitual de la sección Temes de Nortes. En una hora de exposición Brugos desgranó la compleja composición y formación del estado ucraniano, remontándose a los orígenes del nacionalismo ucraniano en el siglo XIX, la posterior fundación de la República Popular de Ucrania y la República Socialista Soviética de Ucrania en el marco de la guerra y revolución en el antiguo imperio zarista, así como la incorporación a esta última de la península de Crimea, de mayoría rusa, en 1954, ya con la URSS consolidada. “La lengua y la cultura ucranianas se desarrollarían con la URSS, pero el derecho a la autodeterminación quedaría en mera retórica” explicó Brugos, que señaló la existencia siempre de dos almas en el seno del comunismo ucraniano, una más soberanista, y otra más partidaria de una estrecha vinculación de la República con Rusia y la URSS.
En su conferencia Brugos no eludió capítulos complejos de esta historia de encuentros y desencuentros, como las colectivizaciones forzosas durante el estalinismo, las hambrunas de los años 30, o la colaboración de sectores del nacionalismo y la población ucraniana con los ocupantes nazis durante la Segunda Guerra Mundial. “Tras las atrocidades cometidas por el estalinismo, para una parte de los ucranianos el Ejército alemán fue visto más como un liberador que como un invasor” explicó Brugos, que señaló cómo una parte de los nacionalistas ucranianos creyeron encontrar en Hitler y el Tercer Reich “la posibilidad de modificar el mapa europeo surgido de la I Guerra Mundial”. Estos mismos sectores colaborarían con los nazis en el exterminio de la importante minoría de judíos ucranianos. La Segunda Guerra Mundial sería pues en Ucrania un grave conflicto interno, con partisanos anti-nazis y partisanos anti-soviéticos, algunos de los cuales resistirían todavía hasta 1949.



Brugos calificó de “separación matrimonial suave” la independencia de Ucrania con el final de la URSS. Las buenas relaciones entre Ucrania y Rusia se agrietarían sin embargo con la entrada en el siglo XXI y la aparición de grandes contradicciones entre un sector de las élites y de la población partidarios de priorizar los vínculos con Rusia, y otro bloque deseoso de apretar el acelerador de la integración en el mundo occidental “buscando alguna clase de atajo como podía ser ingresar en una OTAN siempre deseosa de expandirse hacia el Este”. Para el historiador, la revuelta del Euromaidan, que en 2014 puso punto final al gobierno prorruso de Víktor Yanukóvich, es considerada para un sector de los ucranianos como “una revolución democrática”, mientras que para otros fue “un golpe de Estado orquestado por los EEUU”.
En opinión de Brugos el intervencionismo norteamericano en la zona y los movimientos de la OTAN para cerrar la salida de Rusia al Mar Negro, y con ello a las “aguas cálidas” del Mediterráneo, no justifica en ningún caso la invasión de Putin a Ucrania. Y es que según el conferenciante la salida a la guerra solo puede pasar por la salida de las tropas de Putin, una neutralidad de Ucrania con garantías recíprocas de no ser invadida por Rusia, así como algún tipo de federalización del Estado que supere el nacionalismo ucraniano asimilador y respete la pluralidad lingüística y la diversidad de los diferentes sentimientos nacionales que conviven sobre el suelo ucraniano. Israel y Turquía, con buenas relaciones tanto con Ucrania como con Rusia, podrían ser las potencias regionales más interesadas en lograr un alto al fuego y un acuerdo de paz.
En el plano doméstico, Brugos mostró su preocupación por el rearme de España y la UE, y porque “comience a hablarse con naturalidad de una Tercera Guerra Mundial con armas nucleares”. En ese sentido exhortó a las izquierdas a trabajar en un movimiento por la paz y contra la escalda bélica y armamentística que vive el planeta con esta nueva Guerra Fría.
La próxima edición de los “Alcuentros Nortes” tendrá lugar el jueves 6 de mayo en La Salvaje de Uviéu, con la presentación del libro del filósofo y crítico cultural Alberto Santamaría, “Un lugar sin límites. Música, nihilismo y políticas del desastre en tiempos del amanecer neoliberal” (Akal, 2021)