“La ratificación del Convenio 189 es una victoria de las trabajadoras del hogar”

Rafaela Pimentel es empleada del hogar, militante feminista y cofundadora del Sindicato de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados.

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Xana Ebrecht
Xana Ebrecht
Graduada en Psicología. Miembro de AMA Asturies, participa en la coordinación del 8M Asturies, en asambleas de estudiantes de UniOvi y en Fridays For Future.

Rafaela Pimentel Lara es dominicana de origen (Baní, 1960) y nacionalizada española. Vive en Madrid desde hace 28 años, y desde entonces trabaja como empleada del hogar y es activista en este mismo ámbito. A partir de 1995 dedica tiempo y energía a la causa de visibilizar y mejorar las condiciones de las personas que se dedican al trabajo doméstico dentro del colectivo Territorio Doméstico, continuando a día de hoy. Forma parte de la Coordinadora 8M, plataforma que organiza las iniciativas en torno al 8 de marzo en Madrid. Con otras, es promotora en la creación de SINTRAHOCU (Sindicato de Trabajadoras de Hogar y los Cuidados), el primer sindicato de este tipo a nivel estatal, registrado en octubre de 2020. Las reivindicaciones de las activistas se encuentra la ratificación del Convenio 189 de la OIT, que contempla la inclusión de las empleadas en el régimen general de la Seguridad Social para ser consideradas como el resto de sectores productivos, la inclusión en el Estatuto de los Trabajadores y en la Ley de prevención de Riesgos Laborales y, en tercer y último lugar, la derogación de la Ley de Extranjería que pone a las trabajadoras migrantes en una situación de vulnerabilidad frente a la explotación.

Rafaela visitó Xixón para participar en la III edición de la Escuela de Pensamiento Feminista de la Asamblea Moza d’Asturies, en la mesa “¿Quién dice que no hablamos de trabajo? Sindicalismo feminista y conquista de derechos”.

La lucha de las trabajadoras del hogar y de los cuidados ha sido y está siendo un ejemplo muy grande a seguir en cuanto a organización, resistencia y persistencia para lograr una ampliación de derechos. ¿Cómo se consigue esto? ¿Cómo os organizáis?

Nosotras siempre hemos visto la lucha de las trabajadoras del hogar y de los cuidados como un lugar desde donde no sólo luchar por los derechos laborales, sino también por unos cuidados que estén reorganizados y como un espacio de distintas luchas, ya que a las trabajadoras del hogar nos atraviesan y afectan todas las luchas (por la vivienda, la salud, la educación…). Luchamos también por otras y desde este lugar hemos logrado conquistar derechos laborales, pero también otros derechos. Esto hace que nosotras podamos hablar sobre un sistema público y comunitario de cuidados, luchar por estar en el régimen general de la Seguridad Social y luchar por la reorganización de los cuidados, es decir, que no solo seamos las mujeres, y en los últimos años especialmente las mujeres migrantes, las que estamos llevando a cabo los trabajos de cuidados y sosteniendo este sistema donde el Estado se queda apartado por completo y donde los hombres todavía no ejercen su parte de los cuidados.

Rafaela Pimentel. Foto: David Aguilar Sánchez

Esto lo hemos logrado con mucha resistencia, intentando organizarnos desde lo cotidiano, dando importancia a la organización interna, pero también valorando la importancia de las alianzas. Organizarnos, apoyarnos, sostenernos entre nosotras, desde lo más macro, lo más cotidiano, luchar desde allí, siempre tomando en cuenta el luchar para todas. Primero nos sostenemos entre nosotras y luego nos organizamos, porque como dice una compañera: “organizarse es empezar a vencer”. Se trata de una lucha con herramientas de metodología distinta (música, teatro, radionovela, la pasarela…) donde se trabaja para que ninguna de las mujeres se quede atrás, donde cada una de nosotras tiene su aporte y su sabiduría. Todo esto lo ponemos en una especie de olla común donde todas podemos meter algún ingrediente para hacer esa lucha, donde el cariño, el apoyo y el sostenernos sea lo más importante para poder dar el paso de informarnos, organizarnos y luchar. Cada una tenemos una historia de vida diferente, una historia de lucha diferente pero las asambleas y las herramientas de lucha utilizadas hacen que las compañeras se sientan identificadas y hace que estemos organizadas. Esto para nuestro colectivo Territorio Doméstico ha sido durante años clave para poder luchar, pero también para poder llegar a más compañeras y así poder permanecer.

Los trabajos relacionados con los cuidados son, aún a día de hoy, trabajos que no se valoran. Parece que siguen siendo inherentes al hecho de ser mujer. ¿Qué herramientas tenemos o qué mecanismos tenemos que poner en marcha para que esto se transforme?

A los trabajos de cuidados ni siquiera los llaman trabajos. Darle el valor a lo que estamos haciendo es muy importante para nosotras. Estos trabajos carecen de valor, pero nosotras sabemos hoy que son importantes para la vida, que sin esos cuidados la sociedad no podría funcionar. El patriarcado y el capitalismo han asociado estos trabajos siempre a las mujeres, pero de una manera peyorativa, invisible y precaria.

“Los trabajos de cuidados carecen de valor, pero sin ellos, la sociedad no podría funcionar”

Hay que darle la vuelta a todo esto, darle valor y que no solo seamos nosotras las que hagamos estos trabajos, que el Estado se haga responsable. Hay que saldar esa cuenta pendiente que tenemos, donde muchísimas mujeres dieron el salto de salir de sus casas a trabajar, pero para que pudieran hacerlo nos quedamos otras mujeres realizando esos trabajos, los hombres casi nunca se han hecho cargo de estas cuestiones. Hay que darle la vuelta a este sistema patriarcal, machista y racista a través de la educación, rompiendo con estereotipos y valores de que los cuidados son cosa de mujeres a los que no se les da valor e incluso, si son remunerados, carecen de derechos y una cuantía de pago justa. Hay que hablar sobre estos temas, tenemos que organizarnos y transformar la sociedad mediante una reorganización de los cuidados. No podemos seguir siendo las mujeres las que estemos relegadas en la base para sostener este sistema capitalista, patriarcal y racista.

Desde la Laboratoria habéis sacado un librero titulado Biosindicalismo desde los territorios domésticos. ¿Qué significa el concepto de “biosindicalismo” y qué se reivindica con él?

El concepto de biosindicalismo se menciona en el libro para hablar sobre esas herramientas y metodología que nosotras usamos. Es una palabra inventada, pero que realmente viene a significar una lucha por la vida. No sólo luchamos por los derechos de las trabajadoras del hogar, sino también por el derecho a la vivienda, a la educación, a la salud, a tener una vida propia y el derecho a vivir en una sociedad donde no haya fronteras, donde no se señale a las personas por su color de piel. Lo que está pasando es que nosotras estamos gestionando la vida con los cuidados, pero realmente es una lucha por la vida, por la supervivencia. Hay muchos derechos básicos con los que no contamos: el derecho a comer, a comprar una vivienda, a tener hijos e hijas con una educación y sanidad públicas de calidad, a tener una vida digna, en condiciones. A esto hay que sumarle que muchas mujeres estamos siendo expulsadas de nuestro lugar de origen porque en esos lugares ha aumentado el extractivismo haciendo que nuestras tierras, de las que comíamos, donde vivíamos con nuestras familias, vayan desapareciendo. Se siguen manteniendo las cadenas globales de cuidado donde otras mujeres tienen que seguir cuidando a las familias para una poder salir a buscarse la vida mediante el trabajo. “Bio” por lo tanto significa “vida”.

Rafaela Pimentel, en la Escuela de Pensamiento Feminista. Foto: David Aguilar Sánchez

El sindicalismo tradicional e histórico ha sido muy importante en la vida de las personas, pero a medida que ha pasado el tiempo ese tipo de sindicalismo a las mujeres no nos sirve, ya que están hechos a base de estructuras patriarcales, en las que muchas mujeres no podemos estar presentes para conseguir una vida digna. Además, históricamente cualquier trabajo relacionado con los cuidados nunca se ha llamado trabajo, por lo que no hay forma de entrar ahí. Nosotras nos hemos organizado en nuevos sindicatos, como los de trabajadoras del hogar, para poder realizar o llevar a cabo nuestro proceso de lucha, mediante una organización que apueste por ser inclusiva, feminista, donde nosotras podamos llevar a cabo procesos de lucha compaginándolo con nuestros trabajos, haciendo malabares para que ninguna nos quedemos atrás. Son procesos lentos, lo sabemos, pero nos incluyen a todas. Acompañarnos, sostenernos, cuidarnos y querernos también es sindicalismo para nosotras, y se puede hacer en cualquier lugar: en la parada de autobús, de tren, en el parque, en un bar… Hablamos de nuestra lucha y eso para nosotras es el biosindicalismo.

Hace un mes se aprobó la ratificación del Convenio 189 de la OIT. ¿Qué mejoras implica esto para las trabajadoras del hogar y los cuidados a corto plazo? ¿Qué retos hay que poner en la agenda en este ámbito a partir de ahora?

El haber conseguido la ratificación del Convenio 189 es una victoria de las trabajadoras del hogar. Hemos estado casi 15 años luchando para que la ratificación y la aplicación se hicieran realidad. Sabemos que para su aplicación hay que esperar 12 meses entonces las trabajadoras del hogar lo vemos como una victoria, pero seguimos luchando al igual que lo seguimos haciendo en el 2011 cuando pudimos adquirir varias demandas, pero aun así seguimos construyendo y luchando. Ha sido un proceso largo de resistencia y de lucha en colectivo y con aliadas, y lo conseguimos.

Rafaela Pimentel, en la Escuela de Pensamiento Feminista. Foto: David Aguilar Sánchez

El reto que tenemos ahora por delante es que todas las trabajadoras estemos en el régimen general de la Seguridad Social con todos los derechos, que se nos incluya en el Estatuto de los Trabajadores y las Trabajadoras, donde podamos igualar esos derechos. A lo que aspiramos es a llegar a un sistema de cuidados público y comunitario donde no se deje a nadie atrás, donde los cuidados no estén mercantilizados, es decir, que las familias que no tengan los recursos para pagarlos no se queden sin ellos y que las propias trabajadoras del hogar puedan ser cuidadas en un futuro. Los cuidados no pueden estar llevados por plataformas, sino que se ha de llevar por cooperativas u otras formas de organización. El Estado tiene que garantizar el cuidado a todas las personas. Hay mucha gente sola que no se puede permitir contratar a alguien para que le cuide y la solución que se le da es que alguien cuide con un contrato muy precario o meterlas en residencias, donde la gestión en muchas ocasiones también es cuestionable. Creemos en una sociedad donde los cuidados son la base principal y han de ponerse en el centro, pero no a costa únicamente de las mujeres, especialmente de las mujeres pobres.

“El cariño, el apoyo y el sostenernos es lo más importante para poder dar el paso de informarnos, organizarnos y luchar”

En relación con esta ratificación, ¿qué espacios de trabajo habéis tenido con el Gobierno? ¿Cómo ha sido el diálogo con el Gobierno y el Ministerio de Trabajo?

Los colectivos de trabajadoras del hogar hemos tenido, tras mucho tiempo reclamándolo, una reunión con la ministra de Trabajo y con el ministro de Seguridad Social, y lo hemos conseguido. Le hemos planteado 11 demandas principales de 75 que tenemos porque creemos que también se puede ir despacio. Son demandas consensuadas y muy importantes para nosotras, especialmente la prestación por desempleo, cuestión que se presiona mucho por la sentencia de Europa, la inspección laboral o la figura de desistimiento, derechos que las trabajadoras del hogar aún no tenemos. Esto se pacta también con los sindicatos ya que por ley son ellos los que han de negociar con el Ministerio o con el Gobierno. Nosotras hemos ido a las reuniones sabiendo que esto ya estaba pactado con los sindicatos. Lo único que estamos exigiendo es que los sindicatos que hasta ahora nos han dado la espalda nos dejen estar en esas negociaciones, que recojan las demandas de las trabajadoras y que no sigan ocupando esos puestos que les pertenecen a las trabajadoras del hogar para poder negociar nosotras nuestras propias demandas, que no negocien por nosotras. Lo positivo es que el Ministerio de Trabajo está abierto a escucharnos y a que le traslademos nuestras demandas. Desde la sociedad y la calle seguiremos con la presión para que los sindicatos cumplan con la parte que les corresponde.

Rafaela Pimentel. Foto: David Aguilar Sánchez

¿Qué opinas sobre el nuevo espacio que quiere abrir ahora Yolanda Díaz, Sumar? Se presume que va a ser un espacio de diálogo, de escucha con la sociedad civil, organizaciones, sindicatos…

Sobre el proyecto que está desarrollando Yolanda Díaz opino que cada una puede desarrollar su vida política como quiera. Lo que nosotras vemos es que cada vez hay más división y más opciones de voto y que a través de ahí pueden llegar a solucionarse cuestiones importantes, pero tampoco tenemos mucha esperanza porque hasta que la izquierda y los sectores sociales no estén unidos vamos a ver solamente un chiringuito aquí, otro allá, que no nos va a aportar fuerza, que es lo que necesitamos ahora mismo para que la derecha, con sus discursos xenófobos y antifeministas, no sigan avanzando como hasta ahora.

Rafaela Pimentel. Foto: David Aguilar Sánchez

Hacer algo nuevo como lo que se está desarrollando se puede apostar por ello, pero ya hemos pasado por procesos similares de división que no nos han ayudado mucho y no nos han llevado a ninguna parte. Desde donde estamos cada uno, tenemos que ir solucionando los problemas de la gente, eso es lo importante. Hay que hablar de vivienda, de por qué se siguen privatizando la salud y la educación… Si se habla desde allí, podemos conseguir transformaciones. Le deseamos mucha suerte y la felicitamos con el paso dado, celebramos si se abren procesos de diálogo y escucha, pero nosotras seguiremos luchando como siempre juntas por una vida digna y en condiciones y hacerle frente a una derecha que ocupa lugares que no tiene que ocupar.

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