“Las Facultades de Medicina deben enseñar el aspecto humano de nuestra profesión”

Nos atrevemos a desvelar quién es Santiago Jiménez Treviño, el pediatra del HUCA que se oculta tras la máscara de Spider-Man.

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Christian Ferreiro
Christian Ferreiro
Graduado en Filosofía por la Universidá d'Uviéu. Esperando ser docente de secundaria en un futuro no muy lejano.

“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, le decía tío Ben a Peter Parker en la famosa película Spider-Man de Sam Raimi. Sin duda alguna, el hombre araña ha sido uno de los personajes de Marvel que más influencia ha tenido desde que en 1963 comenzase la serie de cómics The Amazing Spider-Man. Una serie que continúa hasta el día de hoy, y que Santiago Jiménez Treviño sigue fielmente desde que tenía tan solo 13 años. Esta pasión le empujó a comenzar un proyecto ya en su etapa adulta: ponerse la máscara de Spider-Man para llenar de alegría y vitalidad el Hospital Central Universitario de Asturias (HUCA), concretamente la planta de oncología pediátrica. Nos atrevemos a desvelar la identidad secreta del hombre araña, con el fin de conocer un poco mejor quién hay tras la máscara.

Santiago Jiménez Treviño. Foto: Alisa Guerrero

“La idea surgió de la Legión 501”, una asociación de costuming que, a la par que promueve la afición por el universo de Star Wars, contribuye a diversas causas solidarias. Mediante esta legión, Santiago, que es especialista en Gastroenterología infantil en el HUCA, descubrió a un montón de gente que se disfraza de personajes -o se ‘caracteriza’, como les gusta decir a ellos- y visitan a niños ingresados en hospitales. “Se me ocurrió que yo podía hacer lo mismo, pero caracterizado de Spider-Man”. Así comenzó una labor humanitaria que, lejos de suponerle un sacrificio, “es todo un placer que disfruto muchísimo. Me gusta más mi trabajo porque me disfrazo de Spider-Man, soy realmente Spider-Man para los niños. Para mí, es un estímulo brutal poder hacer que la estancia de un niño ingresado sea mejor y darles un respiro a sus padres”, relata el pediatra.

Foto: Alisa Guerrero
Foto: Alisa Guerrero

Antes de la pandemia, Santiago utilizaba los días de saliente de guardia para caracterizarse y visitar a los niños ingresados. “Normalmente, después de trabajar 24 horas, que es lo que se trabaja en realidad en un día de guardia, te vas a casa a descansar. Yo utilizaba ese tiempo para disfrazarme de Spider-Man y visitar las plantas de hospitalización pediátrica, la UCI pediátrica, oncología…”. Santiago nos cuenta que llegaba a ver “sobre 30 o 40 niños en una mañana”. Sin embargo, con la pandemia, esto se detuvo: “se prohibieron las visitas y se restringió la actividad, así que empecé a disfrazarme para niños concretos, especialmente que estuviesen ingresados en oncología o que supiese que les gustase Spider-Man”. En la actualidad, sigue teniendo restricciones para evitar los contagios, por lo que “me llevo siempre conmigo el traje, y si tengo un hueco libre o no tengo consultas, aprovecho para visitar a los niños y niñas”.

Foto: Alisa Guerrero

Nuestro protagonista no es único en su labor, ya que el SESPA está llevando a cabo “un gran esfuerzo en la humanización del hospital”, promoviendo diversas actividades destinadas a hacer del mundo sanitario un lugar más amable. Ya sea porque se suele relacionar con enfermedades o con experiencias personales trágicas, lo cierto es que los hospitales no suelen desprender un ambiente especialmente cómodo. “Muchas veces, el hospital es inhóspito”, nos confiesa Santiago. Además, con la pandemia, “llegamos a lo más bajo en humanización, donde la gente se moría en las habitaciones sin la presencia de un familiar”. En el servicio de pediatría, nos dice, “vimos que se suspendían las visitas de familiares y de invitados, como los payasos. En ese momento, vi que había necesidad de entretener o hacer mejor la estancia de los niños, así que empecé a venir muchas más veces disfrazado”.

“La empatía es fundamental en nuestro trabajo”

Para el hombre araña, “la empatía es fundamental en nuestro trabajo”. A pesar de que “depende mucho de las personas, ya que las hay más o menos empáticas”, Santiago está convencido de que “se puede trabajar en ello, y desde las Facultades de Medicina se debe enseñar el aspecto humano de nuestra profesión”. Sin embargo, Jiménez cree que la presión asistencial es un obstáculo que impide que las relaciones médico-paciente sean más humanas: “los sanitarios que tienen que ver 70 pacientes al día, todos los días de la semana, es imposible que puedan desarrollar ningún tipo de empatía”. Es un problema de gestión, según Santiago: “se necesitan más médicos, y más médicos significa más recursos”. A propósito de esto, nos recuerda la antigua Plataforma 10 minutos, con la que el personal sanitario exigía tener 10 minutos para ver a sus pacientes con calidad y dignidad. “¡10 minutos! ¡Qué menos!”.

Foto: Alisa Guerrero
Foto: Alisa Guerrero

Uno de los sectores laborales a los que ha afectado especialmente la pandemia es el de las profesiones sanitarias. Santiago se siente agradecido de que, en los inicios del confinamiento, la ciudadanía reconociese la labor sanitaria. No obstante, cree que esto ha decaído con el tiempo: “ha habido un efecto rebote, y los sanitarios hemos pasado de ser unos héroes a ser unos vagos colgados del teléfono”. Precisamente las consultas médicas por vía telefónica se han generalizado desde el inicio de la pandemia. Una vía que, en opinión de Santiago, debería ser una excepción más que una norma.

“Algo falla si es más rentable pagarle a la Quirón por una resonancia que hacerla en la pública”

La acumulación de consultas y las largas listas de espera, tanto en atención primaria como en hospitalaria, ha llevado a que muchas personas se replanteen la sanidad privada como vía de escape. Santiago es claro: “soy fiel defensor de la medicina pública, y no estoy en contra de quien tenga consulta privada”. No obstante, nos dice, “no veo mal que se derive a la privada. No se puede tener a un paciente esperando dos años por una resonancia magnética”, pero esto debería ser solo “un parche” para solucionar momentos críticos. En opinión del pediatra, “algo falla si es más rentable pagarle a la Quirón por una resonancia que hacerla en la pública. Es un problema de gestión”.

Foto: Alisa Guerrero

Por lo que nos cuenta Santiago Treviño, si se optimizasen mejor los recursos, quizá la sanidad pública asturiana funcionaría con total plenitud, y para ello, parece que se necesitaría a otro superhéroe, o superheroína, más. Pero nuestro Spider-Man particular demuestra la innegable capacidad de influencia que tenemos sobre los demás y la responsabilidad que conlleva: “me dicen que qué grande soy por hacer esto, pero yo no sufro en absoluto, sino que es todo un placer”. El sufrimiento viene por otro lado: “me implico con niños que no me tocaría implicarme porque no son de mi especialidad, que es Gastroenterología infantil. Cuando las cosas van bien, es genial. Pero cuando no van bien, te los llevas contigo para casa, como se suele decir. Te dejan cicatrices profundas en el corazón”. Un corazón que vale su peso en oro, como bien saben los niños y niñas que han salido adelante y que, gracias a él, guardan su estancia en el hospital como una de las experiencias más bonitas de sus vidas. Su vecino y amigo Spider-Man continuará, por el momento, haciendo que el HUCA tenga una mirada más amable, más cercana, más humana.

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