“Bremen no existe explica nuestras promesas de futuro, las que no se cumplieron, las que no se iban a volver a repetir y han vuelto a suceder”

Biznaga presenta este viernes su cuarto álbum en la sala Gong de Oviedo

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

Biznaga es, probablemente, la banda punk con mayor poso filosófico de nuestro país, sin dejarse caer por el barranco de la petulancia. Cada uno de sus discos encierran una enorme vocación conceptual. En Sentido del espectáculo se podía disfrutar la tradición del punk español de más hondura, Lagartija Nick o Sid Vicious mediante. En La gran pantalla, se expresa su personal poética contra el capitalismo de plataforma,s y en este Bremen no existe uno se deja llevar por un delicioso, desencantado y rebelde alegato contra los sueños que llegaron de la España del 92, aquello que se prometió, lo que no se cumplió, lo que no llegó a ser y sin embargo, vaga como un fantasma por la conciencia social y política de todos nosotros. Fondo y forma están estrechamente comprometidos en sus canciones. Si gritan es porque sus letras expresan rabia, si el sonido se vuelve sofisticado, es porque el siglo XXI es desesperadamente perverso, complejo, siniestro en tanto que extraño. Nada es fácil en el siglo XXI, pero aun así, Jorge Navarro, letrista y bajista, no pierde la esperanza. Este viernes llegan a la sala Gong de Oviedo. Hablamos por teléfono, a distancia: Gijón-Metro de Madrid.

Bremen no existe es un desvelamiento de la realidad que no llegó a ser, de esas promesas que no se cumplieron, de aquellos sueños que fueron palideciendo con el desencanto.

Nos gustaba la idea de encarnar a los músicos que viajan a Bremen. El cuento finaliza sin que lleguen. Parecía una metáfora interesante respecto de las expectativas colectivas, las promesas de futuro. Es una idea que está muy presente en nuestro tiempo y que conecta con la raíz del punk. La revitalización del no futuro que es un tema clásico del punk. Por otra parte, Los trotamúsicos son una serie de televisión muy generacional que nos resituaba en unas coordenadas de espacio y tiempo sentimentales.

Los títulos de este disco tienen guiños constantes que se prestan a pequeñas revanchas o venganzas al pasado. También hay una ventanta abieta a la esperanza. Ahí está ese Madrid nos pertenece que trata de prolongar la mirada sesentayochista de la nouvelle vage y el clásico Paris nos pertenece de Jacques Rivette.

Respondiendo a esto último, la inspiración, efectivamente, viene de ahí. Madrid nos pertenece es una manera de reivindicarse políticamente, desde la Nouvelle vague, pero también desde la segunda década del dos mil. Con esta canción tratamos de reivindicar determinado Madrid que no es el oficial, la calle como un espacio público que tiene que servir para iniciativas colectivas y para no perder el entusiasmo. No queremos renunciar al entusiasmo. Y ese ideario está en el grupo y en el disco. Hay otras ondas de mayor desencanto como Espíritu del 92 y a portada es un alegato intergeneracional que pela a una generación anterior y otra posterior desde el presente. El disco compromete a tres generaciones. Las canciones transitan del pasado hacia el futuro para poder explicar el presente desde los 90 hasta hoy y para explicar nuestras promesas de futuro, las que no se cumplieron hoy que nos ofrece imágenes oscuras que, creíamos, no se iban a volver a repetir y que han vuelto a suceder: corruptelas que se han institucionalizado, una versión de la democracia malograda para un país moderno.

Biznaga. Foto promocional.

Sois el grupo punk con la raigambre filosófica más asentada y solida de la música española. Como me decía Jorge Explosión: “y gritan mucho”. Creo que esas letras, de alguna manera, reclaman rabia y ganas de reventar la realidad, porque fondo y forma están muy relacionadas.

Totalmente. Por supuesto, fondo y forma son parte de lo mismo tanto en Biznaga como en cualquier otra banda o iniciativa artística. La forma habla mucho del fondo y es una manera de manifestar ideas y conceptos, un modo de plantearlas que forma parte de la estrategia artística. Determinadas músicas exigen una manera de plantearlas. La interpretación de nuestras letras es la correcta, se tiene que transmitir con ese ahínco, esa vehemencia, o esa rabia, exacto, la rabia que mencionas.

Por otra parte, hay un sentido muy conceptual en cada disco que admite observar que Gran Pantalla es un disco más universal y abstracto que completa los ensayos de Mark Fisher y Bremen no existe más generacional, más pop, con unas coordenadas de tiempo y espacio reconocibles, presentes.

Pantallas era un disco más frío, más analítico, más “de interiores”, me gusta decir a mi, que reflexiona sobre la interacción entre la pantalla y tu, siendo la pantalla como el gran espejo que ofrece nuestro reflejo y cuestiona la interacción entre personas mediada por ese filtro. Bremen es la respuesta a eso, es un disco muy callejero, con un planteamiento típico del punk, esto es: muy urbano y romántico, si quieres. Suelo decir que es romántico porque es pasional, entusiasta a la par que crítico. Por otra parte, me parece que haces un análisis acertado por tu parte, que hayas leído el discurso de Fisher en La gran pantalla, al que también leí. La Gran Pantalla tiene un rollo hauntológico, espectral, sobre lo que vuelve, lo que no se ha terminado de ir. El espíritu de Fisher está muy presente. Si pudiera escucharlo y entenderlo, le gustaría, aunque nuestra música es muy retromaniaca, por continuar con Simon Reynolds que era muy colega suyo.

Por qué gana la derecha siempre en Madrid

Quizá eso requiere una respuesta más meditada de la que pudiera dar en un metro de Madrid. Supongo que por múltiples razones. Dice Milki, que está a mi lado que debe a que los pobres de Madrid no votan. Seguro que habrá algún pobre que vote a la derecha. Es conflictivo. Necesitaría meditarlo para darle un sentido.

Como es el Madrid que os pertenece políticamente

Es un Madrid que sigue conservando iniciativas no mediadas por el mercado, donde palpita y está presente gente con determinada conciencia y entusiasmo para poder llevar a la práctica determinadas ideas, con voluntad de hacer cosas y una visión crítica de la realidad. Ese es el Madrid que me interesa, el que no se resigna a seguir comiendo mierda y tiene esperanzas por vivir de un modo mejor.

¿Después de las huelgas sanitarias y esa reacción contra Almeida y Ayuso, mantienes esa esperanza por un cambio político dentro de cuatro meses?

No tengo demasiada esperanza, pero puedo afirmar que contribuye, que es positivo salir a la calle y dar muestras de que no se está conforme y eso anima a salir y hacer lo mismo en otros sectores. En general, pisamos poco la calle, no solo en Madrid, y son necesarias más manifestaciones y más masivas. Es una manera potente de ejercer presión sobre las instituciones, los políticos y determinados gobiernos. Se hace política de muchas maneras y esa es importante mantenerla. Es la forma en que la clase obrera sale y muestra músculo. Me parece importante que se haga en el sector sanitario y que se contagie a otros sectores para lograr un cambio importante.

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