La agrovoltaica y las cosas del comer

Combinar en el mismo espacio producción agrícola y de energía solar, ofrece una solución a los conflictos de la transición energética en el mundo rural.

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Son conocidas las reticencias de una parte del ecologismo y la España rural al despliegue de renovables necesario para culminar la transición a una economía descarbonizada y climáticamente neutra. El mejor ejemplo es la reciente propuesta de Compromís en Valencia, “ Empecemos por el techo”, que basa su estrategia energética en la Comunitat Valenciana en un despliegue masivo de renovables en cubiertas, minimizando las plantas en suelo y circunscribiéndolas a suelo urbano e industrial (mucho más caro que el rústico con lo que el sobrecoste se trasladará al consumidor). Este es un buen ejemplo de no querer afrontar un debate para el que no hay tiempo y que debería estar superado, el de la necesidad de combinar autoconsumo y plantas en suelo nos guste o no, porque la alternativa es no cumplir con el objetivo de tener un país descarbonizado en 2050.

Quiero pensar que este ecologismo que se ha visto superado por la abrumadora presión de que sus demandas históricas sean ahora prioridad política, podrá asimilarlo de una manera u otra, al final de lo que hablamos si nos ponemos solemnes es de salvar el planeta.

Movilización contra la instalación de placas solares en La Fueva, Huesca.

Sin embargo, la zona rural y periurbana, que serán receptores de buena parte de esas instalaciones renovables, ya es otra historia. Que haya cierto reparo acerca de este nuevo boom renovable es lógico, no en vano tenemos  reciente otro boom de infausto recuerdo, el ladrillo, que regó de millones el país pero que al territorio ese del que usted me habla ni lo benefició ni lo mejoró. Es más, el boom del ladrillo nos dejó escenas postapocalípticas de ciudades y urbanizaciones creadas de la nada, en mitad de la nada y para nada ni nadie. También evidenció la desidia de una administración que ha priorizado una arquitectura de país que pivota en la capacidad tractora de grandes ciudades, que ejercen de motor económico sin discusión ni alternativa, pero que también hacen gala de un insaciable apetito en la extracción de capital humano proveniente en gran parte de la zona rural.

Un ejemplo de convivencia entre energía solar y ganadería.

Un trozo del país, que de hecho es la mayor porción de territorio, que ve como desde la política institucional no se ha tenido un mínimo mimo en desarrollar políticas que fijen población a través de la actividad económica y el acceso a servicios públicos en igualdad. Y no hay mejor ejemplo de esa falta de interés institucional por la España rural que Asturias, su sempiterno invierno demográfico y la leyenda urbana de Areces y la emigración juvenil.

Por ello, conseguir aunar la transición energética con políticas que dinamicen y creen actividad económica en zona rural siempre serán bienvenidas en esta casa. Si esto lo lee alguien que viva en ciudades tipo Madrid y Barcelona y le parece que exagero le doy solo un dato, Madrid por población es el cuarto concejo más poblado de Asturias, y no olvidemos que en este país por algo se ha acuñado la expresión España vaciada.

Invernaderos con placas solares.

Pero este texto no va (tan solo) de políticas de recuperación económica y poblacional de la zona rural, sino de una herramienta en concreto que puede echar un gabitu tanto a acoger con mejores ojos ese despliegue renovable, como a crear sinergias entre generación de energía limpia y desarrollo rural, y esa herramienta no es otra que la Agrovoltaica.

Que no es ni más ni menos que aprovechar la misma superficie de terreno para obtener productos agrícolas y energía solar. Esta técnica está muy desarrollada en EEUU, China o Japón, y en nuestro entorno países como Alemania, Francia, Portugal o Italia nos llevan varios cuerpos de ventaja porque hace tiempo que trabajan en la promoción e impulso de este tipo de instalaciones. España, siendo un país exportador de productos agrícolas y líder en generación de energías limpias, está muy lejos no ya de liderar, sino siquiera de estar asomando la cabeza en este modelo mixto de producción agrícola y renovable.

“Este tipo de instalaciones permiten generar en un mismo terreno producción agrícola y energía renovable”

La Agrovoltaica, como digo, está en ciernes en nuestro país, pero no es desconocida para muchos otros países por la potencialidad de su propuesta, que da solución al uso del suelo, un problema básico para ambos protagonistas de esta historia el sector agrícola y el renovable, el Alfa y el Omega.

Plantación con placas solares.

El uso del suelo, que con este sistema garantiza la convivencia pacífica entre ambas opciones al minimizar el uso del terreno y maximizar así el rendimiento económico, es para el agricultor una arma de persuasión nada desdeñable y, aunque no es posible, o más bien, no es eficiente para todo tipo de terrenos y cultivos, las ventajas que ofrece lo hacen susceptible de ser un recurso muy valioso. Este tipo de instalaciones permiten generar en un mismo terreno producción agrícola y energía renovable, también limita la evaporación de agua ahorrando recursos hídricos, y la instalación de paneles automatizados también pueden ejercer el papel de parasol evitando excesos de insolación en las cosechas, de  paraguas salvaguardando a las plantaciones del daño ocasionado por los aguaceros, el granizo o las heladas y servir de refugio a los pastos, una necesidad tan elemental la de protegerse que tan solo tenemos que dar un paseo por el campo para encontrarnos a vacas y ovejas atechando bajo los árboles para protegerse del sol o de la lluvia.

La importancia de esta combinación en el uso mixto del suelo nos la da un estudio publicado en 2019 en la revista Nature que dice que, si tan solo el 1% de la superficie usada para la agricultura en el planeta se combinara con la producción de energía solar, se conseguiría cubrir la totalidad de la demanda mundial de electricidad. Por lo tanto, los beneficios son claros, las evidencias científicas numerosas, y la situación de España, con una densidad de población baja y concentrada en las áreas urbanas, propicia para una alternativa que sumar a la estrategia nacional de transición energética y que facilitaría una convivencia pacífica entre el desarrollo rural tradicional y el despliegue renovable necesario para culminar con éxito la necesaria transición energética.

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