El Partido Popular de Gijón ha convocado el espíritu olímpico para ganar las próximas elecciones. En el PP asturiano, la política y el deporte se confunden o vienen a ser la misma cosa. Recuerden a Diego Canga aterrizando en Ranón y clamando por una región de “Primera división” tras ser designado por el dedo olímpico de Núñez Feijóo. Ortega y Gasset entendía que el deporte era la forma superior de la existencia humana y, anticipándose a un siglo de turbo-capitalismo y a medio siglo de Champions Leagues , el filósofo madrileño advirtió en El Espectador que la cultura no es hija del trabajo sino del deporte. “Tiene espíritu ganador” afirmaba el hombre comunitario, remozándose en sentido deportivo que ha adquirido la política: “Competirá contra el pasado, ella es el presente y el futuro”, decía como si en realidad, estuviera mostrándonos la estela de una flecha en el tiempo.
En el PP de Gijón también han aceptado la condición humana de Ortega y es por eso que Ángela Pumariega, regatista olímpica, encabezará la candidatura de Gijón, afrontando el reto de superar los cuatro concejales que le otorga el último sondeo de Sigma 2 encargado por Miguel Tellado. Hay en el deporte, según Ortega y Gasset, un instinto de superación pero, sobre todo, de conservación. El deporte es una metáfora del deseo humano.
Sin embargo, el espíritu olímpico no siempre es un espíritu altruista e inmaculado. Pienso en Ben Johnson. La distancia que separa a un titán del fracaso se mide también por el grado de decepción. El atleta canadiense que había vencido a Aquiles en los 100 metros lisos, fue retirado de por vida de la pista de atletismo cuando reconoció su dopaje. Lo mismo le sucedió a Marco Pantani, el mejor escalador que ha dado el ciclismo italiano. Podría estar citando épicas historias de la decepción y el fracaso para demostrar que el olimpismo y el deporte no otorgan a nadie el don de la invencibilidad. Sin necesidad de discutir a Ortega, es importante reconocer que el deseo es una fuerza que no siempre conduce al éxito ni mucho menos a la gloria.

La regatista Ángela Pumariega nos hizo vivir vibrantes días olímpicos en Londres y hoy retorna a la carrera electoral, sin saber a ciencia cierta si su velero está preparado para hacerse a la mar, si soplará Eolo sus velas o si la gran ballena blanca, Carmen Moriyón, se la llevará por delante como a una frágil y estúpida gaviota posada sobre las aguas, en cuanto salga a navegar a alta mar. Una medalla de oro sobre los hombros de un hombre o una mujer no dará más puntos a nadie en la batalla electoral. Sí los darán los programas y un ejercicio gimnástico, limpio y coherente, del discurso y las vidas políticas.
La vida es una flecha en el tiempo. A veces, irrumpe una fuerza o una resistencia que, por insignificantes que sean, la desvía de su trayectoria, alejándola de su destino. A veces, uno cree que la flecha se dirige inexorablemente hacia un punto concreto del espacio sin darse cuenta de que antes ha sucedido algo que, por trivial que haya sido, ha desviado su camino sin saber muy bien hacia donde o sobre qué se clavará. Algo así le sucedió a Ángela Pumariega el año que dejó de percibir la beca ADO de 48.000 euros que financiaba su carrera, incluso después de haber sido medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres, 2012.
Ángela Pumariega lamentaba en los medios de comunicación que el Consejo Superior de Deportes (CSD) le hubiese comunicado que ya no tendría una beca ADO para seguir su preparación. «Entiendo que son malos tiempos y entiendo que se nos redujeran las ayudas, pero ¿nada?», se preguntaba Ángela en el diario El Mundo en 2015. Buscaba la regatista entonces alternativas para sobrevivir sin los 48.000 euros de la beca. Por qué el gobierno de Mariano Rajoy, el presidente de su partido, le iba a retirar discrecionalmente una beca a una medallista olímpica. No tenía mucho sentido. Desde el CSD se explicó que Ángela Pumariega había perdido la ayuda porque no cumplía con los resultados exigidos para renovar la beca entre unos Juegos y los siguientes.
No todo estaba perdido. Jorge Morán, empresario del grupo Comunicalia, decidió patrocinarla, cubriendo el dinero necesario para la compra de una embarcación, la contratación de un entrenador y los medios necesarios para preparar el siguiente campeonato del Mundo, que se celebraría en Israel. Morán afirmaba a La Nueva España en 2015 lo importante que era “saber a quien patrocinas y Ángela es una persona con la cabeza muy bien amueblada y un gran escala de valores”. Valores olímpicos. Desgraciadamente, Pumariega no logró clasificarse para defender su medalla en los Juego que tuvieron lugar en 2016 en Río.
En agosto de 2017 la deportista gijonesa participaba en el Campeonato del Mundo de la Clase Snipe representando a otro país, Noruega. Según explicó la regatista al deportivo Dxt “en la clase Snipe el patrón tiene que ser del país que representa, pero el tripulante puede ser de cualquiera”. La Real Federación Española de Vela comunicó al Presidente de la Comisión de Evaluación del Deporte de Alto Nivel este hecho, según relata el Boletín Oficial del Estado de 29 de enero de 2018. Se le concedió plazo para presentar alegaciones, que fueron desestimiadas por la Subcomisión Técnica de Seguimiento en su reunión de 15 diciembre que resolvió “determinar la exclusión de las relaciones de deportistas de alto nivel”, a la regatista, “por haber competido oficialmente por un país diferente a España, de acuerdo con el artículo 15.e) del Real Decreto 971/2007, de 13 de julio, sobre deportistas de alto nivel y alto rendimiento”.

La expresión la flecha del tiempo fue acuñada por el astrónomo británico Arthur Stanely Eddington para distinguir una única dirección en el tiempo, sin cambios, sin interrupción, desde el pasado hasta el futuro, pasando por el presente, siendo la irreversibilidad su principal característica. Pero la dirección de la flecha no tiene por qué ser la que habíamos predestinado. El tiempo que esperamos no es siempre el que recibimos o al que, finalmente, llegamos. Jorge Morán, aquel emprendedor que afirmaba saber a quién apoyaba en todo momento, se declaró en concurso de acreedores en abril de 2018. La flecha del tiempo se había vuelto a desviar de su diana. Una de las empresas que formaba parte de Comunicalia, Telko, dedicada a los sistemas de comunicaciones, sería declarada parcialmente insolvente en 2021 también, tal y como consta en el Boletín Oficial del Registro Mercantil.
Otra flecha del tiempo: “De la vela no se vive. Si no tuviera un plan B habría dejado de navegar hace tiempo”, afirmaba Pumariega en la entrevista publicada en El Correo en el año 2019. Por entonces, la deportista de vela asturiana trataba de recuperarse de una grave lesión en un hombro, “con la mente puesta en la clasificación de los juegos olímpicos de Tokio 2020”. Durante ese tiempo, Pumariega se licenció en Económicas, sacó dos masters, se especializó en coaching y liderazgo deportivo, creo una empresa con su padre que ha recibido subvenciones del Ayuntamiento de Gijón y recayó en el Ayuntamiento como concejala del PP. No, no se clasificó para la vela en ninguna categoría para Tokio, pero sí retransmitió las competiciones de vela para TVE.
Nadie había pensado, quizá sólo ella, que los juegos olímpicos podrían terminar siendo unos juegos políticos. Dicen que el mejor regatista es aquel que sabe leer el viento. He visto barcos despejar las aguas sobre las que surcaban, ligeros como una flecha, sin perder nunca la dirección ni el rumbo, aupados por el viento que habían sabido leer. También he conocido a tipos a los que les bastaba salir a ver qué se respiraba en la calle para saber si habría cambios políticos sin necesidad de arroparse en las encuestas de las mejores consultoras. El que mejor lea el tiempo político en estas elecciones se dará cuenta de que el gesto, el acento, la biografía y el programa adecuados lo elevarán al podio del Ayuntamiento. De nada sirve ser olímpico, si no sabes leer el viento, de nada sirve el oro, si no sabes dirigir la flecha y descifrar tu tiempo (político).