Lea Poldo, el arte de las canciones siamesas

La arpista y compositora Sofía Fernández presenta Canciones para Eno y Sistersongs for Zu el próximo viernes en La Lata de Zinc de Oviedo

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

Con escuchar For Zu, el extraordinario arranque de Sistersongs for Zu, de Lea Poldo o Sofía Fernández, es fácil comprender que estamos ante un proyecto muy serio, que comenzó con los álbumes largos Cantos de Corazón, hígado, pulmón (2015), prosiguió con Libélula, luciérnaga, dragón (2018) y ahora ha encontrado en Canciones para Eno y Sistersongs for Zu la culminación a un proceso de duelo que la arpista y batera vivió tras la muerte de su padre en 2013 y que se presentarán el próximo viernes, 24 de marzo, en la sala de conciertos Lata de Zinc.

For Zu comienza con aires de canto oriental y se introduce en territorios oníricos, juguetones y divertidos, a veces inquietantes y siempre experimentales: algo parecido a lo que Björk intenta provocarnos en la boca del estómago cada vez que escuchamos una de sus canciones. “Es un disco un poco más azul, apoyado en la nostalgia, en aquello que se ha perdido. Pero cuando hago canciones, cuando escribo, me gusta inclinarme también por la cara b”, afirma Sofía Fernández, tras celebrar su último concierto en los estudios de Radio 3, certificando que es una de las artistas más transgresoras y experimentales del horizonte musical asturiano.

Y algo de hermanamiento y, sobre todo, experimentación con el reverso de las cosas, tienen estos dos trabajos. Canciones para Eno, compuesto en 2023, y Sistersongs for Zu, creado en 2023, emergen simultáneamente ahora, entrelazando un diálogo, una relación especular, entre las canciones de uno y otro. Lea confiesa tener “la costumbre de escribir sobre el mismo tema desde otro prisma, quiero ver si con la misma música puedo continuar, acercarme o desarrollar cosas que me quedaron por decir en la otra canción”.

Pocos artistas han tratado de abordar sus propias canciones desde perspectivas nuevas. A lo sumo nuevas versiones sucedidas en el tiempo, pero en ningún caso este diálogo que permite mantener una conexión sanguínea y freudiana entre piezas siamesas. Un ejemplo transgresor fue ejecutado por David Bowie cuando compuso Lost is Love en 2013, incluida en su penúltimo álbum Next, abordando desde una óptica diferente su emblemático Ashes to Ashes. Dos canciones distintas, dos canciones similares. ·”Todos tenemos una cara b” afirma Lea Poldo, la mujer del bigote-, y también la idea de que hay otro en otro mundo, otra versión de uno mismo, reflexiona. Una canción encuentra a otra semejante. Para Lea, se trata de llevar a cabo “una elaboración por oposición o por reflejo, producto de la manera inconsciente que tengo de componer y que es lo que me mantiene interesada en las canciones y en la música”.

Lea Poldo en Radio3

“Cuando muere alguien cercano a ti, se muere una parte de ti y se produce una despedida lenta, dejando el resto de unas brasas que se van consumiendo” afirma. Tanto Sistersongs for Zu como Canciones para Eno cierran un duelo, entrevisto en sus trabajos anteriores, Cantos de corazón, hígado, pulmón. “En aquel disco y en Líbelula… lloro por la muerte de mi padre, acaecida en 2013. En todos ellos, el arpa cobra un protagonismo inusual en la música pop y el post-folk, como un lenitivo ante el dolor “El arpa me permitió llevar el duelo de una manera muy lumínica, porque tiene la cualidad de calmar el ánimo. En musicoterapia es uno de los instrumentos que más se usan”. A diferencia de los anteriores trabajos, Sistersongs for Zu es más rítmico, “accedo a registros vocálicos más agudos, donde está muy presente la figura de Kate Bush o Björk, abriendo la puerta a canciones más festivas, más eróticas y pasionales”.

En sus conciertos, Lea Poldo siempre bebe algunos sorbos de vino, “de mi necesidad de pasar de las canciones más deprimidas a la necesidad de estar en la celebración”. De ese hábito sobre los escenarios, también surgió la necesidad de componer “más canciones costumbristas, menos verticales o espirituales, y sí mas horizontales y terrenales, dedicadas para celebrar la alegría. Nada mejor que Canciones para Eno para cerrar un duelo con una celebración.

Los largos silencios, como ha sido el caso, después de tres años, siempre invitan a la sospecha y el desasosiego, pero Lea Poldo aporta en Canciones para Eno y Sistersongs for Zu un arsenal sonoro suficiente para despejar las dudas de los más recelosos. En una primera escucha, sendos discos resultan desconcertantes; y en las sucesivas, termina conquistando las regiones sonoras de nuestro cerebro, resultando abrumadora y sorprendente. La influencia de Kate Bush termina apareciendo más pronto que tarde. Crimson Dragonfly introduce una voz más energética y popera, embebida de una letra erótica, festiva, cortesana, y Morris Dancing ofrece una vuelta de tuerca a un blues en el que las cuerdas de las guitarras se tensan y retuercen para seguir expresando la pulsión erótica de la cantante, como si Sistersongs for Zu fuese el prólogo a un ars amandi que anticipa el próximo disco de Lea Poldo. Los poemas de Wang Wei, poeta de la dinastía Ming, sirven de hilo conductor en un EP valiente, complejo y moderno que encuentra su correlato especular en Canciones para Eno.

A Eno, hija del dios del vino, Dionisos, está dedicado el otro EP, y como dice Esas plantas necesitan que las rieguen, es una reprogramación musical de su cuerpo, mente y alma, también cercana a Fiona Apple y su último trabajo Fletch the Bolt Cutters, obra maestra, abisal y visceral de la cantante neoyorquina que también cerraba en 2020 una etapa oscura de su vida sentimental tomada por la depresión. Misma agilidad y facilidad para ofrecer contrapuntos melódicos, enormemente rítmicos, orgánicos, en esta ocasión, con una Poldo lealmente abrazada a su arpa.

Imagen promocional de Sistersongs por Zu.

Con un desprecio total por la limpieza y la estructura, Canciones para Eno camina tropezando sobre sí mismo y sobre todo lo que encuentra por el camino. Cuando algo le molesta, no lo esquiva, lo enfrenta, como en Libélula, luciérnaga, dragón, y luego graba el ruido que hace al romperse. Hay algo de vodevil, hay mucho pop, dosis medidas de blues, como en Pericote, hay percusiones de toda forma y color y hay, sobre todo, palabras, muchas palabras, tantas que a veces se amontonan en su garganta, como sucede en Ojos castaños, creando un flujo melódico fascinante.

Tanto Canciones para Eno como Sistersongs for Zu han dado paso a nuevas composiciones que verán otro álbum próximamente, más erótico, más “verde”, afirma Sofía Fernández, quien reconoce abiertamente que “su radicalidad impedía que se incluyeran en estos dos trabajos” pero que, a buen seguro, mantendrán la continuidad creativa de la arpista y batera que ya ha cerrado varios conciertos por Asturias. Estaremos atentos.

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