¿Están las cosas en el planeta como para permitirnos una moratoria a las renovables?

"Estamos caminando cuando deberíamos esta corriendo", ha dicho Hoesung Lee, presidente del IPCC, sobre la lentitud de la transición ecológica.

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El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es el órgano internacional encargado de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático. Fue establecido en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) con objeto de facilitar a las instancias normativas evaluaciones periódicas sobre la base científica del cambio climático, sus repercusiones y futuros riesgos, así como las opciones que existen para adaptarse al mismo y atenuar sus impactos negativos. Las evaluaciones del IPCC proporcionan una base científica a los gobiernos, a todos los niveles, para la formulación de políticas relacionadas con el clima, y sirven de apoyo para las negociaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático

Este pasado fin de semana el IPCC presentó el informe de síntesis que pone fin al Sexto Ciclo de Evaluación iniciado en 2015 y fue su actual presidente, el economista surcoreano Hoesung Lee, quien en 6 palabras condensó el devastador resumen de estos informes, «Estamos andando cuando deberíamos estar corriendo», frase que no pretendía ser alarmista, aunque lo es, sino confirmar la dificultad de cumplir con los objetivos marcados en los Acuerdos de París de 2015, de mantener el aumento de la temperatura del planeta por debajo de los 2º respecto a los niveles preindustriales y proseguir con los esfuerzos de limitarlo a 1´5º.

Bien, las conclusiones presentadas por el IPCC son demoledoras, porque no solo no se garantiza mantener el aumento en torno a 1´5º, sino que se superarán los 2º. Las previsiones presentadas dicen que con las medidas tomadas hasta ahora, para 2100 el aumento de temperatura estará entre 2´5 y 3º, algo incompatible con la sociedad tal y como la conocemos hoy día, aumentos de temperatura de esas magnitudes suponen una drástica reducción de las cosechas, disminución de la pesca,  aumentos de la mortalidad relacionada con el calor, dramáticas pérdidas de biodiversidad que redundará en crisis alimentarias, aumento del desempleo como consecuencia de lo anterior, tensiones geopolíticas por la reducción de recursos, aumento de los cataclismos, huracanes, sequías… Al igual que una serie como “The last of Us” no nos hubiera causado el mismo impacto en 2019 el coronavirus nos ha descubierto una nueva y terrorífica realidad que hace que percibamos con una ansiedad ya conocida el temor a una pandemia mundial, aquellas películas que veíamos de niños sobre apocalipsis climáticos y cataclismos cada vez serán menos ciencia ficción y más ciencia a secas.

“Estamos andando cuando deberíamos estar corriendo”

Otra frase lapidaria fue que “La ventana de oportunidad para que los cambios no sean irreversibles es ya muy pequeña”, que aunque no lo parezca es una frase ilusionante, porque significa que, a pesar de todo, seguimos teniendo una mínima oportunidad de conseguir no cargarnos el planeta, y hay que decirlo así porque otra de las conclusiones, que no es ni mucho menos nueva,  es que el calentamiento global está siendo producido por la acción humana, aunque esto signifique poco para los sospechosos habituales usuarios de gorros de aluminio que seguirán con sus chemtrails, que la tierra es plana o que está soportada por una tortuga pero que sin embargo el cambio climático es una invención. A esa gente de verdad no hay tiempo para convencerlos de nada y hay que apartarlos de la ecuación, no hay tiempo para mamarrachos.

Acción desobediencia civil contra el cambio climático en el Museo de Bellas Artes de Oviedo/Uviéu. Foto: David Aguilar Sánchez

Pero volvamos a la ventana de oportunidad, hay un ligerísimo margen de reconducir la situación, pero para eso necesitamos ser mucho más agresivos en la reducción de emisiones ya que el 79% de la emisiones del planeta proceden de la industria, el transporte y la edificación, que si hacemos la conversión significa  uso de carbón,  petróleo y el gas. La propia distribución per cápita de esas emisiones es un fiel reflejo de la desigualdad mundial, a mayor renta, mayores emisiones, los famosos VIP con sus yates y aviones privados no significan un diferencial importante de emisiones en su conjunto pero a nivel individual un viaje en jet privado contamina más que lo que lo hará un pueblo medio de Senegal en todo un año. 

La solución sencilla sería Eat The Rich, pero como queremos mantener la paz social y la responsabilidad personal llega hasta donde llega, y además no es justo responsabilizar al individuo de a pie en la solución del problema mundial que es la reducción de emisiones, lo que sí podemos pedirle al ciudadano medio de este país es que exija a los poderes públicos, no por el bien del planeta que es algo abstracto difícil de cuantificar emocionalmente, sino por el bien de nuestros hijos y nietos, que se impongan unas políticas más agresivas de reducción de emisiones, porque ahora sí amigos, el tiempo se acaba. 

Marcha de Asturies con Bici por el carril bici de La Calzada. Foto: David Aguilar Sánchez

Este informe debería por fin hacer reflexionar a quien apuesta por retrasar el despliegue de renovables necesario que consiga esa disminución de emisiones, porque son precisamente la eólica y la solar las tecnologías más apropiadas para ello con una capacidad de descarbonización 2-3 veces superior a cualquier otra tecnología, con un coste inferior y en un tiempo más reducido. 

“EMPEÑARSE EN PONER PALOS EN LAS RUEDAS DE LA DESCARBONIZACIÓN ES ALGO QUE PAGARÁN LAS FUTURAS GENERACIONES”

¿Significa eso que hay que dejar barra libre a la especulación? Obviamente no, tenemos que ser especialmente cuidadosos en la planificación y ordenación del territorio, respetar los ecosistemas naturales, entender que determinado tipo de agricultura perjudica mas que beneficia, electrificar todo lo electrificable como transporte, climatización , calefacción etc, buscar la manera de que las poblaciones locales donde haya grandes proyectos renovables participen de los beneficios generados por ello, respetar las zonas protegidas y la biodiversidad, porque es mucho más eficiente respetar un bosque que plantar uno nuevo, etc. 

Protesta ecologista contra la regasificadora del Musel. Foto: David Aguilar Sánchez

Pero lo que no podemos hacer, porque somos adultos funcionales y tenemos suficientes pruebas de la gravedad de la situación, es mirar hacia otro lado. Reparos y dudas todas las que queramos, pero empeñarse en poner palos en las ruedas de la descarbonización es algo que pagarán las futuras generaciones sino empezamos a darle solución ahora, cada décima de grado que consigamos rebajar a esas predicciones significa acercarnos un poco más a mantener un planeta habitable. Por el contrario, procrastinar y enrocarse en cruzadas marcianas que dicen querer respetar y mantener una naturaleza que precisamente lo único que se va a conseguir con esas actitudes es que desaparezca, es directamente un atentado climático.

La vida tal y como la conocemos pende de un hilo, los primeros afectados (que ya lo están siendo) serán como siempre los más vulnerables del planeta y, paradójicamente, los que históricamente menos responsabilidad tienen en el calentamiento global, y esto es así porque la vida solo es justa en las películas.

Hagamos un esfuerzo por no sentirnos el centro del universo y exijamos acciones y medidas de mitigación urgentes, porque la frase que cerrará este artículo era algo que hasta el día de hoy solo podíamos contemplar como plausible en el cine, pero cada día que pasa se convierte en un escenario más factible, y es que el futuro de la humanidad está en peligro real sino hacemos nada por remediarlo.

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