Cuando eres un chaval al que le gusta la política, a veces ves a los cargos públicos como auténticas celebridades. Por eso sorprendía encontrarse de pronto con un diputado nacional por la calle. No era raro, caminando por las inmediaciones de Villa Magdalena, cruzarse con Gaspar Llamazares. Con los años, lo fui normalizando.
Ahora que es el cabeza de lista de Convocatoria por Oviedo, esa coalición de IU, Más Asturies e Izquierda Asturiana, me siento con él en una cafetería de La Ería para hablar de Oviedo, de qué implica una campaña de proximidad, y para explorar la idea recurrente del acuerdo. Alguien me dijo una vez que en democracia las formas son fondo, y puede que sea una de las citas que mejor puedan representar la candidatura que lidera Llamazares.
Cuando llego a la cafetería, él ya está ahí. Ha llegado pronto. Salimos para sentarnos a la luz, soportando el riesgo de que caiga una tromba que nos agüe la entrevista. Mientras hablamos, un joven sale de la cafetería y le desea suerte. A nuestra partida, Gaspar pregunta al camarero cómo se encuentra. «Es la ciática», le dice.
Lo que sigue es una transcripción de la conversación que mantuvimos.
Estamos en la recta final de la campaña. ¿Cómo te encuentras? Esta pregunta se la he hecho a todos, pero tú eres el que más experiencia tiene en campañas de todos.
Muy bien. Es una campaña que vamos mejorando. Creo que hemos logrado que el debate local emerja frente a un intento de convertir estas elecciones en una primera vuelta de las generales. Esto es positivo, porque la revitalización de la democracia, o viene de lo local o finalmente no tendrá lugar. Para mí, personalmente, es una campaña en la que estoy viviendo algo que había experimentado como ciudadano pero no como político, que es la política loca.
Al principio se hablaba mucho de que esta era una campaña extraña, enrarecida. ¿Existe la sensación de que la campaña se está jugando en Gijón y Oviedo ha quedado apartada?
Existe una suerte de tensión por lo que se ha producido en Gijón en el Partido Socialista, y eso crea una expectativa de cambio. En Oviedo también se ha producido, pero ha sido más silencioso. En todo caso, hay una gran diferencia entre el Partido Popular y la candidatura. Con lo cual, los resultados no tienen por qué ser tan diferentes.
Esa separación entre el partido y el candidato, que en Gijón había sido más ruidosa desde el punto de vista mediático, no ha sido menor en Oviedo.

Has hecho política en los ámbitos autonómico y nacional, pero es la primera vez que te presentas a unas locales. ¿Cómo sientes esa proximidad con el territorio que quieres representar?
Es una campaña más amable que otras. He vivido las campañas de las generales, también de las autonómicas, y tienen una mayor distancia con la ciudadanía. Son campañas con un componente muy importante de movilización de los convencidos en los actos públicos.
La campaña local tiene la cercanía que no tienen otras y el encuentro con todo tipo de gente. Hoy me han pedido el folleto desde una ventanilla de un coche y me han dicho «¡A ganar!» y luego alguien me ha cogido y me ha dicho «La ciudad de los 15 minutos pa ti». Eso no lo consigues en unas generales o autonómicas.
Es increíble que alguien se queje de la ciudad de los 15 minutos en Oviedo, cuando esta sea quizá la ciudad que mejor represente ese modelo.
Sí, pero tienen la impresión de que vas a prohibir los coches y peatonalizar todo. Hay una visión tópica del debate de los 15 minutos, cuando está en toda Europa y tienen que ver con mejorar la habitabilidad de las ciudades.
Cuéntame, ¿cómo surge tu candidatura? Porque IU ya había presentado a un candidato, Alejandro Suárez, pero de pronto empezamos a escuchar el rumor de que Gaspar Llamazares iba a ser el cabeza de lista. De pronto, emerges.
Fue un proceso de convencimiento. Todos conocían que esa probabilidad existía, aunque ellos estaban más convencidos de que iba a aceptar que yo mismo. Finalmente, el proceso de Sumar, con el que he estado comprometido hace tiempo, me convenció.
Por otro lado, lo que he visto en la izquierda ovetense también me llevó a creer que era necesario que una fuerza como Convocatoria, donde están IU y otras fuerzas con una actitud de política útil, vuelvan a estar en el Ayuntamiento.
¿Hace falta reconstruir el espacio de la izquierda en Oviedo? ¿Se ha quebrado?
Estoy convencido. Ese espacio necesita una revitalización o una reconstrucción, hay quienes hablan de lo primero, aunque yo lo hago de lo segundo. El espacio de la izquierda ha vivido una convulsión que ha supuesto el populismo. En algunos aspectos ha sido positivo y en otros ha tenido consecuencias negativas, pero ahora estamos en otra fase.
Ahora quien gestiona el populismo es la ultraderecha, por lo que la izquierda tiene que cambiar, y la mejor forma de hacerlo es representar lo bien que lo ha hecho dentro del Gobierno de España. Representar de la mejor manera posible el diálogo, las reformas y la concertación social. Por eso Sumar es esa posibilidad de reconstrucción.
Pese a todo, puede que con sorpresa para nadie, concurrís de forma separada Convocatoria por Oviedo y Podemos Uviéu, que se presentan por primera vez tras una ruptura con la idea de Somos como marca propia. ¿Esto tiene una solución a futuro?
Creo que sí. La idea de Somos es que ellos estaban consolidados en el Ayuntamiento y no necesitaban a nadie. Aceleraron la presentación de una candidata y una candidatura cerrada, y yo creo que se han equivocado. Habría que haber sido mucho más generosos. El movimiento que hizo Izquierda Unida fue el contrario: reunirse con otros, encontrarse con otras fuerzas y, a través de ese encuentro, tener un cabeza de lista que representase todo eso.
Ha sido un error de soberbia, que otros también lo pudimos cometer. Alguien me dijo hace poco que esto es actuar conduciendo un Panzer cuando en realidad tienes un Twingo. Pero creo que lo podemos recomponer después del resultado electoral.
Ambos empezasteis con discurso de una candidatura de unidad participada por varias fuerzas, pero los dos llegáis a las elecciones con listas compuestas por un partido hegemónico, IU por un lado y Podemos por el otro. Hay poco peso de los compañeros de viaje que tenéis en Oviedo, Más Asturies e IAS.
Tienen presencia como fuerzas políticas. Aunque haya pocos militantes, la vocación es de apertura. Yo, por ejemplo, no soy de IU, y soy el número uno. La apertura en Oviedo tiene un carácter diferente al de Gijón, donde quizás haya más representantes de fuerzas políticas que independientes.
La izquierda en estas elecciones se presenta con dos independientes en Convocatoria y Podemos, y con un verso suelto en el PSOE. E incluso el PP.
Estamos viviendo una crisis de los partidos políticos, que han adoptado el modelo personalista de los partidos populistas. Ese modelo es efímero, fungible, y ahora están ante una situación en la que tendrán que cambiar, aunque no sepan muy bien cuál es el futuro de la forma partido.
En ese ínterin aparece Sumar como proceso de convocatoria, de escucha, y estas situaciones en el ámbito local. Son un trasunto de Sumar, inicialmente son procesos de carácter electoral que luego se consolidarán con una nueva forma partido que no conocemos ahora. Yo he dado en llamarlos «partidos de pensamiento», organizaciones con un carácter menos ideológico, menos duro, pero no menos cohesionado en torno a valores y proyectos.

Llegáis en un momento en el que todo el debate municipal gira alrededor de grandes debates sobre grandes inversiones, aunque vuestra gran propuesta no es un fin, sino un medio: el acuerdo como método de avance.
Los grandes debates son un trampantojo. A última hora aparecen los planes de la Escandalera, incluso lo del teleférico y luego están los clásicos de La Vega, la Fábrica de gas… En la mayor parte de los casos estamos ante proyectos embrionarios, más o menos avanzados, pero sin un proceso en el que esos grandes temas tengan perspectiva de solucionarse a largo plazo.
Esto ocurre así porque hay un problema de origen, que es lo que tú llamas «de método», que es la falta de un pacto sobre el Oviedo que se pretende construir. Entonces se va únicamente a la política de imagen, del metaverso, a intentar hacer una publicidad engañosa a los ciudadanos. Nosotros intentamos introducir una campaña desde la modestia en la que hay que anteponer el acuerdo y la colaboración al metaverso y la política de imagen.
Además de los problemas de Oviedo que tienen que ver con cómo se construye la ciudad, que solo pueden lograrse a través del acuerdo interno y la negociación con otras instituciones, hay uno de base que es el bloqueo. Se vio esta semana en el debate de la zona rural. Ahí la pregunta fundamental no era cuántas cosas vamos a hacer o cuántas nos quedan sin hacer, sino cuántas cosas llevan una década sin hacer. Eso remite a un problema de funcionamiento de la política y del Ayuntamiento.
«Si no programamos este año las principales obras de Oviedo, no se van a hacer esta legislatura».
Nosotros queremos ejercer de revulsivo para que esos problemas de polarización y bloqueo encuentren caminos de solución. Esa solución solo llegará si en los grandes temas, que no son exactamente ideológicos, hay aproximaciones, concesiones mutuas y acuerdos, y uno de ellos es el que tiene que ver con todos estos grandes temas urbanísticos o la zona rural. Yo no veo la razón por la que diferenciarse en torno al saneamiento o al mantenimiento de las caleyas.
A parte de este tema de los grandes asuntos, otro que remite a las quejas habituales del alcalde es el que tiene que ver con la programación presupuestaria. Si no programamos este año las principales obras del Ayuntamiento de Oviedo, no se van a hacer esta legislatura. La pregunta es, si tenemos un acuerdo de programación entre las fuerzas políticas que garanticen una mayoría presupuestaria, ¿no estaríamos mejor? Estaríamos bastante mejor. Estos son los temas que queremos introducir en la campaña electoral, aunque parezcan muy buenistas.
Este cambio de paradigma no se está dando solo en las fuerzas políticas, también en la sociedad. El reflujo que se vivía desde el punto de vista del populismo, que podía llevar a una polarización social, no ha tenido lugar. Ahora se está produciendo una recomposición en la sociedad civil que lleva a que se acepte mucho mejor una propuesta de acuerdo que una carta a los Reyes Magos. Las cartas a los Reyes Magos tienen un problema, y es que si son demasiado amplias, llevan a la frustración. En los últimos tiempos, incluso aunque hubieran sido más modestas, habrían tenido este efecto.
Hay que acordar un método para que las prioridades, que es lo que importa en política, tengan presupuesto y sean realizables.
Uno de esos acuerdos es el que planteáis sobre La Vega. En el PSOE e IU existe esa percepción de que es necesario un acuerdo que incluya edificabilidad residencial, pero esto no es aceptado por los movimientos sociales, que ven en estos planes la destrucción del patrimonio industrial del conjunto.
En mi opinión no va a suponer la destrucción de las edificaciones, sino la utilización de una parte del terreno de La Vega y otra parte de un terreno aledaño, que es lo que permitiría esa construcción del 15% de edificabilidad y que se mantuviera íntegra la parte industrial, los chalés y que no se construyan torres que pudiera afectar a la imagen y al futuro de La Vega, como ya consiguió el movimiento ciudadano.
Lo que hemos venido a plantear, y lo que se ha acordado, es un desbloqueo de una situación que había venido siendo rectificada en la práctica por parte del Ayuntamiento, que había tenido que tragarse la torre y la destrucción de los chalés, y que también había sufrido una rectificación del Ministerio de Defensa, cuyo objetivo final era rentabilizar los terrenos.
La oportunidad que nos dan la movilización ciudadana y el cambio de criterio del Gobierno de España es que tenemos un terreno público en el que la única restricción que se nos plantea es que una parte sea para vivienda pública de alquiler limitado. No creo haya problema en ello, a no ser que se quiera convertir La Vega en un parque temático. La Vega es una parte de la ciudad y tiene que integrarse con Ventanielles, que tiene que sentirla cerca y parte del barrio. Ese porcentaje de viviendas, en una densidad muy inferior a la media de Oviedo, creo que no afecta a lo fundamental. Y basta ver cómo avanza la obra de la autopista para darse cuenta de que eso podría ser una calle y que no afecte al patrimonio industrial y proteja el histórico de Santuyano.
La negociación estaba servida y no entiendo muy bien la resistencia por parte de quienes estaban en el activismo, porque todos son maduros y saben que el activismo es distinto de la política. El activismo es imprescindible y la política trata de hacerlo viable. Y todavía lo entiendo menos de quien tiene un homólogo en el Gobierno autonómico y central, y de quien se esperaría que mantuviera la coherencia con su gobierno y no abriera dudas sobre la viabilidad del proyecto.
Si no me equivoco, creo que las dos primeras convocatorias de Pleno, el Convenio de La Vega va a salir con una amplia mayoría.

Hablas de parques temáticos, que es un debate clásico en Asturias. ¿Existe la posibilidad de que el Oviedo Antiguo se convierta en uno?
Hay una amplia alianza socioeconómica y política para que no ocurra. Tuve una reunión con OTEA y compartían ese miedo en relación al problema. En la Asociación de Comerciantes tienen la misma postura. Yo no soy pesimista en relación al futuro del Antiguo, y creo que es todo un reto para el Ayuntamiento hacer que convivan varias actividades en el barrio. Creo que ahí el papel de la Universidad es muy importante, y por eso no entiendo la actitud del Gobierno municipal de enfrentarse a la ciudad. Lo que pase con la Facultad de Psicología o el Edificio Histórico tiene que ver con la reordenación del Antiguo igual que la reordenación de las actividades comerciales.
Hay más posibilidad de que haya un futuro para el Antiguo, integrado en Oviedo y para orientar también el futuro de la Fábrica de gas, que de que se convierta en un parque temático. No comparto esa sensación que tienen los ovetenses y los asturianos de que esto ya no es lo que era y estamos todos agraviados y, por lo tanto, hay que buscar a ver quién es el que lo está menos. Ni Oviedo ni Asturias se lo pueden permitir.
Esta semana leí una noticia, Resulta que no bajamos del millón de habitantes, y llevamos tocando los cojones desde hace un año con el tema. Todos sabíamos que a lo que publica el INE le falta una pata fundamental, que es la política migratoria. Esto ha servido para páginas y páginas sobre nuestra crisis demográfica. Creo que hay la necesidad en Asturias de inyectar un poco de optimismo. Por una parte, una voluntad de acuerdo y, por otra, una visión optimista sobre el futuro de Asturias. Que tenga que decirlo yo, que ya estoy en la tercera edad, ya tiene narices.
Y soy optimista también con que, si aplicamos el modelo de La Vega al Cristo, solucionamos la aprobación del Plan del Cristo en un año. Si el Ministerio de Seguridad Social acepta la misma lógica que el de Defensa, es decir, no a la rentabilidad del terreno, mantener lo público como público y dedicarlo a vivienda asequible. Como consecuencia, el futuro de la Plaza de Toros no es el que diseña infográficamente el Ayuntamiento, sino que será otro bien distinto integrado en el futuro del Cristo, la ampliación del campus y la reorientación de los terrenos para Justicia.
¿Sois optimistas con las expectativas electorales?
No tengo más remedio que ser optimista, porque estoy en campaña, pero yo soy optimista porque creo que volvemos a tener presencia en el Ayuntamiento y que volvemos con fuerza. Además, volvemos con la convicción de que vamos a intervenir en las decisiones. No nos vamos a quedar a las puertas, vamos a entrar a tomar decisiones desde el primer momento, desde la investidura del alcalde, sea quien sea, nosotros queremos ser decisivos.
¿Eso se puede materializar en la entrada de gobiernos de coalición?
Por supuesto, si hubiera una mayoría que pudiera desarrollar una política de progreso, entraríamos en el gobierno sin lugar a dudas. Y si podemos servir de cordón sanitario a que no entre en el gobierno la ultraderecha… porque por ahí van sus quejas últimamente, y aciertan, porque vamos a hacer todo lo posible para que no entren.
Eso querría decir apoyar a un gobierno del PP…
Eso quiere decir que vamos a negociar hasta el final para que la ultraderecha no entre en el gobierno.
¿Qué reivindicas de Oviedo?
Tiene una magnífica política cultural en materia de música. Es un referente musical del norte de España. Si Bilbao no tuviera tanto apoyo presupuestario, estaría al nivel de Bilbao. Creo que el Oviedo musical es algo a desarrollar, no solamente como una potencia cultural sino como una potencia económica. Ahí hay mucho que hacer, ahí y en la parte musical universitaria, y por eso tampoco entiendo la confrontación con la Universidad de Oviedo. Es una ciudad que se ata una mano a la espalda, porque si algo tiene Oviedo es una universidad que lleva su nombre.
¿A qué suena este momento de cambio? ¿Qué canción lo representa?
De Leonard Cohen, First we take Manhattan.
Cuando le dieron el Premio Príncipe se parafraseó para titular un concierto homenaje como “First we take Milán”, con la participación de personas del Xixón Sound que habían estudiado en el Campus de Humanidades.
Yo estoy encantado con que le hayan dado el premio a Murakami. Creo que demuestra una inteligencia por parte de la Fundación que va más allá de la propia institución. Le han dado el premio Nobel que no le han querido dar durante los últimos años.
Para mí eso lo demostraron cuando abrieron la Fábrica de Armas. Ese momento es clave en la historia reciente de Oviedo y abrió una línea de posibilidades de programación cultural que tenía restringida hasta ese momento.
Voy a decir algo muy heterodoxo, que es que otra de las potencialidades que Oviedo tiene insuficientemente explotadas es la relación con la Fundación Princesa de Asturias. Para, por ejemplo, crear cátedras universitarias, para tener una referencia universitaria internacional. Tienes una oportunidad, ¿por qué no la aprovechas?

El cuestionario
¿Un barrio?
El mío, La Ería.
¿Un rincón oculto?
El Campus del Cristo, que está unido a mis estudios, a mis relaciones, de quien me enamoré.
¿Un punto del rural?
Las Caldas, por ahí íbamos a caminar cuando éramos novios.
¿Un bar para tomar un pincho?
Cualquiera de La Ería, aunque también voy mucho al América, al lado de La Gesta.
¿Para tomar una copa?
La sidrería Yaya, que el propietario es de una familia de Blimea.
¿Dónde pasas Martes de Campo?
Normalmente en casa, porque tenemos a una persona que necesita cuidados. Antes íbamos al Parque San Francisco.
¿Un personaje?
Clarín y Avello y su novela Los jugadores de billar.
¿Un momento para recordar?
El nacimiento de mi hija. Estaba en una reunión y tuve que subir corriendo a Maternidad.
¿Algo que ya no está y echas de menos?
El Palacio de Concha Heres.