“La rave es un espacio político horizontal que crea comunidad”

Entrevistamos a _juno, (Zahara y Martí Pernau IV) que participarán en el próximo Prestoso Fest.

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

_BCN747 es el segundo álbum de _juno (Martí Pernau iV + María Azahara Gordillo Campos). Y _juno es un binomio, la fundición de proyectos propios en otro donde cada palabra, cada acorde, cada ritmo está firmado, sellado y conjurado por los dos, en un sonido eletrónico. Hay libros escritos a dos manos forjados con el mismo compromiso y lo mismo sucede con un disco o un proyecto musical sobre el que permean las contradicciones del turbo-capitalismo. _BCN747 habla de eso, de una sociedad atomizada, digital, hedonista, fungible, alienada, perturbada, culpable y culpabilizada, convertida en objeto y sujeto que produce, se reproduce, destruye y autodestruye para dar continuidad al sistema. Hablamos con Martí y Zahara para descodificar el sentido último de este álbum radicalmente contemporáneo sin que dejen de aparecer Radiohead, Mark Fisher o la razón política de un escenario o una rave.

El sábado 5 de agosto actuarán en el Prestoso Fest en Cangas del Narcea.

_BCN747 es un un álbum valiente que incluye canciones como Stephen Barka o Anikilación, temas que interpelan al publico a desvelar la naturaleza de un sistema que destruye la identidad de los individuos y los somete a la dictadura del consumo. Puede sonar bastante grandilocuente, pero en síntesis, no podemos dejar de decir que el disco va de eso.

Zahara: El disco va bastante por ahí, a pesar de que nuestra intención era hacer un disco estilizado, preciosista y bello sobre nuestra experiencia como turistas en el mundo. Y aunque nos lo hemos pasado muy bien y hemos disfrutado muchísimo, había un punto de crítica hacia lo que veíamos que necesariamente se inclinaba hacia la autocrítica. Una crítica al sistema del que participamos y que está en nuestras canciones, un sistema con el que contribuimos a que sea así. Estos viajes no son más que otro ejemplo del turbo-capitalismo en el que estamos y no se lo puede permitir todo el mundo, pero podemos observarlo desde el privilegio y ser conscientes de que somos causa.

Martí:El capitalismo nos afecta a todos los seres humanos. Es la cosa más universal del mundo

Quizá un festival es el escenario donde se hacen más evidentes las contradicciones vividas por el músico desde el escenario y por el espectador desde la pista. A la vista de los macro-festivales, uno no deja de tener la impresión de que es la representación de la conflagración de un capitalismo de plataforma despiadado con trabajadores precarios y financiado por fondos de inversión de dudosa razón moral. Lamento el moralismo pero ¿Esa contradicción nos pone en tela de juicio?

M: Nos obliga a abrir los ojos ante la obviedad. Nuestro sistema es una contradicción constante. No hay nada que puedas hacer, tan solo abrir los ojos y darte cuenta de lo que sucede, lo que no deja de ser un pequeño paso. Hace unos días leía a un filósofo que asimilaba la industria musical con la industria láctea. Los músicos somos la vaca de la industria musical. El musico es la vaca que pone la leche pero que puede ser sustituido por otro musico sin que varíe la producción de discos o de leche. Al final es lo que menos importa. Nosotros ofrecemos la música pero nunca se nos tiene en cuenta y podemos ser sustituidos por otro cualquiera mientras pueda seguir funcionando la industria. Lamento ser tan pesimista.

Imagen promocional de _juno.

Los filósofos del siglo XXI se apoyan cada vez más en la música. Si no los filósofos, al menos, los ensayistas. Pienso en José Luis Pardo, en Simon Reynolds o en el último libro de Steven Hyden, el crítico musical que ha publicado en nuestro país una larga reflexión sobre la naturaleza del siglo XXI a cuenta de la publicación en 2001 del Kid-A de Radiohead. Termino citando ese disco y su epílogo Amnesiac porque _BCN747 bebe musical y conceptualmente de ese par de discos.

M: Ese disco me marcó mucho. Hubo un antes y un después en la música comercial tras la publicación del OK Computer. Con Kid-A Thome York logró asimilar la electrónica más experimental y ruidista y convertirla en un disco mainstream. Kid-A es mi disco.

Logra unan visión crítica de una nuevo ciclo politico de la realidad determinado por la revolución digital y el capitalismo filtrado a través de letras muy reflexivas.

M: Es que nosotros venimos directamente de ahí, del Kid-A de Radiohead. Sus discos constituyen parte de la adolescencia y para nosotros son el espejo en el que nos miramos cuando observamos la manera de hacer discos y esa época del capitalismo no era nada comparado con lo que es ahora mismo. Discos como el Kid-A servían para que la gente abriera los ojos frente al sistema. En cambio, ahora la música no ocupa un lugar primordial en la sociedad. De algún modo, ha quedado arrinconada a mero entretenimiento. Eso no quita que al venir de ahí, nuestra manera de hacer canciones no pueda evitar sacar las telarañas del sistema.

Pero fijaos que muchos de los filósofos de este siglo se apoyan o se apoyaron en la música para elaborar sus reflexiones sobre la sociedad turbo-capitalista contemporánea. Hay canales como la música o la escena musical y, en particular, la electrónica, que emplastan con el tiempo presente.

Z.: La música electrónica es el género en el que hemos centrado nuestro presente. La pista de baile es un lugar político aunque no haya letras en las canciones. Por todo lo que implica estar ahí, la tradición del tecno, lo que pasó en España y, especialmente, en Valencia, y lo que significa hoy. Nosotros hemos ido a las raves, y allí encontramos y expresamos nuestra identidad. Lo que sucede en una rave es siempre interesante. Hablamos de personas con privilegios, que hacen una cola para entrar, personas normativas que dentro de la rave muestran su verdadero ser. Esto es potentísimo. La rave se convierte en un lugar de expresión de libertad, de respeto, de conexión con la música que es, en si mismo, un acto político de primer orden. Estamos escuchando música sin hablar. La música deja de ser un acompañamiento y se convierte en un objetivo principal que consiste en estar ahí a un volumen tan alto que no te permite hablar. De esa manera, la rave invita a una comunión y a estar sintonía con otros seres humanos. De alguna forma, se ha convertido en mi meditación. Después de una rave salgo transformada y nueva. Y pienso de un modo plural, en un nosotros, de un personal y grupal, también.

La rave tienen un componente ritual que construye comunidad desde un punto de vista igualitarista, frente al festival al que estamos acostumbrados habitualmente, donde los espacios de privilegio están terriblemente marcados.

Z: Son dos mundos opuestos. En la rave, los movimientos son horizontales y todas las personas están integradas en él. Es un espacio político horizontal que crea sentido de comunidad. Hemos vivido durante muchos años la experiencia opuesta y como mujer también. La de veces que lo he sentido como publico, artista, jefa, empresaria, compositora. No solo en los festivales sino en general. Desgraciadamente, existe una jerarquía heteronormativa muy difícil de romper.

Las dos principales olas del indie español marcaron una pauta heteronormativa brutal. La entusiasta, la última novela de Cristina G. Miranda, lo pone de manifiesto en su texto. El fenómeno de la groupi está presente porque es una escena machista y violenta.

Z:Tenemos ese libro pendiente. Pero en Las chicas son roqueras de Miguel Ángel Bargueño también se resume la historia del rock desde la perspectiva de género, de un modo fantástico y, a la vez, terrorífico, de como el papel de la mujer, coescritora de canciones, se ve relegado a la de meras acompañantes de las bandas y después fan. De hecho, en el libro queda muy bien reflejado que la altura del escenario está pensado para que las cabezadas de las fans esté a la altura de los genitales de los músicos. El rock y el indie estuvieron bañados de paternalismo.

M: El indie español fue un movimiento que surgió con tan poca personalidad que cantaba en ingles que no era capaz de hablar en su idioma natal. Imitaron todo, incluso el machismo.

Z: Me sorprende que el indie continúe esa estética tan normativa y masculina, que esa visión tan hetero siga de moda. Con la variedad que hay, me sorprende que siga funcionando a un nivel estético, debido a la diversidad que hay, afortunadamente, y de las distintas maneras de estar sobre un escenario. Y creo que está pasada de moda precisamente por tradicional y arcaica. Hay muchas bandas liberadas del rock que son mujeres y tienen una manera distinta de hacer rock y estar en el escenario. Hay más cariño, más espontaneidad, más calidez.

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