Olas de calor, renovables y lucha contra la emergencia climática

Estudios científicos en todo el mundo demuestran que el 100% de energía renovables es factible y a coste inferior que la de origen fósil o nuclear.

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Pablo García
Pablo García
Es sociólogo, vecino de Llangréu y activista del Conceyu pola Transición Xusta.

Cuantas más olas de calor padecemos, cuantos más estudios confirmar la emergencia climática, cuantos más acontecimientos climáticos extremos sufrimos, más arrecia el negacionismo y más insisten en caminar hacia el desastre los defensores de seguir explotando y quemando carbón, aunque se sepa sin ningún género de duda que el mineral negro es el combustible que más contribuye al cambio climático por kilovatio de electricidad producido.

Hubo un tiempo en el que el carbón fue la fuente imprescindible para el avance industrial y los límites para las emisiones de CO2 estaban muy lejanos. Pero insistir en seguir haciendo lo mismo cuando ya hemos sobrepasado esos límites de emisión es irracional y suicida.

Siendo oportuno precisar que las centrales térmicas de carbón han ido cerrando debido a decisiones empresariales por motivos de negocio. No hay ninguna norma ni española ni europea que obligue a los Estados a cerrar las centrales térmicas de carbón, sino que el mix eléctrico de cada país es una decisión de cada uno.

Lo que sí hay es una obligación de emitir menos CO2 en el total de la economía del reino de España y que las centrales térmicas de carbón realicen las adaptaciones a los requerimientos de la Unión Europea, relativas a la instalación de mejores tecnologías disponibles para la reducción de emisiones contaminantes. De manera que las centrales térmicas de carbón que hayan realizado la adaptación a las mejores tecnologías disponibles de prevención de la contaminación pueden seguir operativas hasta el año 2030 (caso del grupo 3 de Aboño).

Por suerte para la mayoría y cierto disgusto de los amantes de seguir quemando carbón, el primer impacto positivo del despliegue de las energías renovables impulsado por el Gobierno de coalición en los últimos tres años ha sido la contención de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en el sector de la generación eléctrica. Así lo constata el Observatorio de la Sostenibilidad al señalar que las empresas eléctricas en conjunto han reducido a menos de la mitad las emisiones de gases con impacto sobre el cambio climático, fundamentalmente por el cierre de la mayor parte de las centrales térmicas de carbón.

Protesta contra la regasificadora del Musel. Foto: David Aguilar Sánchez

Hace cinco años pocos se imaginaban la noticia que conocíamos dos meses atrás acerca de cómo la energía solar fotovoltaica se ha convertido, por primera vez, en la fuente de generación renovable líder de nuestro país, con una cuota de casi el 18%. Le sigue la eólica, cuya aportación en junio fue del 14,6% del mix mensual, mientras que la hidráulica ha incrementado su producción respecto al mismo mes del año anterior hasta alcanzar casi el 9% del total de la producción eléctrica en nuestro país.

A la insustituible contribución de las energías renovables en la lucha contra el cambio climático, hay que añadir la rebaja del precio de la luz y la liberación del oligopolio eléctrico. Para una instalación doméstica “tipo” de autoconsumo individual o colectivo, los paneles solares reducen el precio mensual de la factura de la luz un 40%, con lo que la inversión se amortiza en cuatro años.

A estos beneficios del autoconsumo, se suma la carga de las baterías de los vehículos eléctricos en el domicilio y cuando la energía no es autoconsumida en su totalidad una parte se vierte a la red, distribuyéndose automáticamente entre las personas consumidoras más cercanas. El resultado es que esta energía “de proximidad”, además de ahorrar al sistema la necesidad de generar nueva energía, se ahorra tener que viajar por cientos de kilómetros de cable y, por lo tanto, evita pérdidas económicas y materiales asociadas a este transporte.

Tejados solares en Vauban, Friburgo, Alemania.

Mientras el oligopolio de las cinco grandes eléctricas controle la generación, distribución y comercialización como hasta ahora, las opciones para las y los consumidores domésticos de pagar un precio justo por el suministro de electricidad se presentan difíciles. Por algo son las empresas distribuidoras de electricidad propiedad del oligopolio las que, sin ningún lugar a dudas, están suponiendo el mayor obstáculo para el desarrollo del autoconsumo, al poner todas dificultades que pueden y más a la activación, acceso y conexión a la red de las instalaciones de autoconsumo.

Es así como el oligopolio está consiguiendo restringir el autoconsumo a una sola modalidad, individual sin excedentes, retrasando el desarrollo de autoconsumos colectivos y de autoconsumos industriales que inyectan energía a la red. En la práctica, esto se traduce en plazos de tiempo inasumibles para los procesos de tramitación y presupuestos imposibles impuestos por las compañías distribuidoras para la conexión a red.

En consecuencia, la continuidad de ese poder oligopólico, ante la aquiescencia o la pasividad de los poderes públicos, pondría en peligro algunos de los objetivos ambientales, sociales, de democratización de la energía y de garantizar precios justos en un bien de primera necesidad como es la electricidad.

Pero ¿es viable un sistema eléctrico 100% renovables basado en el sol y el viento? Sería más complejo de gestionar, aunque perfectamente factible. Se trata de emplear una serie de estrategias que combinen las distintas tecnologías renovables disponibles (termosolar, fotovoltaica en suelo, autoconsumo individual y colectivo, eólica terrestre o marina, hidráulica de embalses existentes o de pequeños saltos, energía de las olas, biomasa o geotérmica) de forma que siempre exista la capacidad de producir lo necesario.

Son centenares de estudios científicos en todo el mundo los que demuestran que el 100% de energías renovables es factible

El 100% de generación eléctrica a partir de energías renovables es la realidad de países como Costa Rica y Uruguay, nuestro vecino Portugal con cierta frecuencia y fue el objetivo alcanzado en España el pasado 16 de mayo, cuando la energía solar y los parques eólicos generaron durante ocho horas más electricidad que la que nuestro país demandaba.

Son centenares de estudios científicos en todo el mundo los que demuestran que el 100% de energías renovables es factible y a costos inferiores que seguir usando combustibles fósiles y energía nuclear. Uno de dichos últimos estudios es el de la Universidad de Stanford, en el que se constata cómo conseguir el 100 % renovables en 143 países en un plazo de 30 años, con el sistema que ellos llaman WWS, siglas de wind, water and sun (viento, agua y sol).

Tejado solar.

No hay que llamarse a engaño, los expertos en cambio climático de Naciones Unidas (IPCC) tienen más que confirmado que son las actividades industriales y los hábitos de vida en las sociedades de consumo opulento quienes están provocando un rápido calentamiento global sin precedentes.

A este respecto la Ley de cambio climático y transición energética aprobada por el Gobierno de coalición ha supuesto un cambio de paradigma y presenta una oportunidad desde el punto de vista económico y de modernización de nuestro país, colocando en el centro de la acción política la lucha contra el cambio climático y la transición energética, para lo cual se dota de dos herramientas para construir el futuro y generar nuevas oportunidades socioeconómicas: los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIEC) y la Estrategia de Descarbonización a 2050.

Desde el punto de vista social, la ley recoge que la transición a una economía descarbonizada se lleve a cabo bajo las premisas establecidas en la Estrategia de Transición Justa y los convenios derivados de la misma. Así los Convenios de Transición Justa, a diferencia de los anteriores planes de la minería, establecen objetivos de empleo sostenible a crear, plazos, financiación y comisiones de seguimiento y participación pública, en el horizonte de crear un nuevo tejido económico y regenerar espacios urbanos y naturales degradados.

Movilización de Fridays For Future en Uviéu. Semeya: Iván G. Fernández

También está claro que hay que ser realistas y desechar nuevas vueltas de tuerca de las energías convencionales (el carbón “limpio”, construcción de nuevas centrales nucleares o prolongación de vida de las actuales, posibilidad futura del futuro reactor de fusión nuclear, hidrógeno obtenido con energías contaminantes como el gas, sumideros de carbono, captura y almacenamiento de CO₂, etc.). Estas falsas soluciones al cambio climático esconden graves impactos ambientales y están absorbiendo masivos recursos económicos.

La única solución real al cambio climático pasa necesariamente por la sustitución completa de los combustibles fósiles por energías renovables, junto a un uso más eficiente de la energía, garantizando una transición justa a las comunidades antes vinculadas al carbón. Hemos de ser capaces de seguir la estela que marcan los sectores juveniles radicalizados contra la emergencia climática y cambiar la mentalidad que se inculcó en el pasado, porque lo que entonces era progreso hoy se ha convertido en desvarío.

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