No, no fue en las cuencas mineras, aunque así aparezca a menudo ubicada una de las fotos más icónicas de la huelga general revolucionaria de 1934. Fue en Brañosera, en las inmediaciones de Barruelo de Santullán. En plena cuenca carbonífera de Palencia. La Guardia Civil escolta a un grupo de trabajadores. Al frente de ellos, una mujer. Han sido derrotados, pero ni ella ni sus compañeros agachan la cabeza.
El protagonismo de la clase trabajadora asturiana, y en concreto de los mineros, en el fallido levantamiento contra el Gobierno del Partido Radical y la CEDA, ha terminado por eclipsar lo que en su día fue un movimiento impulsado en toda España por las Alianzas Obreras. Chapucero, mal planteado y peor organizado, hubo Octubre de 1934 más allá de Asturies. La huelga general devino en levantamientos armados en Catalunya, el País Vasco y el norte de León, pero también localidades de Cantabria, la ciudad de Madrid y la montaña palentina.
Con respecto a Palencia, fue en la cuenca minera de Guardo y Barruelo de Santullán, donde se registró una importante actividad en los días revolucionarios de 1934. Al igual que en las cuencas asturianas, también los mineros palentinos aprovecharon su fácil acceso a la dinamita para asaltar el cuartel de la Guardia Civil de Guardo y tomar el control de la localidad de Barruelo.

La cuenca minera palentina
La explotación del carbón, con destino a la industria vasca, había comenzado a finales del XIX, pero no despegaría hasta la Primera Guerra Mundial. Este desarrollo de la industria del carbón llevaría parejo un proceso de proletarización de esta zona rural en la que el movimiento obrero conseguiría arraigar a lo largo del siglo XX. Ya en el verano de 1934 los socialistas habían organizado en la cuenca palentina una importante demostración de fuerza con una concentración de militantes autóctonos. así como de otros afiliados venidos de León, Cantabria y otras partes de Palencia. Se trataba pues de una zona muy politizada. Uno de los periodistas que presenció los acontecimientos de Barruelo, Javier Sánchez Ocaña, dejó constancia del ambiente que se viviría en la localidad durante las 24 horas en las que el pueblo quedó en manos de los revolucionarios:
“Los revolucionarios fueron al edificio de las escuelas laicas, donde tenían instalado su
cuartel general, y proclamaron solemnemente, mientras se cantaba La Internacional, la República socialista española. Una bandera roja de seda fue izada en el balcón. Después se pronunciaron discursos por los cabecillas y se dio la noticia de que la revolución había triunfado en las principales ciudades de España”

En comparación con los sucesos asturianos, la revolución en la cuenca palentina sería menos cruenta. Tres guardias civiles y el director del colegio Marista, así como cinco revolucionarios, entre ellos el alcalde de Barruelo, perderían la vida.
El lunes 8 de octubre de 1934 las fuerzas del orden público toman el control de la cuenca palentina. Es entonces cuando Félix Ortiz Perelló sale al paso de una columna de detenidos y toma una instantánea reproducida por ABC, La Vanguardia y otros periódicos de la época. Él no lo sabe pero en ese momento está creando un icóno político del siglo XX.