Cudillero: peligro de turistificación

La villa marinera más fotografiada de Asturias corre el peligro de convertirse en poco más que un decorado turístico vacío gran parte del año.

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Javier Ugarte Pérez
Javier Ugarte Pérez
Es filósofo, autor, entre otros libros, de "Placer que nunca muere: sobre la regulación del homoerotismo en Occidente" y "Competencia o cooperación".

Nací en el anfiteatro de Cudillero en la década de 1960 y viví unos cuantos años en el pueblo pixueto, aunque en él no poseo propiedades porque de joven tuve que emigrar. Mi familia resultaba representativa: mi padre era pescador (al igual que lo fueron sus antepasados) y mi madre trabajó durante bastantes años en una fábrica de conservas pesqueras. En el concejo siempre predominó el sector primario; en la capital del concejo y en Oviñana sus habitantes vivían de la pesca; en las demás parroquias, la ganadería prevalecía. Desde hace tiempo, el mundo pesquero declina irreversiblemente, aunque queden algunas lanchas; sin embargo, no hay que afligirse porque la pesca constituye un trabajo duro, arriesgado y mal pagado, por lo que pocos padres de la edad del mío deseaban que sus hijos continuaran la profesión.

El anfiteatro de Cudillero y sus zonas conexas, como Baluarte, Contorno, Garita y Reguera, constituyen un espacio peculiar y hermoso, tanto por sus cualidades topográficas como por la historia que acumulan (en lo que sigue, todas esas zonas serán denominadas con el término genérico “anfiteatro”). Su atractivo conllevó que fuera elegido, en todo o en parte, por varios directores de cine para filmar; ahora solo se mencionará a José Luis Garci, quien rodó en Cudillero algunas escenas de Volver a empezar (estrenada en 1982), la primera película española en ganar un Óscar de Hollywood. Al menos desde entonces, la villa pixueta acumula renombre como lugar que merece la pena conocer, lo que es acertado. Ahora bien, el anfiteatro es incómodo para vivir por las cuestas, así como por la dificultad para aparcar el automóvil y proveerse de artículos básicos.

Cudillero. Foto: Turismo de Asturias

En las últimas décadas, Cudillero ha pasado del sector primario al terciario, con escaso hueco para el secundario. Ahora bien, ¿a qué rama del terciario se puede dedicar la población? El turismo en el propio país es un hábito al alcance de gran parte de la población y, por lo tanto, una costumbre democrática. Sin embargo, muchos turistas que llegan a Cudillero en verano o en fechas festivas, no encuentran aparcamiento, así que se marchan decepcionados. Esto indica un problema de masificación durante algunas épocas, pero el Ayuntamiento tampoco encuentra más espacio que proporcionar a los automóviles.

Promociones sobre la mesa

Dada la incomodidad del anfiteatro, los pixuetos venden sus casas para mudarse a otras partes del pueblo que son altas, llanas y más cercanas al ambulatorio y al supermercado. En consecuencia, desde el año 2.000, aproximadamente, muchas construcciones del anfiteatro se han convertido en viviendas de alquiler turístico, para lo que reciben ayudas públicas. En este momento, una gran promotora inmobiliaria proyecta erigir en una de las zonas altas viviendas unifamiliares, pareadas y adosadas, todas de igual fachada y construcción industrial. La iniciativa incluye piscina, lo que parece innecesario teniendo en cuenta que su página web promociona las playas de la zona y, además, en el puerto de Cudillero hay zona de baño para niños. Sin embargo, ninguna promotora apuesta por rehabilitar las viviendas tradicionales.

Imagen promocional de la urbanización.

Si esta iniciativa u otras futuras se materializan, los pixuetos más beneficiados serán los dueños de las tierras, puesto que venderán sus propiedades por un montante muy superior al actual. El Ayuntamiento de Cudillero también ingresará dinero a corto plazo por las licencias de obras; sin embargo, el beneficio desaparecerá a medio y largo plazo porque el Ayuntamiento debe proporcionar alumbrado, canalizaciones y recogida de basuras a unas calles donde vivirán pocas personas; ahora bien, en ese tipo de urbanizaciones, los pagos del IBI no suelen alcanzar para cubrir tales gastos, así que los demás vecinos acaban subvencionando esos servicios.

Todos los ayuntamientos intentan incrementar el número de residentes empadronados para aumentar su presupuesto, pero promociones como la descrita apenas les ayudan a conseguirlo: si las nuevas viviendas son compradas por ovetenses o madrileños como segunda residencia, entonces sus propietarios seguirán empadronados en la antigua. Si las viviendas las adquieren los pixuetos, el abandono de las viviendas antiguas se acelerará, sin que el pueblo gane población, puesto que solo habrá mudanza de zona. Un obstáculo conexo es que, cuando un lugar se masifica, las relaciones comunales declinan y los residentes lo abandonan; avanzado el proceso, los últimos vecinos fallecen y el entorno se vacía. Se trata de un fenómeno muy conocido en todo el planeta y cuyo paradigma es Venecia; para evitar tal problema, la ciudad de Nueva York acaba de aprobar una normativa que dificulta los apartamentos turísticos.

Cudillero en 1970.

En la década de 1960, Cudillero contaba con unos diez mil habitantes, pero en 2021 no llegaban a la mitad y la cuestión que se plantea es cómo revertir la sangría demográfica o, al menos, frenarla. Esto es: ¿qué futuro quiere la ciudadanía pixueta y asturiana para Cudillero? Si lo que pretenden es imitar el modelo de Llanes entonces la cuestión de cuántas viviendas se construyan en el extrarradio resulta secundaria. Ahora bien, debe señalarse que tanta promoción de nueva vivienda llanisca no ha servido para que el municipio gane residentes, puesto que Llanes pasó de diecisiete mil en la década de 1960 a trece mil en el año 20211. Así, la construcción de innumerables viviendas unifamiliares tampoco contrarresta el declive demográfico; no obstante, el impacto social en Cudillero superaría al llanisco porque la villa pixueta es más pequeña.

Las alternativas

Las alternativas a la masificación turística existen, aunque no saltan a la vista. Entre ellas destaca la promovida por Pixuetu Valley, un grupo de activistas (nacidos en Cudillero o no) que aprovecha las nuevas tecnologías y el teletrabajo para comunicar las ventajas de vivir en la villa pixueta y organizar actividades comunitarias. Por ahora, sus iniciativas resultan insuficientes para frenar el declive social, pero merecen alabanza. Otra posibilidad es que las viviendas que se vendan en el anfiteatro sean compradas por un organismo público y luego alquiladas a bajo precio con el fin de animar la radicación de jóvenes, a quienes las cuestas les cuestan menos. Esto es: al igual que los organismos públicos ayudan a quienes convierten las casas en apartamentos turísticos, también podrían alquilarlas por poco dinero para facilitar la instalación de vecinos. Otra posibilidad es que se concedan ayudas (rehabilitación, exención del IBI) para que los actuales residentes tengan ventajas que compensen las incomodidades de vivir en el anfiteatro.

Estas propuestas son factibles: la ciudad de Viena tiene más de la mitad de su parque inmobiliario en manos del Ayuntamiento y, en todos los listados, Viena es la ciudad con mayor calidad de vida del planeta. La coincidencia entre altísimo porcentaje de vivienda pública y elevada calidad de vida seguramente apesadumbre a quienes creen que el capital privado resulta más eficiente que las instituciones públicas. Se han mencionado tres posibilidades, pero seguro que existen más alternativas. Sin duda, lo peor que le podría suceder al anfiteatro sería que sus casas colapsaran. Una vez superado el peligro, la peor situación sería perder la vida comunitaria porque esto reduciría el anfiteatro a un decorado salpicado por un trasiego continuado de turistas durante el verano, pero desierto en invierno.

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