“Los músicos se pasan todo el tiempo creando contenidos para las plataformas y es realmente agotador”

La compositora Alex Ankli presenta sus nuevo proyecto este jueves en el programa Encaja2 del Teatro Jovellanos

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

Las canciones de Alex Ankli han evolucionado desde su primer single, Home, publicado hace cinco años, hasta su último EP, qsqtquiero (diamante). Su proyecto musical dibuja una estela que va de un folk dulce que se abría a las primera experiencias de una juventud en la que ahora no se reconoce y buscaba raices, a canciones mucho más urbanas, viscerales y magnéticas, por medio de un pop que se adhiere a la piel con una sensualidad que desvela relaciones tóxicas, fracasos, soledades, el blanco en los dientes y la nube negra de algunas noches perdidas. La artista de origen suizo y español toca este jueves en el Teatro Jovellanos dentro del ciclo Encaja2.

De Home a tu última canción, ¿qué ha sucedido? Tengo la impresión de que ha pasado un tren expreso que lo ha puesto todo patas arriba y ha cambiado todo en tu vida 180º.

Ha pasado la vida. Si, es verdad. Home salió con otra discográfica. Cuando cambié de sello, pude buscar lo que me gustaba. Home estaba muy inspirada en mis viajes por los EEUU. Por esa razón cantaba en inglés. Cuando regresé a España, tenía mucho más sentido cantar en español.

Con el inglés, tu imagen era más suave e inocente. En cambio, con el español se ha vuelto más salvaje, más oscura, más erótica.

Entonces era una niña con muy poco idea de la vida. Los años pasan y a todos nos dejan una huella. Desde luego a mí si. Con el español, se produce un cambio más radical, más oscuro y más potente. Me gusta aquella música que hice entonces, pero me gusta mucho más lo que hago ahora.

Escribir en español es un reto para componer las letras. Lo digo porque en español, la posibilidad de rimar siempre es mucho más áspera. No sé hasta qué punto esto condicionó que los arreglos de tus canciones sean ahora más ricos, más diversos, más orientados hacia el pop y el sintel.

El español tiene mucha rudeza. Todas las vocales y el posicionamiento de la boca hacen que todo sea mucho más grotesco y mucho más dramático. Cuando cambié al español, las letras me sonaban demasiado líricas y no a una canción de alguien de mi edad. Tenía ciertas palabras muy específicas para que no sonara pasada de moda. Al día de hoy, hay ciertas palabras que evito porque no suenan a lo que quiero representar.

Lo que vienes contando en algunas canciones, como Mis demonios, casi un autorretrato tuyo, exponen el componente tóxico de las relaciones sentimental que se cuentan. Yo no sé hasta que punto es un momento en el que una generación de mujeres han desvelado esa toxicidad.

Creo que depende de lo que hayas pasado en tu vida. Cuando estoy explicando mis canciones, comento que esos temas nacieron de un sentimiento de soledad, de una sensación de estar completamente sola, momentos en los que prefería estar acompañada de mis demonios antes que estar en compañía. Por otra parte, tampoco creo que las relaciones tóxicas sean algo generacional, sino algo personal.

Yo sí creo que hay algo generacional porque otros grupos de esta década también se han atrevido a cantarlas. Pienso en Delaporte, cuyo último disco incluyó canciones que hablan de las relaciones tóxicas o pienso en una banda punky como las Shego o en el proyecto de Azahara cuya toxicidad ha extendido a la industria musical.

Sí, pero estamos hablando de una generación que ha dado voz a una parte muy oscucura de las relaciones sentimentales y de como gestionamos nuestra soledad.

¿Cómo gestionas tu soledad?

Pues mal. La he gestionado muy mal a lo largo de los años. Creo que cada vez se me da mejor porque voy comprendiendo más de qué va la vida. La soledad para los artistas nos muerde muchísimo y nos inspira muchísimo. Me ha ayudado a componer mucho.

¿Somos una generación más frágil para gestionar la soledad? Quizá, antes estábamos más armados para afrontar la soledad.

No estoy segura de poder responder a esa pregunta. Creo que las anteriores generaciones no tenían la posibilidad de expresarlo. Nosotros, al ser más abiertos y entender lo que está bien o mal en una relación, lo que se puede aceptar y lo qué no, nos sentimos no más frágiles pero sí vulnerables. De ahí sale todo eso.

Hasta que punto todo eso ha derivado hacia un hedonismo más salvaje y, si me apuras, más psicotrópico, maravillosamente psicotrópico. En tus últimos videoclips, Colocao o Poca suerte, las canciones transcurren en un after.

Claro que sí. Totalmente. De hecho, justo todas esas cuestiones las hablaba en los conciertos. La canción de Colocao habla de la noche, de perderse en la noche y, un poco, el estado anímico desorientado o confuso que te puede llevar a esa situación.

¿Tu representación artística se ha ido erotizando como parte de una evolución natural del proyecto musical o sólo es parte circunstancial de esos videoclips.

En principio, la época de Home y la de Colocao o Poca suerte son diferentes y forman parte de proyectos completamente distintos. Por lo tanto, no son comparables. Uno pertenece a la niñez, al comienzo y al descubrimiento de la música. El otro se corresponde con una concepción más orgánica: se trata de coger la música y conformar una identidad personal. Tengo que reconocer que la candidez de entonces tampoco me representaba. Yo ya era una persona perdida que no se sentía representada en aquellas canciones. En cualquier caso, más o menos eróticos o menos, me ha parecido que mi música estaba muy emancipada de cualquier prejuicio. Si en algún momento específico el tema me ha pedido ese erotismo, no he temido afrontarlo.

En eso estoy de acuerdo. Es fácil apreciar que el erotismo de tus videoclips están al servicio de una canción y un proyecto y no son una imposición.

La industria siempre tenderá a sexualizar el cuerpo de la mujer porque eso vende. La industry plan en la escena española tiene pocas de esas. La erotización de un proyecto musical no es un patrón, se corresponde a la decisión personal de cada artista.

¿Hasta qué punto te condiciona como artista estar bien situada en las plataformas musicales y es un obstáculo para componer y producir canciones? En ocasiones y, es algo que suelo comentar en las entrevistas, tengo la impresión de que los músicos se han convertido en brokers de sus propias canciones. Más escuchas parece haberse convertido en condición sine qua non para contratar más conciertos.

Yo no me he convertido en broker de Spotify, aunque casi me obsesiono. En algún momento entendí que no me servía de nada. Hay grupos como Sexy Zebras que no tenían muchas escuchas al comienzo y, sin embargo, lo petaban en las salas y los festivales de España. Los números de Spoty, si tienes la buena suerte de que te incluyan listas o en editoriales, pues es muy buena suerte, pero eso no va a conseguir que el público compre más entradas y tengas más fans. Eso es una fantasía Spotify. A mi me han apoyado un montón y tengo varios temas que han superado el millón de escuchas pero a la hora de la gira lo que importa es que tengas unos buenos fans a los que les apetezca ir a tus conciertos. Ahora está Tik-Tok. Yo consumo Tik-Tok e intento generar contenidos, pero no me quiero parecer a eso porque me genera mucho rechazo. De todos modos, si consigues que te escuchen y se interesen por ti, es una buena plataforma a la que dedicarle tiempo. No cuesta pasta y llega a mucha gente.

Pero al final, y lo digo también como periodista porque el efecto es similar, te conviertes en creador de contenidos para una red social o una plataforma. En la industria musical, he visto a músicos muy presionados por sacar un single para seguir creando contenidos para las plataformas. Creaban singles porque sí, para estar ahí.

Es cierto. No te puedes tomar un descanso de las redes sociales. Antes, tu te hacías un disco, descansabas ,desaparecías, componías otro. Ahora estás creando contenidos para atraer la atención de la gente y es realmente agotador. No sé donde está el espacio creativo del artista entre tantos contenidos para nutrir las redes.

Ankli. Imagen promocional.

Hay otro componente derivado de lo anterior que conforma la identidad de la industria musical. Determinados productores y managers están exigiendo a las bandas la manera en la que tienen que producir un disco que suene lo más fiel o mejor un concierto. Dicho de otra manera, el concepto del concierto condiciona el proceso creativo previo del disco, lo que adultera el sonido genuino que está en la mente del compositor y del músico.

Carlos Ares, productor, y yo planteamos los directos en base a la música que producimos. Tengo una visión de mi música y de como quiero que suene y qué quiero que haga sentir al público en un directo. En mi caso, a mi se me ha olvidado, durante el proceso creativo, cómo iba a representar esas canciones en el escenario. Es justo lo contrario de lo que dices tu. En cambio, a la hora de componer, Carlos sí pensaba en como se iban a representar las canciones para que sonaran mejor. De cara a los próximos singles no pienso en la música para que suene en conciertos pero sí voy a tener más en cuenta el directo para encontrar su directo más adecuado. Y es un proceso interesante experimentar como sonarán los conciertos.

Y qué sucede con las versiones de los conciertos. ¿Qué sucede con el artista que piensa en un sonido genuino, lo plasma en un disco y deja que después crezca en las versiones adaptadas al directo?

Con Toni Pino estoy trabajando mi directo musical y hace que suene todo como tiene que sonar. Nos pasamos horas escuchando bongos para saber cuál sonará más cercano a la idea original plasmada en el disco, para intentar reflejar en el directo los temas de la forma más genuina.

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