Con Polvo de Batiatto comenzó su gira Ángel Stanich en 2022 y su estela se ha extendido por toda España hasta finales de 2023. Casi dos años rodando con un disco que, junto a Una visión global bastante aproximada, editado en 2021, componen el mejor registro musical del cambio de ciclo político que está teniendo lugar en nuestro país, ese que el analista de datos, Jaime Miquel, hoy asesor de Pedro Sánchez, e Iván Redondo, analista y jefe de gabinete del presidente del gobierno durante la primera mitad de su mandato, han acuñado como La Perestroika.
Todo tiempo político tiene su música, su melodía, su juego sonoro y Ángel Stanich parece haber dado con la tecla de este tiempo esquizo, convulso y grotesco, a veces épico y otras tantas ridículo, siempre esperpéntico, que abre la puerta de España a una verdadera posmodernidad y cierra otra sin perder su tono dramático y crepuscular. El pasado viernes, los de Stanich tocaron en la Zentral de Pamplona, junto a León Benavente, y este viernes lo harán en Tribeka, Oviedo, para concluir una gira monumental que ha hecho sonar la banda sonora de nuestro país, la de este momento político, en la que conviven el Yunque y Salvini, con Pablo Iglesias y Pedro Sánchez; Greta Zumberg y Almeida con Ronaldo Nazario de Lima y Michael Robinson; Cuarto Milenio con Enrique Ponce y el 5G; la pandemia y el microchip con el Open Arms; y así en este plan. En las contradicciones, verdaderos “oximorones” encerrados en los versos de una estrofa de Stanich se haya el nervio contradictorio de nuestro país, el que condena y amnistía, el que cree que se rompe España mientras sus instituciones se hacen más fuertes dentro y fuera de ella.

Si el periodista Pedro Vallín ha utilizado los arquetipos del cine para dotar de representación visual, rijosamente pop, a los cambios políticos que se han sucedido desde la implosión del 15M hasta hoy en C3PO en la Corte del Rey Felipe, el relato catódico (que también tiene los suyos) de nuestra historia contemporánea tiene su fiel y más instintivo reflejo en las canciones que compone Stanich, un acertado relato irónico, sin menoscabo de la melancolía, de los asuntos y tribulaciones de los españoles del 2023. Jaime Miquel, geógrafo y analista de datos, atisbó en su libro La perestroika de Felipe VI, publicado en 2015, cómo se daría este cambio de ciclo político. En su ensayo observaba con radical claridad como se rompería el bipartidismo, como el poder político se centrifugaría en los territorios y como factores residuales hasta la entrada del milenio habían cobrado mayor relieve desde 2011 hasta nuestros días: el 15 M, el feminismo, la ecología, la sostenibilidad, la mejora de las condiciones laborales, las Mareas. Todo eso ha fragmentado el sistema parlamentario, lo ha enervado, ha definido a la prensa en “trincheras infinitas” desde las que se pueden contemplar como se cierran heridas, una de ellas Cataluña, mientras nostálgicos franquistas, cayetanos y trumpistas rezan el rosario ante la calle Ferraz. La historia es fácil de olvidar por ti, reza el estribillo de la canción con la que Stanich abre Polvo de Batiatto, y quizá esta idea resuma sutilmente lo que estamos viviendo hoy: la verdadera entrada hacia la posmodernidad tan deseada por Juan Cueto.
La ironía con la que Stanich juega a revolver el tiempo presente (no dejen de escuchar Rey Idiota) sirve de motor para seguir dando pasos hacia la perestroika. Frente a negacionistas del cambio climático, frente a cayetanos que piensan que España está rota, frente a folcloristas resurgidos de las cenizas del último tercio de Flandes, la ironía de Stanich, a veces melancólica y otras bullanguera, logran que se le dibuje a uno una sonrisa cómplice. Nos hacen sentir testigos y protagonistas de todas esas contradicciones que buyen en el cambio. Nunca está de más recordar a Iván Redondo: o Restauración o Perestroika. O volvemos cuatro pasos atrás o damos un paso adelante. Y en esas estamos, militando en una banda, una poética, una manera nueva de ver y cantar el mundo. La de Ángel Stanich.