Desde la guerra de Marruecos de 1909 hasta la de Ucrania en 2022, los sindicatos de clase se han movilizado por la paz, la mayor parte de las veces, contra viento y marea.
Escuchar las quejas por lo perdido de las Asociaciones de Víctimas del Terrorismo es un deber solidario compatible con ignorar y transformar su personal deseo de venganza en proyecto colectivo de reparación, paz y bien común.