Esta es la letra pequeña del Plan de Recuperación de la Comisión Europea

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Adrián Arias
Adrián Arias
Adrián Arias (Xixón, 1988). Abogado. Activista vecinal. Ha sido Presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales en Xixón (2016-2020) y en la actualidad es asesor de la Delegación de IU-GUE/NGL en el Parlamento Europeo.

El Next Generation EU es el nombre del paquete de ayudas que la Comisión va a negociar con los Veinteisiete en las próximas semanas dentro de lo que se había venido a llamar Plan de Recuperación. En total, unos 750.000 millones de euros, que suponen la mitad de la propuesta española y un tercio de lo exigido por el Parlamento Europeo hace apenas unas semanas. Una rápida lectura matemática hace ver que, aunque parezca que la Unión ha entendido el mensaje, sigue encorsetada en la ortodoxia y la contención económica.

Es cierto que los fondos de cohesión reciben un importante aumento, el fondo de Transición Justa aumenta el doble su cuantía (aún en pugna para que estos fondos tengan en cuenta el espacio 2012-2020 y no sólo desde 2018 en adelante, dejando muy menguada la cuota asturiana) y se apuesta por inversión pública para salvar el tejido productivo. Aunque en este caso, y como estamos viendo tristemente con casos como Vesuvius, Schindler, Nissan o Alcoa, el acceso a esas ayudas debe unirse a la obligación legal de mantener el empleo durante un periodo amplio de años o el riguroso cumplimiento de sus obligaciones fiscales, que no recoge aún el acuerdo.

La mezcla de transferencias directas y préstamos intenta buscar una vía intermedia entre las peticiones del Sur y del Norte, pero Holanda ya ha advertido que en la negociación del Consejo no va a aceptar esta propuesta. Durante el debate parlamentario de ayer, fueron muchas las intervenciones que volvieron a insistir en la necesidad de romper la regla de la unanimidad en el Consejo (aquella que obliga a tener todos los votos favorables a una propuesta para que esta se apruebe, lo que de facto da derecho a bloqueo a cualquier país), así como las que señalaron la insolidaridad del grupo de los cuatro frugales (Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia) que convierte en rehenes al resto de países europeos.

Y como guinda al pastel, para no olvidarse de qué intereses defiende la Comisión, se ha incluido como necesario que los planes de inversiones de los estados tengan que seguir las recomendaciones del Semestre Europeo. Unas recomendaciones que, en las ultimas décadas, han sido el “látigo” con el que la Comisión ha flagelado a los países del Sur con sus políticas de austeridad. Y es que ahora en Europa son todo llamamientos a la solidaridad y a la cohesión, pero el Plan de Estabilidad y la austeridad siguen al acecho. Lo dicho, mientras no se clarifique el rumbo de la UE el Next Generation UE, servirá como solución de compromiso entre proyectos cada vez más antagónicos: una de cal y otra de arena.

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