Rapiega es zorra en asturiano suroccidental; como adjetivo significa lista, astuta. Pero, ¿qué es lo primero que pensamos si llaman “zorra” a una mujer? Elegimos este nombre para nuestra asociación porque el feminismo está sufriendo también una degradación de su significado original y no podemos olvidar su finalidad: la emancipación de las mujeres. Una de las líneas de trabajo fundamentales de la asociación es la difusión de los conceptos teóricos del feminismo. Aunque pueda parecer que vivimos en una época en la que el conocimiento está a un click, en muchas ocasiones la saturación de información que recibimos (infoxicación) nos impide abarcar todo el contenido o realizar un análisis crítico. En este sentido, existen muchas palabras dentro del movimiento feminista (como empoderamiento, sororidad o diversidad) que, debido a una repetición acrítica, se han vaciado de contenido. Y esto no es una cuestión menor, es importante puesto que el feminismo no debe ser un reducto académico separado de la vida, sino una herramienta de transformación social. Como nos recuerda Celia Amorós, “teoría” en griego significa “ver” y acercarse al feminismo supone ponerse unas gafas moradas y aprender nuevos conceptos para poder ver una realidad distinta y poder cambiar la vida de las mujeres. En definitiva, “conceptualizar es politizar” —que diría la misma autora.
Una de las líneas de trabajo fundamentales de la asociación es la difusión de los conceptos teóricos del feminismo.
El feminismo radical —que significa “a la raíz” y no “extremo”— aparece en torno a los años 60-70 entre otros movimientos revolucionarios y comenzó a diferenciarse del resto de corrientes por la crítica férrea al movimiento liberal, el mismo que hoy en día sigue contentándose con la aparente igualdad formal sin ahondar en las causas materiales por las que las mujeres estamos oprimidas. Las activistas feministas de entonces, cansadas de estar relegadas a la vida privada, se armaron con el materialismo dialéctico concluyendo que la raíz de la opresión de la mujer es el sistema sexo-género; es decir, que la educación y la socialización en desigualdad es la causante de la opresión. El feminismo radical pretende conseguir que ser mujer deje de significar un destino social y económico. O lo que es lo mismo, hacer entender que la biología no es destino y que son la educación y socialización impuestas a ambos sexos las que oprimen a las mujeres. Por tanto, educar en feminismo es educar en igualdad y terminar con los roles de género, de ahí la importancia que le concedemos a la coeducación. Algunas de las feministas radicales más importantes fueron Kate Millet o Shulamith Firestone, con proclamas tan actuales como “Lo personal, es político”, que invitan a pensar que todas aquellas injusticias que vivimos individualmente como mujeres tiene un origen común: el patriarcado.

Como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, a cada ola de feminismo le sigue una resaca o recesión y el movimiento tiene que volver a organizarse para luchar con viejas y nuevas corrientes afines al patriarcado, que pretenden desdibujar su lucha. El análisis del feminismo debe ser interseccional, es decir, teniendo en cuenta todos los determinantes que afectan a la vida de las mujeres (como la raza, la clase, la etnia, la edad o la discapacidad, por ejemplo) y para proteger siempre a las más vulnerables. Precisamente por esto, nuestra asociación es abolicionista de la prostitución (que esclaviza a mujeres y niñas vulnerables, migrantes, racializadas…), está contra la pornografía (que nos cosifica y crea un imaginario colectivo que agrede nuestros cuerpos) y rechaza la explotación reproductiva, que convierte la sexualidad y la reproducción en un bien de consumo, arriesgando nuestra salud física y mental y atentando contra los derechos de la infancia. También queremos seguir poniendo sobre la mesa otros tipos de violencia, como la machista o la obstétrica, con el fin de eliminar el tabú sobre todo lo que nos pasa por el hecho de ser mujeres. Quizá todo este análisis de raíz esté siendo enmascarado por intereses políticos y las mujeres nos estamos dando cuenta. ¿Está el capitalismo (disfrazado de progreso) distorsionando algunas proclamas feministas para volverlas en nuestra contra? Como sabemos, la alianza entre capital y patriarcado es el enemigo común contra el que luchar. A través de un llamamiento en redes sociales surgió un grupo extenso de mujeres que compartíamos la misma implicación política, las mismas ganas de cambiar las cosas y la misma visión feminista y decidimos empezar un camino juntas. ¿Otra asociación feminista? ¡Siempre hace falta feminismo radical!