El día que conocí a Fee Reega

El agitador cultural 'José Caja' recuerda la llegada a Asturies de la cantautora astur-alemana Fee Reega.

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Jose Caja
Jose Caja
Parroquiano habitual, ex hostelero a la fuga, agitador cultural agitado y emprendedor en el sentido más bello del palabro. Hace muchos años co-gobernó La Caja Negra.

Conocí a Fee de la mano de su ex pareja Pablo Und Destruktion al poco de llegar los dos de Berlín. Conocerlos fué la apertura a un lugar mágico en esos tiempos para mí crepitantes de aquel Oviedo posterior al 15M.

Fui al primer concierto de Fee en Oviedo y creo recordar que éramos solo dos o tres personas en la sala. Su estilo no pegaba nada en aquella Calleja de la Ciega, hoy el Manglar, especializada por aquel entonces en el metal y la música con muchos decibelios. Sin embargo, yo pasé a otra dimensión con la estética dulce y la voz frágil de Fee, y sus canciones en un áspero castellano con desgarraduras germánicas que combinaban con la guitarra desnuda, el humor serio y los tacos inmejorablemente pronunciados. Era la época de canciones como “Por qué no me visitas”.

Otros día invité a Fee y Pablo a cenar a casa. Compartía de aquella con Diego Díaz un piso en el Antiguo extremadamente animado que funcionaba como centro logístico de mochileros, artistas y culturetas, turístas políticos, futuros diputados y concejales, y en general todo tipo de descarriados de la ortodoxia. Ese día llovía y picaron a la puerta. Fee entró y preguntó “dónde puedo poner las madRRReñas”. Iba extremadamente elegante con un paraguas, una gabardina, unas medias rotas y unes madreñes preciosas, barnizadas en negro. Creo que fue la primera vez que vi alguien de menos de 80 años en el centro de Oviedo calzando madreñes.

Después serví la comida, les comenté que tenía carne de la matanza de mi familia y me contestó: “ no suelo comer carne, pero si este potro lo ha matado tu padre, con mucho gusto me lo comeré”

De Berlín pasó a vivir con Pablo en una aldea de Villaviciosa, donde compuso temas como “El hombre que fuma heroína”. Más tarde estuvo afincada en Oviedo, en una de las casas de los ferroviarios de La Argañosa, y compartimos algunos noches en el Corners. El pub diseñado en los años 70 por Chus Quirós parecía haber estado cuarenta años esperándola. Fee en el Corner era un todo, combinaban perfectamente y parecía que hasta se gustaban. La elegancia trasnochada pero inmortal del Corners de terciopelo rojo y latón dorado amplificaban la singularidad de la astur-alemana. Unos de los conciertos que mejor recuerdo de ella fue precisamente aquí con Mary Ocher, en el marco del festival autogestionado Localidades Agotadas.

Pero la vida la llevó a Madrid y luego al barrio de Cimavilla en Gijón, algo más canalla que el cultureteo de Oviedo, y donde creo que ha encontrado su lugar en el mundo.

Ha seguido editando discos excelentes y ha alumbrado proyectos paralelos tan interesantes como Captains o el poemario “Purpurina y percebes”. Hace poco pude escuchar sus temas nuevos en la Plaza de la Catedral de Oviedo donde había nuevos temas como su reciente maternidad. Está en plena forma. Espero verla muy pronto sacando nuevo disco.

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