Mahmoud Lahloub, palestino de 29 años, es cocinero en un conocido restaurante italiano del centro de Oviedo. Vino huyendo de la guerra, “para buscarme la vida y vivir bien”, y cumple ahora cuatro años en España. Y aunque ha podido encontrar empleo y establecerse en su trabajo-lleva casi tres años en la empresa y tiene un contrato indefinido-conseguir un piso de alquiler le está resultando imposible: “Cuando leen mi nombre o escuchan mi acento empiezan a poner excusas para no alquilarme la casa”.
Lahloub lleva cuatro meses buscando un piso junto a su novia española. Empezaron mirando pisos de particulares y, tras numerosos rechazos alegando cualquier motivo, se resignaron a acudir una inmobiliaria. “Un particular me pidió nómina, me pidió incluso una declaración de la renta y yo lo di todo. Al final me llamó y me dijo que no podía alquilármelo diciendo que no tengo bien los papeles, pero yo sé que mis papeles están muy bien”, se queja el joven.
“Cuando leen mi nombre o escuchan mi acento empiezan a poner excusas”
Tras ver un piso anunciado en Internet llamó a la inmobiliaria, Gestión Inmobiliaria Astur, para solicitar una visita al inmueble. “El anuncio llevaba solo 11 horas publicado”, cuenta Mahmoud, “llamé para ir a verlo y me dijeron ‘está alquilado, hasta luego’. Y me colgó, así sin más”. Le pareció extraño.
“Estaba conmigo mi novia y, ni cinco minutos después, llamó para decir que quería ver el piso, y le dieron una cita para visitarlo. Me dijeron que no solo por mi acento”, recuerda Mahmoud indignado. “Yo tengo aval, tengo contrato indefinido, no tengo ninguna falta. No pueden decirme nada para no alquilarme el piso, solo que soy extranjero”.
Desde la empresa se defienden y alegan que solo cumplen con las directrices que les dan los propietarios de las viviendas. “A nosotros nos da igual la religión y el origen de cada uno”, alegan, “pero muchos propietarios no piensan igual y tienen prejuicios. Si una propietaria me dice que no quiere gente de fuera en la casa, yo no puedo llevarle gente de fuera a esta señora”.
“En el caso de este chico”, explican, “hubo una pequeña confusión. Se le dijo que el piso estaba reservado o algo así. Porque no podemos decirle que el propietario no quiere gente de fuera en la casa. No vamos a cargar con un muerto que no es nuestro. Pero en absoluto tenemos nada contra él: puede venir y elegir cualquier otro piso. Si el propietario no pone trabas, nosotros tampoco”.
Mahmoud se resigna: “Yo sigo buscando, y sé que voy a seguir escuchando estas cosas. Pero tengo que aguantar”.