Los trabajadores del taller de calderería pesada de Duro Felguera, el Tallerón, se declararon hace dos semanas en asamblea permanente. Encerrados desde entonces hasta este lunes en las instalaciones de la empresa, la plantilla denunciaba “la inoperancia del consejo de administración” que ha conducido a la pérdida de empleos, el estancamiento salarial y la caída de inversiones para la modernización del taller. Los 160 trabajadores estaban dispuestos a ponerse en huelga si la empresa no accedía a sus peticiones. Tras varias reuniones, ayer el comité de empresa desconvocaba la huelga y anunciaba un principio de acuerdo con la empresa.
“Duro Felguera ha recibido una inversión pública de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI)”, explica Javier Rodil, presidente del comité de empresa y miembro de CSI, “y la recibió con un fin, que es proteger la industria y apostar por un modelo industrial que tenga futuro en Asturias, que es una zona muy castigada”. La empresa, que ya ha recibido una primera ronda de 40 millones, estaba priorizando según el sindicato “el finiquito de determinados consejeros o los estratosféricos sueldos de los directivos” sobre el futuro del taller.
“Hace ya más de un mes que estamos exigiendo que se establezca un plan industrial de verdad para calderería pesada”, detalla Rodil, “y queremos que se recoja en el convenio colectivo, porque pensamos que es el mejor marco para negociar esto”. Ese plan industrial que piden los trabajadores encerrados ha de incluir, cuenta el sindicalista, tres aspectos fundamentales:
“Uno es el aumento de la plantilla real, para que no tengamos que estar disponiendo de empleos precarios y subcontrataciones. El segundo factor sería la modernización para darle décadas de vida a la factoría. Y luego es fundamental volver a hacer atractivo el trabajo en Duro Felguera, lo que implica la recuperación de aspectos sociales y salariales que se fueron dilapidando con la crisis. No percibimos que el plan estratégico presentado por la empresa cumpla con esto”.
En un primer momento, Duro Felguera presentó a sus trabajadores un plan “que nos parecía bastante atractivo, porque veíamos que el sector industrial volvía a coger fuerza tras tres décadas de reducir plantillas y cerrar talleres. Pero un mes después, con la llegada del nuevo CEO y de la primera fase de ayudas, vemos que se habla de reescribir el plan estratégico y de muchas deudas acumuladas. Pensamos que el dinero público no debe ser para hacer ERES, sino para invertir y devolverlo a la sociedad. La empresa consiguió la ayuda de la SEPI por considerar a este taller como empresa estratégica, pero esto no se ve reflejado. Se utilizó la calderería como reclamo para traer dinero público”.
La empresa en un principio se mostró reacia a negociar un plan de futuro para el taller y un nuevo convenio para su plantilla, pero acabó cediendo a la presión de los trabajadores. El comité de empresa ha “conseguido avanzar” en los tres puntos que pedían: “plan serio de aumento de plantillas, implicación del consejo de administración en el plan de inversiones que le de futuro al Taller y la igualdad de salarios que lastraba a la mitad de la plantilla”.