Lino Rubio Mayo, infausto juez de lo Penal número 1 de Xixón, impuso hace unos días una pena de tres años y medio de prisión a cada una de las siete personas que hicieron sindicalismo insistentemente (porque no hay sindicalismo sin insistencia, lo otro se llama paripé o contubernio) a las puertas de la pastelería gijonesa La Suiza, en la avenida de Schulz, para apoyar a una compañera que había denunciado por acoso sexual a su ex jefe y propietario del establecimiento.
Lino Rubio representa a la derecha dura y pura de la judicatura española: a mí y a otros insumisos nos condenó a dos años, cuatro meses y un día de prisión por la negativa a hacer el servicio militar sin que ‘su señoría’ se sintiera ni siquiera obligado a mirarnos a los ojos en los diez jodidos minutos de vista oral que dedicaba a decidir nuestro futuro; quizás le incomodaba descubrir que los insumisos no agachábamos la mirada ante ningún juez, rey ni tribuno. Mandó también a la cárcel sin parpadear a Juan Manuel Martínez Morala y a Cándido González Carnero, históricos trabajadores del sector naval y sindicalistas de la CSI. Es bien conocida la dinámica con la que redacta los “fundamentos de derecho” de sus sentencias el citado magistrado cuando tiene delante a personas de ideología zurda.
No estoy al corriente de los pormenores de lo que sucedió, o de lo que dicen que sucedió, en aquellos días de movilización en torno a la pastelería La Suiza, pero yo doy por hecho que esas siete personas estaban allí haciendo sindicalismo, en el sentido digno y combativo de la palabra. Y quien piense que detrás del sindicalismo hay algún tipo de violencia debería hacérselo mirar: violencia es desahuciar a la gente de sus hogares, violencia es el acoso laboral y el acoso sexual en el trabajo, violencia es la brecha salarial entre hombres y mujeres, violencia es el paro, violencia es la pobreza, violencia son las pensiones de miseria, violencia es pasar frío en tu casa porque no puedes pagar la factura de la luz, violencia es la corrupción política, violencia es que no recibas la atención sanitaria pública, universal y de calidad que mereces…
A las siete compañeras y compañeros juzgados y condenados por aquellas movilizaciones que convocó la CNT les mando un intenso abrazo rojinegro. Entre esas personas, por cierto, hay un compañero que escribe en Nortes. Y aquí, sobra decirlo, estamos orgullosas y orgullosos de tenerlo a nuestro lado. Héctor es un soplo de libertad en este periódico, y a él y a todas las demás compañeras y compañeros condenados los queremos libres.