Un infierno. Así define Ana Muriel (Oviedo/Uviéu, 1972) lo que ha vivido hasta sentarse en una cafetería y poder relatar a Nortes lo que considera una historia de malos tratos, sufrimiento y anulación como ser humano. Vive pegada a un móvil del Ministerio del Interior, una herramienta para que la policía pueda tenerla en todo momento localizada por si su expareja quebranta la orden de alejamiento dictada en septiembre de 2019 por el juzgado número tres de violencia contra la mujer de Madrid. No se entrega a cualquiera que pone una denuncia por violencia machista.
Ana Muriel en Oviedo/Uviéu. Foto: Alisa Guerrero
Su ex pareja tampoco es cualquier persona y quizá por eso a Ana le ha costado mucho encontrar a alguien que estuviera dispuesto a publicar su historia. Se trata de Miguel Ángel Menéndez Del Fueyo, fundador de la constructora COMAMSA, con negocios en toda España. De origen leonés, pero con estrechos vínculos con Asturies, su nombre se hizo famoso con el escándalo que rodeó a la llamada “Operación Villa Magdalena”. Del Fueyo compró a la familia del ex ministro del PP Rodrigo Rato este céntrico palacete de 1902, cuya adquisición por el Ayuntamiento de Oviedo/Uviéu estaba ya prevista desde los tiempos del socialista Antonio Masip. Posteriormente el alcalde Gabino De Lorenzo, del mismo partido que Rato, lo expropió en su segundo mandato por 3 millones de euros. Comenzaba entonces un largo culebrón con nefastas consecuencias para los bolsillos de la ciudadanía ovetense. Del Fueyo pedía más por Villa Magdalena, recurrió, se hizo una nueva valoración del edificio y ganó. El Ayuntamiento debía pagar 8 millones de euros, cosa que no hizo, y su misteriosa dejadez administrativa, nunca aclarada, y objeto de todo tipo de especulaciones, llevó a que finalmente el Ayuntamiento pagara más de 60 millones de euros a Del Fueyo. Una cifra escandalosa que supuso un perjuicio notable para las arcas municipales y una gran fortuna para el constructor. Sospechoso, ¿no? Enigmas sin resolver de la política local ovetense.
Miguel Ángel Menéndez del Fueyo junto a Pablo Casado
Mientras Gabino de Lorenzo hacía rico al dueño de COMAMSA, la vida también sonreía en lo amoroso al empresario asturleonés. A principios de 2.000 conocía en una cena a una joven ovetense de 29 años, Ana Muriel, vinculada a la industria del cine. Pronto iniciaban una relación sentimental de la que en 2009 nacería un hijo y en 2013 un proyecto cultural, el Festival de Cine y Arquitectura, dirigido por Ana, y del que se llegaron a celebrar seis ediciones. Aparentemente todo era perfecto. Sin embargo, fuera del glamour de la alfombra roja, las cosas no marchaban tan bien. “Vivía en la casa de los horrores” afirma Muriel. “Gorda”, “Puta”, “Inútil”, “No vales para nada”, “Te quieres follar a todo el mundo” son según Ana Muriel algunas de las vejaciones recurrentes que sufría en la intimidad por parte del empresario, pero a veces también en presencia de amigos y conocidos. Todo ello hasta que , según su relato, su personalidad se fue poco a poco anulando. “Dudaba de mi misma” explica Muriel, que llegó a pensar que ella era la responsable de todo lo que le pasaba y que los celos de su ex podían tener algún tipo de justificación. Después llegarían, siempre según la versión de Ana, los malos tratos físicos.
Ana Muriel muestra el móvil proporcionado por Interior. Foto: Alisa Guerrero.
Muriel señala que la denuncia contra Del Fueyo por violencia machista se inicia tras una visita al hospital, después de una paliza que, según ella, le habría propinado el constructor. Muriel relata que los sanitarios detectaron señales de violencia física y se pusieron en marcha los protocolos. Fue la gota que colmó el vaso. Rompió definitívamente con Miguel Ángel, ya habían tenido un anterior conato de ruptura tras el que ella le había perdonado, y a finales de 2019 interponía una denuncia contra su ex pareja por violencia machista. Confiesa que no es fácil enfrentarse a un hombre poderoso, con influencias, y que ha llegado a espiarla con detectives privados. Flaqueó. Estuvo a punto de echarse atrás y retirar la denuncia. Es en ese momento cuando señala que su abogada “me cogió por el brazo y me dijo, ¿Pero tú no estabas aquí por tu hijo?“. “Me encendió la luz y decidí tirar para adelante” señala Muriel. La orden dictada en septiembre de 2019, y vigente hasta hoy, mientras se resuelve el caso, impide a Del Fueyo estar a menos de 500 de metros Muriel, acercarse a su domicilio y lugar de trabajo, así como portar armas.
Pendiente de lo que dictamine la justicia, Ana Muriel trata de rehacer su vida con ayuda de terapia psicológica. Llegó a perder 38 kilos, y aunque todavía se está recuperando, considera que lo peor ya ha pasado. En este proceso quiere agradecer el apoyo de las Unidades de Atención a la Familia y la Mujer de la Policía Nacional, por preocuparse en todo momento por su seguridad, así como a las trabajadoras y trabajadoras de los centros de atención psicosocioeducativa para mujeres y sus hijos, víctimas de violencia de género. Cada noticia de una nueva víctima de violencia machista en cualquier lugar de España le hace llorar y le sacude por dentro como si fuera alguien de su familia. Por eso ha querido contar esta historia y que no se quede en la intimidad: “Hay que sacarlo a la luz. Hay que dar la cara”.