A veces uno se plantea, cuando escribe un artículo como este, conocer a quién le va a interesar leerlo. Dado el ámbito en el que se encuadra Nortes, es más que posible que la mayor parte de los lectores del mismo estén muy de acuerdo con el asunto que figura en el título. Lo lógico, para darle forma al artículo, sería partir de una introducción en la que haríamos referencia a las soberanas chorradas que lleva diciendo el señor Cofiño, Consejero de Infraestructuras, Medio Ambiente y Cambio Climático y Vicepresidente del Principado de Asturias sobre la contaminación atmosférica en Gijón, para posteriormente pasar a desmentirlas con los propios estudios que ha realizado el Principado de Asturias sobre la contaminación por PM10 en la ciudad; como por ejemplo la ‘Modelización de la contaminación por partículas PM10 en la Aglomeración de Gijón’ que señala fundamentalmente a Arcelor Mittal como principal causante de esos focos industriales, ergo la principal causante de la contaminación atmosférica de la que da buena cuenta la estación de medición de calidad del aire de El Lauredal, ergo la principal causante de los problemas de salud que señala otro estudio más del Principado de Asturias, en este caso un ‘Informe Epidemiológico sobre calidad del aire y salud’ realizado en 2016.

Es cierto que algunos lectores podrían argumentar, seguramente pocos que hayan llegado hasta aquí, que en esos mismos trabajos, mejor dicho Planes, como al Principado de Asturias y a Aníbal Smith, les gusta llamarlos, también figuran estudios como el ‘Estudio Específico de las causas de la elevada contaminación por partículas en suspensión en las zonas pobladas próximas a las instalaciones de ArcelorMittal en Gijón’encargados por Arcelor Mittal donde se niega la mayor y se señala a las calefacciones, quemas agrícolas, incendios forestales, simulacros, el tráfico, las sales marinas o a cualquier otra cosa, como causantes últimos del problema de contaminación de la zona oeste de Gijón. Posiblemente la mayor parte de las personas que aun continuaran leyendo se indignarían o mostrarían una mueca de estupor ante el difícil encaje en el sentido común de que Arcelor Mittal se excluya del problema.
Como ya iríamos terminando el artículo, seguramente en el penúltimo párrafo, haríamos referencia a los millonarios beneficios anunciados por la empresa en estas últimas semanas, de miles de millones de euros al mes, y el porqué de que no inviertan algo de ese beneficio en poner unos filtros. Contestaríamos que, pues porque que nadie les obliga, y menos aún el Gobierno del Principado, que les permite hacer de su capa un sayo. Haríamos una reflexión en el sentido de que los beneficios de la producción se quedan en manos del inversor mientras que los costes colaterales de hacer el producto, es decir, emitir PM10 por los Sinter, por las chimeneas, nos los quedamos los vecinos de la ciudad y los asume nuestro Sistema de Salud Publico, ya muy dañado por todos los frentes.
“El origen de la contaminación por PM10 es industrial, y el origen radica en Arcelor Mittal, concretamente en sus Sinter”
Podríamos cerrar ese penúltimo párrafo recurriendo al sempiterno, falso, debate sobre los puestos de trabajo y la necesidad de que no continuemos quedándonos sin industria, ya que mientras debatimos eso la Administración Pública regional, en boca del señor Presidente, prevé regar con algo más de 1000 millones de euros de ayudas europeas a un empresa privada, cuyo único arraigo con Asturias es ninguno. Seguramente diríamos que mejor invertían ese capital a cambio de pasar a forma parte de su accionariado para así sí poder luchar por el empleo y frente a las deslocalizaciones.
Tendríamos en este punto el articulo al gusto de la mayor parte de nosotros, habríamos demostrado, con rigor, propio de nuestra postura progresista, que la contaminación del aire es una realidad en Gijón, habríamos demostrado además con sus propias armas/estudios que el origen de esa contaminación por PM10 es mayoritariamente industrial en el oeste de la ciudad y que ese origen industrial radica en Arcelor Mittal, concretamente en sus Sinter. Incluso habríamos puesto sobre la mesa que existe una posición, la de la empresa, que lo niega, y la del gobierno autonómico y municipal, que parece defender los intereses de la empresa.

Seguiríamos dejando claro que la contaminación afecta a nuestra salud, que el empleo no debe ir reñido ni con la contaminación ni con otras muchas practicas del tipo de que cada vez que se anuncia negociación de condiciones laborales la parte empresarial dice que está poco más o menos a punto de cerrar, cuando luego los beneficios se calculan en miles de millones. Con todo esto remataríamos señalando al señor Cofiño, y esto ya dependería del grado de acidez del articulista, como un personaje que ningunea a los vecinos de la ciudad negando la realidad e incluso defendiendo al contaminador frente a una realidad y es que la contaminación existe y que genera enfermedades. Nos quedaríamos durante un tiempo pensando en cómo este tipo de personajes llega hasta donde llega, asumiendo que las cosas cambian demasiado lentamente (esta reflexión creo que sería exclusiva de los menores de 40) y enrabietándonos un pelín más. Pues quedaos ahí, en ese punto.