Un aviso. Si usted está buscando emociones políticas fuertes, el lugar adecuado no es la Asamblea Confederal de Ecologistas en Acción. Quizá mejor unas primarias de Podemos, un debate feminista con cuchillos afilados o la última trifulca tuitera sobre rojipardismo, izquierda caniche y posmodernismo. “Aquí el principal subidón de adrenalina está en volver a vernos y tocarnos después de dos años de pandemia y reuniones telemáticas” bromea Yayo Herrero, ex coordinadora de la confederación, que no ha querido faltar al encuentro de Xixón.

Ecologistas puede presumir de muchas cosas. Una de ellas es su nivel técnico y teórico. Hay gente que sabe mucho por estos lares. La otra, su tendencia al buen rollo, sobre todo si miramos cómo está el patio y comparamos a la entidad ecologista con otras organizaciones sociales y de la izquierda, tan dadas al navajeo y a las broncas internas, siempre bien amplificadas en redes y medios. Las discusiones y debates son aquí de guante blanco y con algodones. Marca de la casa. Parece que es lo que les mola. Casi una seña de identidad. Yayo apunta que no es casual que esto pase en Ecologistas: “Hemos dedicado mucho tiempo de trabajo a la resolución de conflictos y a cambiar las dinámicas destructivas por las dinámicas constructivas”.

La activista, investigadora y divulgadora ecofeminista señala que Ecologistas nace en 1998 a partir de la confluencia de grupos muy heterogéneos, y que por ello fue necesario dedicar muchos esfuerzos a la armonización de corrientes y formas de pensar que iban desde el conservacionismo medioambiental a un ecologismo más socipolítico. Dato importante. Al contrario que en otros espacios sociales y políticos, Madrid no es aquí sinónimo de estrella de la muerte malrollera que expande sus problemillas al resto de territorios, sino de algo más bien estabilizador que contribuye a la armonía de la confederación intergaláctica. Yayo presume de militar en una organización que se cree el confederalismo, la plurinacionalidad, la importancia del debate interno y el respeto a la autonomía de los territorios. Que el encuentro sea en una región periférica como Asturies no es casual. Juan y Mercedes que vienen de Cádiz están satisfechos con la descentralización, aunque les haya costado 12 horas llegar hasta aquí. Casi tanto como a Luis, militante en defensa del tren público y las movilidad sostenible, que viene desde la vecina Cantabria. Cinco trenes y siete horas de viaje en el muy abandonado y mucho abandonado ferrocarril de vía estrecha cantábrico.

Con más de 10.000 personas asociadas, Ecologistas es una organización grande para la media de las entidades sociales de este país, pero pequeña si la medimos con grandes ONG´s internacionales como Greenpeace, que tiene 100.000 socios y socias solo en España. Echen ustedes la cuentas. Sin embargo, como explica Roberto Herreros, del equipo de comunicación, Ecologistas es ante todo “una organización de base”. Su importancia social y política no radica tanto en el número de asociados, que no obstante se ha incrementado en 700 personas este año gracias a la campaña Ecológica Aplastante, como en su implantación y vertebración territorial. Tiene presencia en todo el país y en todo lo que se mueve. Allí donde hay una plataforma, lucha o movimiento, allí está gente de Ecologistas. A diferencia de otras entidades y ONG´s internacionales, muy profesionalizadas, pero sin apenas base ni voluntarios, Ecologistas tiene un músculo militante que se ve en sus grupos locales o en encuentros como el de Xixón. Casi 200 personas que vienen a otra ciudad a pasar sus vacaciones pagándose de su bolsillo la estancia en el camping de Deva. No es frecuente en una organización social sin apenas trabajadores.

La asamblea confederal ha comenzado con un pequeño homenaje a Paco Ramos, un histórico del ecologismo asturiano. Ex trabajador de Telefónica, ex sindicalista de CCOO, montañero empedernido y especialista en cuestiones de energía, Ramos es una de las referencias ineludibles del ecologismo asturiano y uno de los impulsores y animadores de la Plataforma contra la Contaminación de Xixón. Su militancia ecologista se inició en los años 80 en un grupo local llamado Deva, posteriormente integrado en la Asociación en Defensa de la Naturaleza, AEDENAT, embrión de Ecologistas en Acción. Mucha gente le tiene apuntado en el móvil como Paco Ecoloxistes.

Juan y Mercedes, biólogos, profesores de instituto jubilados, son otros dos viejos rockeros que han estado en todas las ecobatallas desde los años 80. También iniciaron su militancia en un grupo local. Vienen del gaditano Puerto de Santa María. Su primera victoria fue la recuperación del río Guadalete, que en los 80 era una auténtica cloaca a la que vertían todas las poblaciones e industrias de su ribera. Luego vendrían otros triunfos como la declaración en 1989 de Parque Natural de la bahía de Cádiz. “Es el único caso en el que la iniciativa partió de la sociedad andaluza y no de las instituciones” apunta Juan, que sigue conservando el optimismo y la esperanza con respecto a las posibilidades de una sociedad más sostenible. Ecologismo o barbarie, vamos. Ahora la lucha de ambos está centrada en frenar distintos planes para llenar la costa gaditana de urbanizaciones.

El despliegue masivo de parques de energía eólica y solar ha sido en los últimos tiempos uno de los debates más vivos en el seno del ecologismo en general, y de Ecologistas en Acción en particular. Mientras algunos sectores del movimiento consideran imprescindible este tipo de macroinstalaciones como mal menor para completar la descarbonización y desnuclearización, otros activistas hacen piña con colectivos vecinales anti-molinos o anti-placas que defienden el eslogan Renovables sí, pero no así. Entre medias toda una gama de grises y posiciones intermedias. Laura y Kata son dos de las compañeras encargadas de que los debates sean enriquecedores y respetuosos. Laura, que es vocal de ecofeminismo, apunta que hace tres años comenzaron una investigación sobre “cómo resolver los conflictos y abusos de poder que se daban en el seno de la organización”. De ahí ha salido una guía sobre cuidados y buenos tratos. El objetivo, “generar dinámicas más incluyentes” y aprender a gestionar los inevitables conflictos internos que siempre se dan en cualquier grupo humano.

La organización ha aprobado en Xixón profundizar en su definición feminista y en la erradicación de la cultura patriarcal en la confederación. Frente a los conflictos internos, se proponen además optar por enfoques no punitivistas, sino de “justicia restaurativa”, pero sobre todo por aprender a detectar los problemas de convivencia antes de que se les vayan de las manos. “No es solo una cuestión de género, sino también de rango, de veteranía o de nivel de conocimientos” señala Laura, que trabaja por el objetivo de que la militancia sea un lugar agradable y en el que los debates se desarrollen con afecto y sin agresividad.

Ecologistas resulta una rara avis en el volatil mundo de los movimientos sociales en España, tan cíclico y poco dado a consolidar estructuras estables. Yayo Herrero reconoce la singularidad de la organización en el panorama español. La confederación ha logrado dotarse de una poco usual mezcla de flexibilidad y organicidad. Una estructura confederal con un puñado de trabajadores, una revista, una editorial, campamentos para adolescentes, y federaciones repartidas por todo el territorio. Votan poco, buscan consensos y tienen tres coordinadores con una sorprendente capacidad de rotación. Nadie permanece demasiado en los cargos y hasta parece que se quieren.