Muere Toño Rodríguez, histórico de la izquierda carbayona

Militó en el Movimiento Comunista y Lliberación, fue directivo del Real Oviedo y uno de los renovadores de las fiestas de San Mateo desde el chiringuito Pinón Folixa.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

Sin palabras. Así se han quedado los amigos de Toño Rodríguez con su repentina muerte a causa de un problema respiratorio mientras se encontraba de vacaciones en Málaga con su familia. Nacido en 1952 en Oviedo/Uviéu, pasó su infancia en Mieres hasta que siendo todavía un niño regresó a la capital asturiana para estudiar como interno. Hijo de un policía, su politización no vino por vía familiar, sino a través del ambiente obrero de Mieres y de grupos cristianos progresistas con los que comenzó a relacionarse. Siendo un adolescente entró en contacto con sectores culturales antifranquistas y de ahí pasó a militar en el Movimiento Comunista, una organización clandestina nacida en 1972 a partir de antiguos militantes del Frente de Liberación Popular, la primera ETA y otros grupos antifranquistas menores. Lorenzo Tejerina, militante por entonces del Partido del Trabajo de España, coincidió con él en la Universidad de Oviedo/Uviéu, en la que Blanco estudió derecho. Le recuerda como “un tipo brillante, simpático y guapo”, “con mucho éxito”, que además estaba “muy comprometido políticamente”. En el mismo sentido la periodista Pilar Rubiera le define como “uno de los protagonistas de Transición en Asturias”, capaz de combinar “su coherente miltancia en la izquierda, con una gran calidez humana y buen humor”. “Fue todo un personaje de la gauche divine ovetense, con una vena artística que llevó a la cartelería y la propaganda del MC y de Lliberación” destaca su amigo el periodista Xuan Cándano, que recuerda su piso, a escasos metros del Ayuntamiento, como “un centro de conspiración política y cultural”.

Golfo, elegante, divertido, creativo, son algunas de las características que sus amigos atribuyen a Rodríguez, que también estuvo en primera línea en la lucha contra la dictadura. La militancia política le costó varias detenciones y una temporada viviendo en la clandestinidad poco antes de la muerte de Franco. En una entrevista concedida a La Nueva España Blanco recordaba su paso por comisaría y lo que le dijo allí un policía: “Mira, tú vas a ser un pringado toda la vida. Yo soy un fascista, pero me voy a hacer demócrata y tú vas a seguir siendo un pringado”. Si por “pringado” se entiende que no iba a ocupar ningún cargó político tras el final de la dictadura, la profecía del policía fue acertada. Su amigo y compañero del MC, Miguel Muñoz, ex concejal de este partido en Mieres, destaca su “valentía” y señala que recibió “un plus de represión por ser hijo de un padre policía”. Todavía en democracia volvió a ser detenido en Mieres por colocar banderas tricolores un 14 de abril para festejar el aniversario de la Segunda República.

Toño Blanco durante una asamblea en los años 70. Junto a él Alvaro Cuesta, posterior dirigente del PSOE. Foto: Santiago Martínez.

La democracia finalmente llegó a España, aunque con Monarquía y sin depuración del Estado, no del modo más rupturista en el que Blanco y sus compañeros hubieran deseado. Los resultados electorales de su partido, que en junio de 1977 impulsó la candidatura Unidad Regionalista, fueron decepcionantes. Pese a ello el MC asturiano no tiró la toalla y mantuvo su actividad política, a partir de los años 80 centrándose más en los movimientos sociales que en las elecciones, de las que el partido fue progresivamente retirándose. La militancia del MCA, posteriormente reconvertido en el colectivo Lliberación, contribuyó a dinamizar el incipiente feminismo asturiano, el movimiento pacifista y anti OTAN, las asociones de vecinos, la reivindicación del asturiano o las fiestas de San Mateo. Rodríguez sería de hecho uno de los fundadores del Pinón Folixa, que sobrevivió a la disolución del MC y Lliberación. El chiringuito sería en 1983 uno de los símbolos de la reinvención de las fiestas ovetenses a partir del modelo de Bilbao, impulsado por la comparsa hermana del Pinón, Txomin Barullo, detrás de la que estaban sus compañeros del Movimiento Comunista de Euskadi, y que también tenía a Groucho Marx como emblema. Muñoz destaca de Toño su imaginación, humor y sentido estético, que fueron claves en hacer del Pinón uno de los chiringuitos más concurridos de San Mateo hasta la reciente y contestada decisión del bipartito de derechas de desmontar el tradicional modelo festivo carbayón. Carlos Pérez, de Acción en Red, una de las organizaciones que heredaron este espacio festivo, le recuerda siempre “echando una mano en el chiringuito”, apoyando de un modo u otro, “tanto a nivel logístico como legal”.

A nivel profesional desarrolló su vida laboral como abogado. Fue también directivo del Real Oviedo con Eugenio Prieto. Siempre encontró tiempo para seguir militando a través de la abogacía. Fue defensor de muchos jóvenes insumisos al servicio militar y con varios de ellos seguía celebrando una comida anual. Roberto García, uno de esos viejos insumisos con los que llegó a tener una gran amistad, destaca “su implicación personal en cada caso”, más allá de lo estríctamente legal.

La izquierda carbayona pierde a uno de sus clásicos y su barrio, el Oviedo Antiguo, a un vecino singular, siempre elegante, con su característico sombrero y gafas, al que era fácil encontrar paseando a su perra Dora o en los bares, de tertulia, conversando con los amigos, que hoy brindarán desde muchos lugares del mundo a su salud.

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