Tras casi catorce años trabajando en el Leroy Merlín de Llanera, “sin ningún tipo de sanción, reclamación ni problemas con clientes o compañeros”, Jonathan López Álvarez recibió el pasado mes de enero una carta de despido. La razón que alega la empresa es una bajada de productividad, en base a cifras económicas, en la sección de ferretería en la que López trabajaba. Sin embargo, este trabajador langreano sostiene que su despido es una represalia por su actividad sindical.
Todo se remonta al otoño del año 2016, cuando López y otros compañeros de la empresa decidieron formar una candidatura de CCOO, que por entonces no tenía sección en Leroy Merlín, para las elecciones sindicales. “Hubo presiones para que no montáramos esa candidatura”, relata López, “y el propio director de la tienda llegó a decirnos que no podía permitir que ese sindicato entrara en la empresa, porque les iban a dar un toque desde Madrid”.

Asegura que a una compañera de la candidatura, con dos hijos con minusvalía, “la metieron en una sala aparte y le insinuaron que podría perder el trabajo si continuaba adelante”. Pese a las presiones de la empresa, López consiguió ser elegido como delegado sindical por CCOO, con todo lo que ello implica: “Yo fui a testificar a varios juicios de despidos de compañeros, y eso a la empresa no le gustó nada”. Transcurrieron así cuatro años hasta que, en diciembre de 2020, tocaba repetir las elecciones sindicales.
“En esas elecciones yo pasé al tercer lugar de la lista”, recuerda, “y conseguimos en CCOO dos delegados, por lo que yo me quedé a las puertas y dejé de ser delegado”. Durante el año siguiente a haber ejercido como tal gozó de “cierta inmunidad”, habiendo concluido ese periodo el pasado 6 de diciembre de 2021. El despido tuvo lugar el 18 de enero del presente año.
“El compañero que iba delante de mí en la candidatura, que salió como delegado sindical, se había cogido una excedencia para cuidar de sus hijos”, explica, “y le tocaba reincorporarse a principios de enero. Desde finales de diciembre la empresa se pone en contacto con él y le hace ofertas económicas para que no se reincorpore”. El compañero, que había entrado en la bolsa de empleo de unas oposiciones a las que se había presentado, acepta no reincorporarse, por lo que su puesto de delegado sindical pasaría a corresponderle a López. Y es entonces cuando llega la carta de despido.
Ahora López y CCOO han demandado a la empresa pidiendo “la nulidad del despido por vulneración de derechos fundamentales de la libertad sindical. Nadie de la empresa duda que el motivo real de mi despido es cargarse al sindicato dentro de la empresa”. El juicio se celebrará a finales del mes de abril, y López se muestra optimista: “Es muy posible que el despido se vaya a considerar improcedente. La carta de despido incurre en varias falsedades, que es lo que intentaremos demostrar ante el juez”.