La crisis del PSOE en siete imágenes por segundo

Un escalofrío recorre el espinazo de los barones: la estabilidad del sanchismo se tambalea tras la derrota andaluza y esto tendrá consecuencias territoriales.

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

La derrota del PSOE en Andalucía está teniendo múltiples y variadas consecuencias que desvelan la inestabilidad orgánica de unas siglas que dependen demasiado de una única persona: Pedro Sánchez. Hace cinco años, el nuevo socialismo reclamaba un partido de los militantes. Pero hoy los militantes comienzan a darle la espalda a ese socialismo, empezando por los secretarios de algunas federaciones: Aragón, Extremadura, Castilla La Mancha, ¿Asturias? Lambán, presidente aragonés, exigía el lunes una profunda reflexión que contrastaba con el discurso hooligan de Adriana Lastra la noche anterior, inmediatamente después de confirmarse el desastre de Andalucía.

Aunque en la Ejecutiva Federal reunida en Ferraz ayer, el portavoz del partido afirmó a los medios de comunicación que Sánchez estaba seguro de sí mismo y que “aún le queda legislatura para rato”, ni lo que pasa dentro ni lo que sucede fuera de su formación permiten gastarse tanta confianza públicamente. Más allá de la derrota andaluza, lo que estos comicios autonómicos confirman es el escaso crédito de sus dirigentes. Desde el Presidente de Asturias, Adrián Barbón, hasta el votante socialista viejo, nostálgico y sentimental, el mensaje político que transmite la organización desde la semana pasada en Asturias y Andalucía es de una devastadora soledad.

Ahora toca recortar el plano. Observar qué sucede en algunos píxeles de la imagen política del socialismo, aquellos que definen la declive del sanchismo en España y, particularmente, en Asturias, y dibujan una línea en el horizonte interrumpida por las incertidumbres.

Primera imagen: un presidente autonómico especula junto a otro presidente autonómico los inminentes resultados electores de Andalucía, antes de que dé comienzo el escrutinio de los votos en los estudios de TVE de Madrid. Fernando López Miras y Adrián Barbón gozan de una edad similar, presiden comunidades uniprovinciales, comparten mar, viven la adversidad de la contaminación el mar y en el aire, han sabido navegar sobre las fluctuantes olas de la política en sus respectivos partidos. Sin embargo, Murcia crece en población desde hace dos décadas, mientras Asturias la pierde. López Miras se sube al carro de Feijóo con más prudencia, discreción y tranquilidad, mientras Barbón se baja del carruaje de Sánchez con más ruido, enfado y desilusión. La espectacularización de la política ha cruzado sus destinos y los ha juntado en un plató de Torrespaña. López Miras juega un papel fácil, se sabe vencedor desde el principio, mientras el de Laviana reivindica el consenso a la espera de llevar a cabo la ardua tarea de escuchar cómo pasan de su sombra en Madrid. Nadie le ha pedido que se metiera en ese callejón, pero sabe que es una forma de marcar distancias con el gobierno y, sobre todo, una manera de acercarse a sus votantes que observan con desconfianza como la legislatura se va al traste.

“Adriana Lastra traslada un aviso a navegantes: hemos toreado en plazas peores”

Segunda imagen: En Ferraz Adriana Lastra supervisa el discurso que ofrecerá a los medios cuando el escrutinio ofrezca una mayoría absoluta al PP en Andalucía. Leerá un discurso bien armado, contundente, lo suficientemente áspero para demostrar enfado y decepción, pero nunca resignación ante la derrota, porque la vida le va en ello, antes que el destino de los andaluces y del resto de españoles. ¿Por qué tiene que salir Lastra a dar explicaciones de una derrota electoral? se pregunta el secretario de una agrupación local asturiana. Santos Cerdán no ha dado señales de vida. Tras la guerra Lastra-Cerdán, la vicesecretaria asumió las tareas de acción electoral, despojada de otros poderes más interesantes que ahora recaen en el Secretario de Organización. Para esta ocasión, ha sido a ella a la que le ha tocado bailar con la más fea. ¿Significa un desgaste para su figura? La vieja escuela de María Luisa Carcedo se impone en esta circunstancia adversa porque la respuesta es, indubitablemente, afirmativa, de modo que no habrá autocrítica, se acentuarán las victorias de los presidentes que gobernaron durante la pandemia y resultaron reelegidos, se remarcará que todos ellos y, especialmente, el Presidente de Andalucía, se hizo más resiliente gracias a las ayudas que Sánchez insufló a su gobierno durante el COVID y, sobre todo y ante todo, se trasladará un aviso a navegantes: hemos toreado en plazas peores. Seguimos siendo el partido que gobierna desde La Moncloa. Aquí no ha pasado nada.

Adrián Barbón y Adriana Lastra en el último congreso de la FSA. Foto: FSA-PSOE.

Tercera imagen: O sí. Sí está pasando. Porque el resultado calamitoso de Por Andalucía y de Teresa Rodríguez expresan que la izquierda, a la izquierda del PSOE, es en estos momentos una auténtica entelequia en el mejor de los casos, o un caos anticipado desde el día en que Podemos quedó fuera de la candidatura, algo de lo que deberían dar cuenta Yolanda Díaz, Pablo Iglesias y compañía. La preocupación de Unai Sordo y Pepe Álvarez desde sus respectivos sindicatos es considerable porque una derrota de la izquierda, a la izquierda del PSOE, en el plazo de un año y unos meses, llevaría al traste las conquistas sociales que el gobierno de Sánchez ha alcanzado y que, dicho sea de paso, han resultado ser del todo inocuas para garantizar victorias electorales en las elecciones autonómicas. Sin Unidas Podemos o lo que salga del proyecto de escucha de Yolanda Díaz, hoy esa izquierda se presta insuficiente para garantizar en 2023 una gobierno de progreso. Los expertos en narrativa política que rodearon al PSOE estos años como viejas plañideras alrededor de una viuda deberían devolver todo su dinero al partido porque no han servido de nada. En este momento, más que nunca, se necesitan políticos capaces de sintetizar en una simple cuartilla una agenda política asequible, solvente, creíble y modesta que, sobre todo, tenga la capacidad de ofrecer garantías democráticas, justicia social y estabilidad a los votantes.

“Los expertos en narrativa política que rodearon al PSOE estos años deberían devolver todo su dinero al partido”

Cuarta imagen: La rueda de prensa de Adriana Lastra ha terminado y en Asturias se preparan para una guerra de consecuencias indescifrables tanto en Gijón, como en Llanes y quien sabe si en el Occidente. En Gijón habrá que convencer a Adrián Barbón de que los socialistas de José Ramón García “Monchu” están dispuestos a ir a primarias, con todos los avales. Cada meta volante de la dirección local de la agrupación socialista se ha convertido una apuesta de riesgo a todo o nada. Tienen agenda, tienen objetivos y ciertas garantías para alcanzar resultados. En cada fase, el proyecto se pondrá a prueba. No habrá segundas oportunidades. Es por eso que la transformación de la agrupación y su consolidación han alcanzado una velocidad de crucero en muy poco tiempo, reforzando un perfil industrial que articula nuevamente a las bases de la clase obrera. Los cuadros de la organización saben que un nuevo candidato al Ayuntamiento de Gijón, respaldado por el Secretario de la FSA, aliviaría las tensiones entre la institución y el partido y, sobre todo, permitiría llegar a los comicios locales con una candidatura que reflejaría solvencia, estabilidad y cohesión social. ¿Es una cuestión personal? Es una cuestión colectiva que trasciende más allá de Gijón, piensan desde sus casas mientras observan como los comicios en Andalucía pueden ser un reflejo de lo que suceda en el resto de España. La posibilidad de que exista realmente un cambio de ciclo político se transmite en las luces led de sus televisores. Son un mal augurio que admite correcciones. Otro candidato interesa en Gijón tanto a las bases del municipio como al Presidente asturiano si éste aspira a la reelección, pero si Adriana Lastra se enroca y sigue respaldando a la actual regidora, Ana González, todos se dejarán la piel por el camino en una guerra fratricida. El nombre de Carmen Moriyón cobra cada día más fuerza. Un pacto Foro PP salvaría los muebles de los dos partidos y encajaría en la nueva cartografía política que han instaurado Feijóo y Moreno Bonilla. Conviene recordar que Tini Areces casi pierde la presidencia ante Ovidio Sánchez, allá por el 2000. Nadie se acuerda de aquel notario de Laviana, un hombre bueno y simplón que a punto estuvo de arrebatarle la presidencia a Areces en cuanto su ola perdió energía. Un nuevo candidato de consenso entre las dos direcciones socialistas beneficiaría a todas las partes: sellaría las fugas de agua en Gijón y apuntalaría una mayoría en Fruela. Todos lo saben, pero hay una persona que no lo quiere saber: Lastra.

“El nombre de Carmen Moriyón cobra cada día más fuerza”

Quinta imagen: El nuevo secretario de Llanes es consciente de que la devaluación que persigue a las siglas del PSOE propiciará el regreso de Adriana Lastra a Asturias, quien tratará de consolidar su hegemonía, barriendo la disidencia y, particularmente, poniendo en tela de juicio la labor de Trevín. La imagen está vez es una prospección del futuro próximo, el fragor de una guerra a la que el veterano alcalde de Llanes acude como en sus mejores tiempos. Trevín es un mago blanco, el Gandalf del socialismo asturiano que ha vivido todas las eras del socialismo democrático desde la Transición hasta hoy. Ha visto y participado en todas las contiendas. Ha sobrevivido y hoy es un valor político sólo cuestionado por aquellos que lo odian. El nuevo secretario del PSOE en Llanes está dispuesto a plantarle cara a Lastra en la plaza pública y no le falta el conocimiento necesario hacer de la política algo más que un sortilegio, es un maestro quiromante en el dificil arte de la palabra. También avisa a navegantes: no lo encontrarán en un callejón esperando la puñalada. Irá a cara descubierta, sin dobleces ni cartonajes. El guerrero mantiene la espada en alto: esperando.

Monchu García, nuevo secretario del PSOE gijonés. Foto: Paco Paredes/EFE

Sexta imagen. Contigo o sin ti. Así las cosas, en esa guerra, algunos dirigentes del partido exigirán a Adrián Barbón que tome una posición: o con Lastra o con ellos. Contigo o sin ti. No hay mucho margen de maniobra. Las cartas comienzan a colocarse encima de la mesa y algunas están marcadas. Sea como fuere, lo único que podemos afirmar es que será apasionante. Los presidentes autonómicos socialistas se han replegado en sus gobiernos, convertidos en un fortín. Repiten la misma estrategia que llevaron a cabo con Javier Fernández, cuando este presidía la gestora en la época más convulsa del socialismo español. Si entonces crisis que se oteaba desde los torreones socialistas era impredecible, la de Sánchez se hace insondable. Un escalofrío recorre el espinazo de los barones.

Javier Fernández (al fondo), atento a la sesión de investidura de Barbón. Foto: Iván G. Fernández

Séptima imagen: Hubo una época en la que el mapa electoral andaluz era completamente rojo. El domingo, un manchurrón azul se extendía desde Huelva hasta Almería, desde Jaén hasta Cádiz. El cuartel general socialista de Sevilla se derrumbaba y desde La Malagueta se erigía un nuevo minar desde el que la derecha moderna de Celia Villalobos proclama hoy la buena nueva. Es demasiado pronto para advertir un cambio de ciclo político porque Feijóo no ha demostrado todavía que dispone de un proyecto político que se sustancie sobre algo más que la simple rebaja de los impuestos. Eso no es un proyecto, simplemente es la arista más visible de una ideología.

EL FUTURO: La pantalla del televisor permanece encendida pero la señal desde Ferraz se ha apagado. La noche ha sido tan convulsa que en el led han quedado suspendidos sobre la superficie varios píxeles blancos. Son como ánimos encerradas en un rectángulo, ánimas del purgatorio, espíritus blancos divagantes que han rebasado su dimensión y permanecen encerradas en esta. En septiembre comienza la carrera para las autonómicas y municipales. Y ahí el socialismo se juega su futuro y la capacidad para seguir siendo en España un porvenir o un nuevo cataclismo.

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