La pírrica victoria de las derechas gijonesas en el Muro

Xixón reconquistará para peatones y ciclistas su principal salida al mar, es cuestión de tiempo

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Paco Álvarez
Paco Álvarez
Periodista, escritor y traductor lliterariu d'italianu. Ye autor de les noveles "Lluvia d'agostu" (Hoja de Lata, 2016) y "Los xardinos de la lluna" (Trabe, 2020), coles que ganó en dos ocasiones el Premiu Xosefa Xovellanos.

“La ciudad donde vivo es un monstruo de siete cabezas”, cantaba la Orquesta Mondragón en su tema Corazón de Neón. Xixón, la ciudad en la que nací y en la que vivo, también es un monstruo de siete cabezas. Una de esas cabezas, la más monstruosa y descerebrada, se niega a cederle el paso a un modelo de ciudad y de concejo sostenibles que miren hacia el futuro y que asuman compromisos, modestos pero importantes, con el futuro del planeta. A esa cabeza monstruosa y descerebrada, en la que se reúnen las pocas neuronas que son capaces de sumar la derecha y la extrema derecha política gijonesa y sus adláteres (constituidos en una “plataforma ciudadana” ofendidísima que ha llevado a los tribunales la restricción del tráfico de automóviles en el Muro), les ha salido bien la jugada de momento: una jueza de lo Contencioso Administrativo se las dio de experta de urbanismo y movilidad, y sentenció que había que eliminar el Cascayu, la zona costera que el Ayuntamiento había ganado para peatones, ciclistas y corredores en la principal fachada litoral gijonesa.

Mañana mismo el Muro recuperará el tráfico de vehículos de motor. Es una victoria pírrica de la descerebrada derecha, política y sociológica, gijonesa. Porque seguramente Xixón, ese Xixón de progreso y progresista que ni entienden ni representan en modo alguno las semiderechas semipijas de Foro y de Ciudadanos, la derecha pija del PP y la ultraderecha superpija de Vox, reconquistará la peatonalización del Muro, algo tan nimio y algo tan esencial para construir una ciudad de futuro y con futuro. Algo que se escapa del entendimiento de esas derechas semipijas, pijas y superpijas que siguen vendiendo el discurso de que hay que llegar en coche a todas partes y de que inhalar benzeno o esnifar tubos de escape con sustancias cancerígenas es lo más normal del mundo, de su mundo caduco, trasnochado, rancio, viejuno.

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