Alfredo Canteli, nostalgia del gabinismo

El alcalde se ha empeñado en rescatar dos grandes fracasos de Gabino de Lorenzo: el hípico del Asturcón y el centro comercial del Calatrava.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

“La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”. La cita del filósofo alemán, aunque manida, nos viene como anillo al dedo para hablar sobre la política de la capital asturiana. Y es que si el gabinismo fue la gran tragedia ovetense del final del siglo XX, el cantelismo está siendo la farsa de la segunda década del XXI. Canteli quizá quiera ser un nuevo Gabino de Lorenzo, pero carece del olfato, la picardía y el carisma del alcalde más votado de la historia de Oviedo. Además de aptitudes naturales, el político que coleccionaba mayorías absolutas, tuvo el viento a favor. Eran otros tiempos. Gabino gobernó la capital asturiana en años de vacas gordas: fue el alcalde de la burbuja inmobiliaria, los fondos europeos y los fondos mineros. Casi nada. Con el Ayuntamiento a sus pies, los funcionarios a sus órdenes y la prensa bien subvencionada, el gabinismo moldeó Oviedo al gusto de su regidor. Nadie inauguró tanto como De Lorenzo. Canteli por ahora ha cortado pocas cintas rojas, incluyendo la más comentada en redes, la de un bazar chino en El Vasco.

Aunque medie casi una década entre el final del gabinismo y el gobierno de Canteli, pareciera que el actual alcalde vive obsesionado con resucitar las grandes fantasías del gabinismo. Las mismas que no tardarían en volverse pesadillas. Solo así se explica el empeño del regidor por rescatar dos de los grandes fracasos del gabinismo: el hípico del Asturcón y el Calatrava. El mismo gobierno que ha decidido dejar pasar la oportunidad de adquirir la Fábrica de Gas y que ha dado vía libre a Defensa para que haga caja con La Vega, se empeña en apostar, otra vez, por dos millonarios fracasos. Según un informe encargado por el propio Ayuntamiento, los ovetenses deberían invertir 13,15 millones de euros durante 25 años para relanzar un hípico de El Asturcón que solo contaba con 300 usuarios cuando el tripartito de izquierdas decidió cerrarlo por sus millonarias deudas.

Hípico del Asturcón. Foto: Pablo Lorenzana

Comprar el Calatrava al fondo de inversión que no ha logrado hacer nada con él tampoco es ninguna ganga. El coste son 3,7 millones de euros. En ambos casos, hípico y centro comercial, se trata de experiencias fallidas, juguetes rotos que ningún empresario ha podido reflotar, y que ahora el gobierno pretende rescatar, una vez más, con dinero público. Las razones puede que se expliquen tanto por lo económico como por lo psicológico, una mezcla de nostalgia y deseo de emulación, cuando no de superación del maestro, levantando en La Vega las torres que De Lorenzo no pudo erigir en El Vasco y reflotando una década más tarde los proyectos que naufragaron en manos de su predecesor. Canteli sin embargo es el hombre que no está llamado a ser Gabino De Lorenzo, y en el PP ya no hay el optimismo de hace unos meses con las encuestas internas.

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1 COMENTARIO

  1. Con el Asturcón y con el Calatrava pasa lo mismo que con dinosaurio,cuando abrimos la puerta siguen estando ahí.
    Entonces,que hacer?. Hay realmente propuestas reales,que se puedan llevar a la práctica ,que permitan que al abrir la puerta,al asomarnos al balcón ,disfrutemos de los rayos del sol,mejor del sonido de la lluvia…Proyectos hay muchos,pero son factibles,donde está ese mirlo blanco,yo solo veo volar a palomas,gaviotas y ahora también a estorninos.
    Otra cosa es La Vega y la Fábrica del Gas,son un patrimonio industrial de la ciudad,están integradas en la misma,pueden y deben de ser para potenciar un turismo de calidad,hay multitud de ejemplos en Europa,algunos los tenemos nada más cruzar los Pirineos,tienen visitantes,no a todos les gusta el turismo de sol y playa,pero en un caso nos enfrentamos a los intereses privados,pero lo que es inadmisible es que el “pesetero”,quien quiere hacer negocio con La Vega sea el gobierno de la nación,quien debe de estar en primera línea en conservar el patrimonio industrial y cultura solo quiere hacer caja.

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