“Las personas LGTB sufrimos la presión de alcanzar el modelo que la sociedad impone”

Daniel Valero remarca en Gijón con “El niño que no fui. Infancia, adolescencia y adultez LGBT” las dificultades sociales y laborales que aún afronta el colectivo.

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Marta Rogia
Marta Rogia
Periodista, abogada, guionista. Cinéfila y apasionada de la radio, a la que he prestado voz mucho tiempo. Continúo con mi búsqueda de la autenticidad mediante narraciones que nos conecten a través de la emoción.

El periodista, activista LGTB y comunicador en redes sociales, Daniel Valero (Jerez de la Frontera, 1994) parece tener don de gentes o como mínimo su discurso provoca interés. Sus tres perfiles, con el nombre de Tigrillo en Youtube, Twitter e Instagram suman unos 200.000 seguidores. Publicó su primer libro en 2019, “LGTB para principiantes”, que constituyó un éxito de ventas. Ahora está de gira con su nueva obra, “El niño que no fui. Infancia, adolescencia y adultez LGTB” que presentó el sábado, 17 de diciembre en el local Les Cigarreres, en Gijón, inaugurando así el “espacio de apoyo mutuo LGBTIQ+, creado con el objetivo de generar un punto de encuentro seguro y comprometido con las personas que integran el colectivo”, según fuentes de este bar socio-cultural. Y la sala se llenó, fundamentalmente de gente joven, para escuchar un discurso ágil sobre temática afectivo-sexual.

Presenta en Les Cigarreres su nueva obra. ¿Qué tipo de libro se va a encontrar quien se plantee su lectura?,¿es una autobiografía, un ensayo, algo a medio camino entre ficción y realidad?

“El niño que no fui” va un poco a caballo entre el ensayo de temática queer y lo autobiográfico, ya que, aunque es un ensayo que además utiliza fuentes bibliográficas, referencias a otros autores, investigaciones, etcétera, está guiado por mi ejemplo y caso personal para intentar darle un hilo conductor y, aparte, una cara visible, que es lo que, por desgracia, se necesita cuando se habla de estos temas. Parece que si no hay una cara visible, estamos lanzando datos al aire y no impactan de la misma manera. Por eso decidí realizarlo de esa manera.

El enunciado: “El niño que no fui”, ya es toda una declaración. ¿Puede ponerme ejemplos de circunstancias en que su infancia y adolescencia se vieran tan condicionadas por su orientación para remarcar ese “no” que figura en el título?

Es bastante simple cuando pensamos en que muchas personas LGBTI pasamos por una infancia y adolescencia que no son nuestras, que no nos pertenecen realmente, porque las estamos performando. Una masculinidad o feminidad que no sentimos nuestra o que intentamos desaparecer del plano para evitar que se nos identifique por nuestra pluma o nuestras características que rompen con esta visión hegemónica de los roles de género. Realmente no llegamos a ser los niños y adolescentes que deberíamos haber sido para poder completarnos como personas. También, al mismo tiempo, sufrimos la presión de alcanzar el modelo de niños y niñas que la sociedad impone, que cree que deberíamos ser. Los niños que realmente no han existido, no fueron, pero que la sociedad piensa que tendrían que haber sido. Ese niño, realmente, el que no existió nunca, es sobre el que se generaron expectativas y de alguna forma se nos obliga a mantenernos a la altura de ellas.

¿Y cuáles son esas expectativas como persona adulta?

Depende mucho del caso, pero seguimos teniendo que mantener unos estándares de masculinidad, de feminidad y si no cumples, se te va a castigar de alguna manera u otra. Es algo que sigue pasando a día de hoy.

Ponga algún ejemplo concreto de esos estándares, por favor

Es habitual, por ejemplo, dentro de los entornos de los hombres gais y bisexuales que se busque una masculinidad constante para poder entrar en los llamados círculos del deseo; que se exija esa masculinidad y que muchos hombres vayan a performarla y durante su adultez no puedan ser ellos mismos porque saben que se quedarían fuera de esos espacios. Pero no solo ahí, también en el entorno laboral. Al final, la masculinidad y esa agresividad que muchas veces la acompaña está directamente relacionada socialmente con mayores dotes de liderazgo. Entonces podríamos hablar de que incluso existe una especie de techo de cristal para personas LGBTI. Por cuáles sean las características de algunas de estas personas se entiende que no van a tener la misma profesionalidad ni dotes de liderazgo, por lo que al final no solo acaba incidiendo en tu vida social y sentimental, sino también en tu vida laboral y en tu posibilidad de ganarte la vida.

¿El libro va más bien dirigido a personas jóvenes a la búsqueda de referentes o no necesariamente?

Un ensayo queer al final es algo que no consumirían adolescentes por su complejidad a la hora de leerlo. Por eso lo doté de una historia personal también y de un lenguaje más ameno, para intentar que muchos de ellos que pudieran pertenecer al colectivo LGTBI encontrasen no una guía, porque cada persona es un mundo, pero sí una especie de relato en el que pudieran entender que muchas de las cosas que la sociedad les exige no tienen por qué cumplirlas, que muchas de las cosas que les van a pasar en situaciones de discriminación y opresión no van a ser porque las merezcan o hayan hecho algo malo que desencadene esa reacción, sino que el problema es ajeno a ellas. Entonces, esa era mi idea principal, luego, a posteriori, y llevando el libro 10 meses en la calle, he descubierto que el libro ha llegado también a muchos hombres gais que han querido sentirse identificados. Aunque cada historia es diferente, tienen muchos puntos en común y pueden sentir de alguna manera que no estaban solos. Igual que yo no estaba solo, pero sencillamente no había encontrado a la gente que me iba a entender.

Daniel Valero. Foto: David Aguilar Sánchez

Es usted una persona muy joven y a veces podemos creer que este tipo de rechazo social a las personas LGBTI es propio de una España más lejana en el tiempo y sin embargo se sigue dando hoy día

Efectivamente. El avance en los últimos años ha sido bastante notable, aunque no podemos quedarnos cómodos, porque siempre va a estar amenazado. Incluso yo, que nací en los años 90, toda mi infancia y adolescencia se vio marcada por el bullying homófobo que sufrí. Incluso, a día de hoy, cuando doy charlas en institutos, me comentan conocidos que sus hijos que ya están manifestando que van a ser personas LGBTI, que van a posicionarse fuera del modelo hegemónico, se dan situaciones en que muchas familias tratan de reconducir su orientación. Eso sigue pasando. Por ello es tan urgente que se prohíban a nivel estatal las terapias de conversión, porque todavía hay familias que siguen llevando a sus hijos a ese tipo de tortura. Y los relatos que salen de esas terapias son escalofriantes y arruinan la vida de muchas personas. Pasa menos que hace 30 años, pero no podemos relajarnos. Existe normativa en distintas Comunidades Autónomas, como en Madrid, pero no existe una del Estado.

También tiene otra obra titulada “LGTB para principiantes”. ¿Cómo aborda la temática en este volumen?

Está escrito de forma bastante sencilla, con capítulos cortos y descripciones sobre el colectivo LGTB para intentar deshacer mitos, para evitar desinformaciones. Y explicado de una forma muy sencilla, que se lo puedas regalar a una persona que no tenga ni idea del tema, pero que quiera entender algunos términos, la historia, por qué existe el colectivo. “El niño que no fui” trata más en profundidad la parcela de la niñez y adolescencia.

Acumula unos 200.000 seguidores en tus redes sociales. ¿Tiene interacción con ellos, le piden consejos?

La interacción con estas personas ha creado lo que yo soy como divulgador de información. Al fin y al cabo yo comencé a hacer videos en Youtube solo con 17 años y decidí orientarme a hablar de estos temas tan libremente, muchísima gente reaccionaba de una forma que ellos necesitaban ese tipo de compañía, aunque fuera en la distancia. Esa interacción, por tanto, ha moldeado a lo que yo me dedico y es clave. Al final, soy un hombre, soy gay, soy cisgénero, no tengo todas las claves de la comunidad, pero intento dar visibilidad a otras letras del colectivo.

Un tema de actualidad que enlaza un poco con la temática de su obra es la ley trans que avanza ahora hacia el Senado tras rechazarse la enmienda planteada por el PSOE para que un juez interviniera en la autodeterminación de menores de 16 años. ¿Qué valoración hace?

Yo creo que la ley trans llega muy tarde y de manera insuficiente. Y tenemos que conformarnos, porque no podemos además dar pasos hacia atrás. Pero a las personas trans se las ha tenido durante años, años y años vulnerando sus derechos, teniendo que hormonarse obligatoriamente las personas que no lo requerían o que no sentían que lo necesitaran para tener su identificación y todo correcto, para tener la posibilidad de aspirar a una normalidad social, laboral y burocrática. Es decir, se trata de algo que llega muy tarde y, además, de muy mala forma por parte de muchos partidos políticos que no solo han cuestionado su necesidad, sino que han alimentado una estrategia de bulos, de desinformación, de miedos injustificados. La autodeterminación de género, existen otros muchos países en la que está implantada y no ha pasado absolutamente nada que haya convertido al país en una distopía de género. Entonces, se ha hecho mucho daño y también a la imagen del colectivo y va a costar mucho, hasta con la ley aprobada, rehacer todo ese daño. Incluso hay personas dentro del PSOE que han dicho que iba a borrar a las mujeres o a borrar el significado de ser mujer. Llega tarde y dejando a mucha gente detrás. Espero que, una vez aprobada, se haga justicia, que las personas trans bien lo necesitan y que quede como una deuda histórica ya saldada.

Presentación en Les Cigarreres. Foto: David Aguilar Sánchez

Es cierto que existe una polémica muy intensa sobre el borrado de mujeres. ¿Qué contestaría cuando se indica que esta norma lo propicia?

No entiendo en qué momento esto borra a la mujer. Esta ley con la autodeterminación de género existe en otros muchos países en los cuales las mujeres siguen existiendo perfectamente. Se trata sencillamente de ampliar el significado para introducir a otras mujeres que tradicionalmente se han dejado fuera y que también sufren los efectos de la misoginia y más aún de la transmisoginia. Y no han tenido protección, ningún tipo de seguridad institucional y ya va siendo hora de que se las acoja y se las proteja como tal. Y también al contrario, no hablamos solo de mujeres trans, hablamos también de hombres trans. Lo que no puede ser es que de repente nos digan estos sectores transexcluyentes que hay mujeres diciendo ser hombres para poder huir de la horrible misoginia que sufren las mujeres, que es verdad que la sufren, y que, además, hay hombres que dicen ser mujeres para poder acceder a todos los beneficios sociales que tienen las mujeres. Lo que no pueden es estar contradiciéndose constantemente: decir que los hombres trans son mujeres que huyen de la misoginia y que las mujeres trans son hombres que quieren sufrir misoginia. Es que no tiene ni pies ni cabeza. No entiendo en qué momento se borra a la mujer, la mujer sigue existiendo, sigue teniendo sus garantías, sus planes de protección y todas estas leyes se hacen con un pensamiento detrás para que no se pueda uno aprovechar de ellas. Por ejemplo, el tema de acceder a cárceles de mujeres, que es uno de los argumentos que plantean, esto ya está más que pensado para que no pase y no ha pasado en otros sitios donde una normativa así ya está aprobada.

Foto: David Aguilar Sánchez

Para finalizar, ¿tiene algún proyecto más en el que esté trabajando ahora?

El año 2022 ha venido muy cargado para mí, he estado de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, con lo que estoy muy agradecido, pero no he podido ponerme todavía. Tengo un tercer libro, del cual ya tengo la idea y la dirección que quiero seguir, pero iremos tomándolo con calma.

¿Y el esbozo de idea o una pista?

Entraremos seguramente a hablar y hacer análisis sobre tema de LGTBI-fobia a muchos niveles. Creo que es algo que puedo decir sin pillarme mucho los dedos, que ya se sabe que luego los proyectos dan muchas vueltas.

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