Si algo ha llamado siempre la atención en el sistema de partidos asturianos surgido con la Transición es el reiterado fracaso de las formaciones formaciones nacionalistas y regionalistas. Siempre han existido, pero casi nunca han logrado consolidarse más allá de una o dos legislaturas y algunos pocos representantes en los ayuntamientos. La paradoja es que de algún modo, la ausencia de un partido específicamete asturiano ha terminado convirtiéndose en la gran singularidad de la política asturiana. El motivo no está claro y ha sido objeto de estudios académicos como los de Pablo San Martín Antuña y Patrick W. Zimmerman. De manera colateral también David Guardado reflexiona sobre ello en su reciente ensayo sobre la idea de Asturies a lo largo de los tiempos.
La irrupción de Foro Asturias en 2011 parecía que venir a cambiar esto, y además entrando por la puerta grande. El partido fundado por Francisco Álvarez Cascos se hizo con la presidencia del Principado y alcaldías tan importantes como Xixón. Si sorprendente fue su debut, no menos asombroso resultó que el forismo lograra sobrevivir a la pérdida de casi todo su poder institucional, a la expulsión de Cascos, a un diputado rebelde en el Congreso votando lo que le pedía el cuerpo, a una extravagante escisión, Suma Principado, alentada por el padre fundador, F.A.C, y sobre todo a las sucesivas opas hostiles lanzadas por el PP para aglutinar a toda la derecha asturiana bajo su ala. Tal resistencia de materiales quizá indicaba la existencia de un electorado minoritario pero rocoso que apostaba por una derecha diferente, con un perfil propio, más autónomo, centrista, y con cierto eclecticismo a la hora de ejercitar los pactos postelectorales.

Si bien Foro no había nacido como un partido regionalista, sino como una escisión del históricamente fallido PP astur, una parte del asturianismo encontró en él la posibilidad de convertir sus siglas en herederas de lo que habían sido el Partíu Asturianista y la Unión Renovadora Asturiana. Una fuerza regionalista de centro o centroderecha, bisagra, capaz de entenderse tanto con el PP como con el PSOE, o incluso Podemos, como sucedió en Xixón entre 2015 y 2019. Esta hipótesis chocaba sin embargo con el sentido común de unas bases y dirigentes bastantes más derechistas y sensibles a los llamados del nacionalismo español. Prueba de ello sería la presencia en enero de 2019 de Carmen Moriyón en la histórica foto de la Plaza Colón junto a PP, Cs y Vox. Un error que costó caro al partido.
Tras los malos resultados de 2019 y la guerra abierta con Cascos, Foro necesitaba reinventarse
Tras los malos resultados de 2019 y la guerra abierta con Cascos Foro necesitaba reinventarse en un espacio de derechas saturado de partidos: PP, Cs y Vox. En medio de tanta oferta conservadora era necesario presentar algún elemento diferenciador. En junio de un todavía pandémico 2021 el partido se refundaba como Foro Asturias en el Espacio Circus apelando referentes como el Partido Regionalista Cántabro o la Unión del Pueblo Leonés. Un imaginario político afín al alma más liberal, centrista y asturianista, con poco poder institucional, pero que no terminaban de casar con el sector más conservador de la organización, con base en Xixón, un grupo municipal fuerte y a fin de cuentas las llaves del partido. No tardarían en demostrarlo.

Los límites del sector asturianista para maniobrar y definir la línea política del partido se pondrían de manifiesto durante el debate de la reforma estatutaria. Condicionados por el desinterés del ala derecha hacia la suerte del asturiano, Foro pondría más obstáculos que facilidades para lograr la oficialidá, priorizando así las rebajas fiscales sobre los derechos lingüísticos y haciendo descarrilar unas negociaciones en las que el PSOE no sudaría la camiseta por sacar adelante su gran promesa electoral. Con todo, la brutalidad de Vox lanzando una tóxica campaña de señalamiento público contra Adrián Pumares sirvió para dar protagonismo al diputado y secretario general del partido. Pumares adquiría a base de golpes un perfil propio, diferenciado del grosero nacionalismo español de PP y Vox. Un capital político que comenzó a perder con el fracaso de la reforma del Estatuto y que ha terminado de dilapidar transigiendo con el pacto de su presidenta y mentora con la ultraderecha.

Puesto en la disyuntiva de ser un partido regionalista o un partido gijonés, Foro ha ido a lo segundo, valorando que quizá esta era la opción más segura para ganar tiempo y sobrevivir otros cuatro años más. El pacto con Vox permite a Foro recuperar la joya de la corona, Xixón, pero a costa de convertirse en algo indiferenciable de un PP que necesita a los foristas para ganar el Principado en 2027. Ha estado a punto, y si Adrián Barbón se salvó el pasado 28M de la marea conservadora es gracias a la continuidad del cisma entre PP y Foro. Este mandato deberá cuidar en la Junta a su paisano de Llaviana y alejarlo de lo que en NORTES hemos llamado frente único de las derechas. El anuncio de que se abstendrá en la investidura es toda una declaración de disponibilidad para jugar a la geometría variable.
El eclipse de Foro como proyecto autónomo supone la tercera muerte del regionalismo asturiano tras el final del PAS y de URAS. Para David Guardado ha habido un fallido empeño desde los tiempos del PAS y Xuan Xosé Sánchez Vicente en apostar por un regionalismo de derechas que según el autor de “Nunca vencida: una historia de la idea d’Asturies” choca con el histórico desinterés de la burguesía asturiana por esta fórmula y con lo que dice la demoscopia: el simpatizante del asturianismo está en la izquierda y en el centro izquierda. La reciente encuesta preelectoral de GAD3 a la que tuvo acceso NORTES así lo confirma. Las personas jóvenes y los votantes de izquierdas son quienes ven con más simpatía una opción política regionalista o autonomista.
¿Supone el pacto Foro-Vox la definitiva muerte del regionalismo asturiano? “Como católico cultural creo en la resurreción de la carne” bromea Inaciu Iglesias, uno de los asturianistas de Foro que ha presentado su dimisión a raíz del pacto con la ultraderecha. El empresario y ensayista considera que las dificultades para consolidar este espacio han tenido que ver no sólo con “errores propios”, sino también con “la fuerza de los enemigos” que se han esforzado en impedirlo. El tiempo dirá si veremos o no una nueva formación heredera de ese espíritu. Lo que está claro es que el Foro que sale de pactar con los de Abascal no será.