Escribía hace años Xuan Bello que para él el cambio de año se producía en San Mateo y no en Nochevieja. Creo que muchos ovetenses nos identificamos con esa sensación. Ubicado en la bisagra entre el final del verano y el inicio del otoño, las fiestas ovetenses tenían mucho de cambio de ciclo y de reencuentro. Eran una forma muy terapéutica de superar eso que llaman el síndrome posvacacional y arrancar con alegría el nuevo curso.

San Mateos los ha habido de todos los colores. Con buen tiempo y con diluvios universales, con programaciones musicales variadas y cuidadas, y con otras verdaderamente atroces. Por encima de la mayor o menor fortuna meteorológica o del mejor o peor criterio del concejal, en Oviedo prevalecía un modelo festivo a prueba de bombas: los chiringuitos, la ocupación del espacio público por la sociedad organizada y la fiesta en torno al Antiguo.

Pinon Folixa

En el San Mateo que me tocó vivir y disfrutar hasta hace bien poco, la fiesta la hacía la gente, tenía algo de carnavalesco, y por eso si los conciertos no nos interesaban daba igual. Siempre había motivos para salir aunque Lou Reed solo tocara una vez y Carlos Jean en cambio, muchas más de las necesarias.

Concierto en el chiringuito La Mateína,

Oviedo tuvo casi 40 años de una fiesta diversa, callejera y popular, única en Asturias, en la que podían convivir rojos y rojas de todas las tonalidades, cofrades de la Semana Santa, sociedades de festejos y el Club Ciclista de Colloto. Un buen invento de los tiempos de Antonio Masip que el pragmático Gabino de Lorenzo tuvo a bien respetar, consciente de lo exitoso del modelo, que hacía de las fiestas de Oviedo una mini Semana Grande de Bilbao, una de las mejores y más singulares del norte de España.

El San Mateo de Canteli se parece muy poco a San Mateo. El hombre que querría ser De Lorenzo, pero que carece de su sagacidad política, ha transformado aquellos nueve días y nueve noches en una sucesión de casetas monótonas para mayor gloria de OTEA. Puede que la cosa también tenga sus fans, de todo hay en este mundo, pero las imágenes del casco antiguo semivacío que circularon el año pasado por las redes sociales, insólitas para nuestras fiestas, erosionaron a Canteli y su concejala Covadonga Díaz, encendieron las señales de alarma, y llevaron a que el Ayuntamiento haya tenido que introducir este año algún cambio ante el malestar de de los hosteleros, frustrados por unas fiestas que a pesar del buen tiempo estuvieron a medio gas. Mientras tanto, la lucha por otro San Mateo, plural y sin exclusiones, por el derecho a que la fiesta sea de todo el mundo, un bien común, sigue abierta en las casetas de Fiestes Populares, en la Plaza de la Catedral. NORTES estará otro año presente con varios actos. Nos vemos por allí.

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