Comienza un nuevo San Mateo, el primero de la nueva corporación municipal, aunque los cambios en la estructura organizativa del gobierno no alcanzan a las fiestas del concejo. Alfredo Canteli y Covadonga Díaz siguen asumiendo como alcalde y concejala de Festejos, respectivamente, el liderazgo de un modelo conflictivo por los drásticos cambios que pusieron en marcha en 2021, tras el parón que supuso la pandemia.
La implantación de las nuevas fiestas sustituyó los tradicionales chiringuitos por casetas desplazó a las entidades sociales para dotar de más espacio a la hostelería profesional de Oviedo y otros concejos y extrajo del Antiguo los principales eventos musicales: dijimos adiós a los conciertos en la Catedral y al Oviedo Rock, aunque este festival-concurso volverá en 2023 a la Plaza Feijóo y al periodo mateín, tras años de deriva de localizaciones. Un modelo, el pretérito, que algunos empresarios hosteleros veían “contrastadísimo”.
La descentralización festiva es una de las principales preocupaciones de la hostelería ovetense. La densidad de gentes en el Casco Histórico de la ciudad provocaba un repunte en las cajas que ahora muchos echan de menos, incluso aquellos locales que por su localización no terminaban de recibir todo el influjo del periodo. Por ello, en la noche del Antiguo se ve con buenos ojos la vuelta de la música en vivo a Feijóo o la agenda de la Plaza del Paragües.
Más dudas provoca la programación musical de La Ería. La localización y su efecto difusor, algo que según algunos hace que se pierda “la sensación de ser fiesta”. “La Ería es un aparcamiento”, nos dice un empresario de la noche, “quienes vienen a los conciertos van en coche y al terminar se van a casa”.
Los conciertos del recinto de La Ería, que serán de pago, tampoco convencen a todos. “No es una programación de fiestas populares”, confiesan en el sector. Aunque no enmiendan los conciertos con entrada, sí reconocen que se podrían hacer en otro momento del año. “Las fiestas, de ‘populares’ tienen lo justo”, nos dice otro empresario sobre la eliminación de parte de la oferta gratuita de conciertos.
Otros hosteleros denuncian sentirse “totalmente ignorados” por el Ayuntamiento, que “no mira” a quienes hacen las fiestas y contribuyen el resto del año con su actividad y pagando impuestos. Esa conducta, señalan, llegó al punto de que algunos hosteleros nocturnos no vieron la convocatoria para instalar barras en la calle por falta de publicidad. Si bien en este extremo no colocan toda la culpa al Ayuntamiento, sí creen que los empresarios con menos medios dependen con más intensidad de una mayor labor promocional de las ofertas públicas.